HAY VIDA DESPUÉS DE MILLER
@L.F./ Septiembre del 2011 resultó ser un punto de inflexión muy importante para las andanzas del mayor superhéroe de culto de todos los tiempos. Pero antes de meternos en faena, un poco de miscelánea.
Frank Miller redefinió al hombre sin miedo a principios de los 80 transformándolo en un superhéroe oscuro y depresivo que solo conseguía capear el temporal gracias a sus profundas creencias religiosas. Tras abandonar definitivamente al personaje tras dos épocas que marcaron historia en el mundo de los cómics su concepción del personaje fue imitada hasta la saciedad, con menor que mayor fortuna, por una legión de autores empecinados en empujar más y más al diablo guardián hasta el borde del abismo. La tónica siguió con el relanzamiento y renumeración de su serie regular en un volumen II encuadrado en el nuevo formato editorial que bajo el sello Marvel Knights debía dar salida a historias de carácter más adulto. Debe destacarse el hecho de que el experimento encabezado por Joe Quesada dio sus frutos, y fueron muchos los guionistas superestrella como el cinematográfico Kevin Smith, Ed Brubaker, Brian M. Bendis, o David Mack entre otros los que dejaron lo mejor de si mismos en el nuevo Daredevil.
Pero la sombra de Miller es alargada, y los prejuicios preconcebidos de los guionistas les incitaban a escribir historias cada vez más dramáticas de las que ni el atribulado Matt Murdock ni su entorno conseguían escapar indemnes. De hecho, entre los autores surgió una especie de broma privada denominada el desafío del diablo consistente en terminar sus ciclos en la serie regular dejando a Daredevil en la peor situación posible, una herencia envenenada para el siguiente guionista que se las veía y deseaba para sacar de una forma creíble al héroe del atolladero. Así fue como llegamos a situaciones en las que la identidad secreta de Daredevil era revelada en las portadas de todo el país; vimos como su ex-secretaria e interés romántico clásico, la pizpireta Karen Page, moría asesinada en sus brazos; también vimos como su esposa Mila Donovan se volvía completamente loca y, sin posibilidad alguna de curarse, era encerrada en un manicomio de por vida; hasta el propio Matt llegó a ser encarcelado junto a muchos de los criminales que él mismo había enviado a prisión.
Siempre había un nuevo desastre que abocaba al abogado ciego de la Cocina del Infierno un poco más cerca del precipicio, y solo era cuestión de tiempo que perdiera definitivamente la chaveta y su vida se fuera por el retrete, como así ocurrió en el megaevento escrito y coordinado por Andy Diggle titulado Tierra de Sombras que afectó a buena parte de las colecciones de la compañía. En ella se narra la historia más violenta jamás concebida del personaje que por vez primera traspasa la delgada línea roja de la cordura asesinando a sangre fría a su némesis recurrente, Bullseye, aunque poco después se descubriría que nuestro héroe estaba poseído por un demonio que controlaba todos sus actos. Pero Diggle resultó no ser tan cabrón como sus cachondos predecesores, y tuvo a bien redactar un final cerrado para que su sucesor no tuviera que comerse el habitual marrón que se pasaban sistemáticamente de unos a otros, dando así por finiquitada la dichosa bromita del desafío del diablo, algo que los lectores que no ganamos para sustos, preocupados por Matt y cansados ya de ese continuo sinvivir, le agradecemos sobremanera.
Con el horizonte despejado, Marvel Comics toma la decisión de renumerar de nuevo la serie regular dando así inicio a su tercer volumen. Esta vez será Mark Waid (EE.UU, 1962) el encargado de escribir las nuevas aventuras de Daredevil, man without fear, y la decisión no podía haber resultado ser más acertada. Al grandísimo talento de Waid como escritor debe sumársele su profundo conocimiento práctico y teórico de los superhéroes de las dos principales compañías estadounidenses; no en vano es reconocido como el mayor especialista de Superman a nivel mundial e historiador oficioso de D.C Comics, por poner solo un ejemplo. Sus trabajos anteriores en Flash, Superman, Capitán America o Los 4 Fantásticos son buena muestra de su conocimiento de la extensa continuidad argumental superheróica desde los albores de la creación, pero al contrario que otros autores mediocres a quienes dicha continuidad les pesa como una losa, imposibilitándoles para desarrollar sus relatos y viéndose por ello empujados a dar la vuelta como un calcetín a personajes clásicos dejándolos irreconocibles incluso a los ojos de la madre que los parió, Waid hace fácil lo difícil, algo de lo que solo son capaces unos pocos privilegiados, y utiliza inteligentemente la solera acumulada por los superhéroes a modo de espejo retrovisor, pero sin dejar de avanzar hacia delante en su propio beneficio y el de los lectores, creando historias con cierto regusto vintage, pero inmersas de lleno en temáticas de la más rabiosa actualidad.
Los flecos pendientes como la revelada identidad secreta de Daredevil es resuelta magistralmente en solo dos viñetas, nada que ver con Un nuevo día, la soberana mierda que pretendía solucionar un problema similar en The Amazing Spiderman y que solo consiguió cabrearnos a todos los seguidores como a monas. Waid devuelve al personaje a sus orígenes ancestrales más luminosos de la época pre-Miller, con la sustancial diferencia de que al contrario de lo que sucedió durante la primera década y media desde la creación del superhéroe por cortesía del inevitable Stan Lee junto a Bill Everett, ahora los guiones son buenos, son muy muy buenos, y no se sustentan únicamente como sucediera antaño con los lápices del maestro Gene Colan.
Los dos encargados del apartado gráfico, el norteamericano Paolo Rivera y el español Marcos Martín (Barcelona, 1972) refuerzan ese regusto retro aportando un estilo colorido de reminiscencias pop que parece devolver por momentos el optimismo al otrora amargado Matt Murdock. Su dibujo dinámico y sin estridencias ha resultado clave para que el conjunto de la obra publicada hasta la fecha se haya hecho acreedora de los premios más importantes de la industria durante el pasado 2012. A los pocos meses de su desembarco, el Daredevil de Waid, Rivera y Martín se hacía con el Premio Harvey a la mejor Nueva Serie y acaparaba un impactante hat-trick en los Eisner, donde se alzó con los premios gordos a la Mejor Serie Abierta, al Mejor Episodio (El hombre vivo más buscado. Daredevil, vol. III, numº 7) y, como no, al de Mejor Guionista.
La panadería propietaria de los derechos de publicación en España de Marvel Comics (me niego en redondo a nombrarla siquiera para no darle ni un ápice de publicidad) sigue en sus trece de no publicar prácticamente nada que merezca la pena en grapa, y si no queremos perdernos las nuevas aventuras del hombre sin miedo los coleccionistas/completistas de pro no vemos obligados a comprar los malditos tomos recopilatorios (ganas de matar ¡aumentando!). A día de hoy ya se han publicado tres de estos volúmenes: La sonrisa del diablo; Corazones en la oscuridad y Calor, que comprenden los números del 1 al 21 de la tercera etapa de la serie regular, siendo este el único formato disponible para los lectores en castellano…siempre que no prefieran hacerse con la edición original norteamericana, claro está. Sea como fuere, las aventuras del nuevo/antiguo Daredevil son dignas de mención y lectura en un idioma u otro, tanto da, lo importante es que estamos ante un grandísimo tebeo que creará escuela y marcará una de las etapas más brillantes de un superhéroe que celebrará su 50 aniversario en este año entrante. Y si no, al tiempo.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa de Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.