R. Beltrán/ Pocas cosas más divertidas pueden hacerse un domingo por la mañana en Eivissa que acercarse hasta Sant Joan para darse una vuelta entre los puestos del mercadillo hippy que se celebra en sus calles desde octubre de 2012. Una iniciativa reciente e impulsada por Saigo Dicenta, que ha logrado reunir en poco más de un año un elenco de artesanos de lo más selecto y original.
Rosa Flavià, una de las comerciantes, envuelve con mimo las mermeladas que tiene a la venta y que elabora con frutas y verduras de su huerto. “Si me falta algún ingrediente lo compro a algún pagès de la zona”, apunta. Y es que Flavià apuesta por la originalidad envasada al vacío con ingredientes de lo más sorprendente. Además de las mermeladas de tomate, cebolla, calabaza e higos, sobre su mesa se encuentran propuestas muy originales, como la de papaya y ron añejo, albaricoques y lavanda, chiles a la vainilla… Y para los amantes de lo salado, crujientes empanadas de carne, porciones de Quiche Lorraine y sandwiches para todos los gustos. “Todo fresco y hecho en casa”, apunta esta catalana nacionalizada ibicenca por vocación, que señala sus barritas de cereales y frutos secos como el bestseller absoluto de su cocina. “A media mañana me han volado todas, traiga las que traiga”.
De Vietnam a Sant Joan, pasando por Singapur
Pero en este mercadillo no sólo hay tentaciones para paladares exigentes, sino también ropa para niños y adultos, fruta y verdura ecológica, cosmética natural, instrumentos musicales, artesanía con madera, cristal y cerámica… Como la del puesto de Kevin Johnson, que cuece en su casa las piezas de gres que moldea a la antigua usanza. Cuencos y platos, todos ellos únicos y con el sello de sus manos expertas, que lucen colores para todos los gustos.
“Vine por un mes y llevo aquí siete años”, explica la vietnamita Huyen Nguyen, una economista que cambió Oriente por Occidente y su oficina en Singapur por un puesto al aire libre en Sant Joan. Sobre su mesa, unas fascinantes postales que ella misma confecciona con la delicadísima técnica japonesa denominada kirigami y que consiste en cortar el papel sin trazar un dibujo previo. Al abrirse estas tarjetas, de su corazón salta una figura en tres dimensiones; desde norias articuladas hasta árboles, pasando por cebras, molinos de viento y aguerridos galeones. Un regalo perfecto para los últimos mohicanos de la era postal.
Joyas de imperios extinguidos
Historia y joyería van de la mano en el puesto de Pia y Luciano, quienes venden pendientes, anillos, pulseras y collares basados en piezas originales de los imperios romano y etrusco. Cada una de las piezas, elaboradas en Italia en bronce y chapadas en oro, reproducen con minuciosidad diseños antiguos, sólo aptos para gente con buen gusto.
Tras vivir en Altea, Ona Bayarri se trasladó a Eivissa hace seis meses y desde entonces acude puntual cada domingo al mercadillo de Sant Joan, donde vende piezas únicas elaboradas con punto y crochet. Chalecos, abrigos, chales… De los colores más abigarrados y llamativos, hasta la elegancia de los tonos empolvados y el clásico blanco, “el más demandado en verano”. Además de tejer con sus manos cada una de las piezas, Bayarri también rescata piezas únicas en anticuarios y les brinda una nueva vida al convertir, por ejemplo, un mantel en un llamativo chaleco.
Desde que se celebra este mercadillo, los domingos en Sant Joan han revivido. El ambiente, popular y divertido, se adereza con música en directo. “Este es uno de los pueblos más bonitos de la isla, que tiene más alma”, señala Saigo Dicenta. Y desde hace poco más de un año cuenta con una feria dominical que transmite ese espíritu tan tradicional y, a la vez, tan cosmopolita del norte de la isla.
Alegria ,alegria, …y que siga la musica
Que fort, chiqueta, que fort!!!!