Por D.V: No se engañen. Detrás de esa barba blanca, hay alguien que experimenta mucho dolor. Tras ese disfraz de ser bonachón y panzudo que agita una campanilla y ulula “joh joh johhh”, encontramos a un hombre explotado, mal pagado, que ha perdido sus últimas gotas de dignidad con un trabajo precario durante la temporada navideña. Los Santa Claus alcoholizados, siniestros, melancólicos y en las últimas son toda una tradición en Estados Unidos, donde existen innumerables páginas web que recopilan Papás Noeles que inspiran disgusto, grima y horror.
Pasen y vean al Santa Claus consumido, extenuado y masacrado interiormente, al hombre turbio y resacoso que tras un terrorífico despertar se está preguntando en qué mala hora decidió aceptar este trabajo, al Santa amarillo y ceroso, al poseído por los zombies, al de la andrajosa barba, al de la infelicidad abisal y al que ha tomado rehenes. Aquí los tenéis.
Felices y terroríficas navidades.