Con el verano a la vuelta de la esquina, la Semana Santa ha marcado la llegada de los primeros turistas de la temporada a Ibiza, más allá de las visitas puntuales del Imserso y de algunos viajeros invernales. Desde hace un par de semanas, en la isla se percibe una creciente inquietud ante los efectos del turismo masificado que se repiten cada año, en un contexto de crisis habitacional, encarecimiento de servicios y un descontento generalizado entre la población residente.
La imagen habitual del verano en Ibiza incluye carreteras colapsadas, largas colas para acceder a las playas, acumulación de residuos, aumento de accidentes y actos vandálicos, daños en el mobiliario urbano, robos, consumo de drogas, violencia y agresiones sexuales, entre una larga lista de problemas que se intensifican durante la temporada estival. Este panorama ha reabierto el debate sobre la necesidad de regular el turismo masivo y promover alternativas que favorezcan una mejor convivencia entre visitantes y residentes, como la limitación de la entrada de vehículos a la isla o la lucha contra el intrusismo, en colaboración con plataformas como Airbnb. Si estas medidas resultan efectivas o no, se verá al finalizar el verano.
Ante este escenario, surge una pregunta inevitable: ¿es posible gestionar el turismo de otra manera? Desde diferentes destinos, nacionales e internacionales, ya se están aplicando soluciones tecnológicas ligadas al turismo inteligente y al uso de la inteligencia artificial para gestionar estos retos. Según recoge un reportaje del diario ABC, ciudades como Venecia, Ámsterdam, Atenas o Barcelona han comenzado a implementar medidas innovadoras con el objetivo de redistribuir los flujos turísticos, sin renunciar a los beneficios económicos derivados del sector.
Un ejemplo destacado es el de Málaga, que destinará 4,7 millones de euros de fondos europeos Next Generation a la creación de una plataforma digital inteligente. Este sistema permitirá monitorizar en tiempo real la afluencia de visitantes en enclaves como la Alcazaba o el Museo Picasso, anticipar aglomeraciones con hasta 72 horas de antelación y enviar notificaciones a los turistas para sugerir rutas alternativas.
En Singapur, un ‘gemelo digital’ de la ciudad procesa 500 millones de datos diarios para optimizar el tráfico y la movilidad, mientras que en Lanzarote, la instalación de sensores y una aplicación de fidelización han logrado reducir un 18 % la huella de carbono y aumentar en un 27 % el consumo de productos locales. Helsinki, por su parte, ofrece descuentos a quienes eligen opciones de transporte sostenible, con un sistema que muestra todas las opciones en una única aplicación.
Estas iniciativas forman parte de una tendencia global a la que se han sumado ya 130 municipios españoles a través de la Red de Destinos Turísticos Inteligentes. Según informan desde ABC, la tecnología permitirá en estos lugares optimizar el transporte público en función de la demanda, calcular la capacidad de carga de los espacios patrimoniales para protegerlos, y ofrecer a los comercios locales datos sobre los flujos de visitantes para planificar mejor sus recursos. Incluso se prevén funciones que alerten a los usuarios sobre zonas con actividad delictiva, como ya ocurre en Singapur.