¡FLOTA COMO UNA MARIPOSA, PICA COMO UNA ABEJA!
@L.F./ Los alocados años 70 dejaron su impronta rebozada de histrionismo en todo tipo de manifestaciones culturales de la época, y por supuesto, el cómic, uno de los medios más receptivos y permeables a las nuevas tendencias no iba a ser menos. Superman vs Muhammad Ali es prueba feaciente de ello.
Tras el éxito del anterior crossover (cruce entre personajes) de Spiderman y Superman, las franquicias estrella de Marvel y D.C Comics, esta última decide ir un paso más allá inducida por el promotor/estafador pugilísto Don King (hablando de histrionismo…) quien fue lo bastante hábil como para ver las posibilidades de generar dinero a costa de los dos iconos más representativos de la década, enfrentándolos entre sí el mismo año del desembarco de la aclamada adaptación cinematográfica del hombre de acero dirigida por Richard Donner con el malogrado Christopher Reeve como protagonista.
El proyecto pronto toma forma, y los curtidos Dennis O’Neil (EE.UU, 1939) a cargo del plot original, y Neal Adams (EE.UU, 1941) encargado de los lápices y la adaptación definitiva de la historia, serán los encargados de plasmar en viñetas el combate más surrealista y no por ello menos esperado de todo el siglo XX.
La historia empieza con el afán expansionista de Rat’Lar, líder de la raza extraterrestre Scrubb, quien a cambio de no invadir el planeta por la fuerza propone un combate alternativo entre su campeón, Hun’Ya, y el mejor adalid posible que la Tierra pueda presentar. Si ellos vencen, seremos colonizados, si gana el nuestro, se marcharán con viento fresco. Es entonces cuando el gran boy scout con los calzoncillos por encima de las mallas se presenta voluntario, pero Muhammad Ali se muestra en desacuerdo, ya que el propio Superman también es un alienígena, y por lo tanto, no está cualificado para representar a los terrícolas. La discrepancia intriga a Rat’Lar, quien propone un combate eliminatorio previo a celebrar en su propio planeta Bodace, donde los superpoderes del Supes quedan inhibidos temporalmente por su sol rojo, para dilucidar en igualdad de condiciones quien se las verá con su invicto campeón intergaláctico.
El enfrentamiento está servido, y la más que merecida tunda que le endiña Muhammad Ali a Superman en un evento retransmitido a nivel interplanetario es de las que hacen historia (¿o qué os creíais, pardillos?). El kriptoniano podía haber perdido sus poderes momentáneamente, pero Ali seguía flotando como una mariposa y picando como una puñetera abeja. El envalentonado boxeador predice entonces en una de sus habituales bravuconadas que en el cuarto asalto del combate que decidirá el futuro de toda la humanidad el campeón Hun’Ya también besará la lona sin contemplaciones. Dicho y hecho; el rapapolvo que le encasqueta al sufrido extraterrestre mientras un recuperado Superman se dedica a boicotear la flota espacial de los invasores, por si las moscas…también es de los que hacen afición.
A Rat’Lar no le sienta demasiado bien la derrota y decide invadir la Tierra de todos modos, incumpliendo su palabra. Es aquí cuando sorpresivamente entra de nuevo en acción Hun’Ya, quien parece disponer del intrínseco sentido de la deportividad común a todos los buenos boxeadores, ya sean de este planeta u otro, y asqueado por su falta de honorabilidad derroca a su líder e impidiendo así la invasión. El nuevo caudillo de los Scrubb hace entonces las paces con la Tierra, con Superman, y con el anteriormente conocido como Cassius Clay en un empalagoso alarde de buenrrollismo que hace rechinar empastes cual goznes desengrasados, y la última viñeta nos muestra a la pareja protagonista encajando las manos mientras Ali afirma en un repentino ataque de modestia que: “Somos” los más grandes, cuando todas las civilizaciones del espacio sideral han podido comprobar en vivo y en directo que el único y más grande todos los tiempos es él, y punto.
Bien, creo que estaremos todos de acuerdo en que la historia resulta algo infantiloide y no se hará merecedora de ningún premio Nobel, pero resulta innegable que Superman vs Muhammad Ali es un tebeo que ha envejecido muy bien, transcendiendo más allá de la dudosa calidad del guión hasta convertirse en un objeto de culto gracias a las particularidades de su edición original. A saber; el cómic fue lanzado al mercado en un formato extraordinariamente inusual por su tamaño semejante al de un periódico. En España fue publicado en primera instancia por la editorial mejicana Novaro con una llamativa y atrayente proclama que rezaba: ¡La pelea que salva a la Tierra de los Guerreros de las Galaxias! En 2011 se reeditó en nuestro país este legendario one-shot en un pretendido formato de lujo de menor tamaño, con un nuevo y dudoso recoloreado y varios extras adicionales incluidos que no compensaban otros defectos como la polémica mutilación de la portada; y me suda el nardo que la editorial se ampare en la excusa de que “son unos milímetros de nada”. Es una herejía en toda regla, ya que si por algo es conocido este cómic es precisamente por eso, por su mítica ilustración que abarca cubierta y contracubierta (el dibujo es de una sola pieza) plagada de personajes enchufados de la época, reales y de ficción, que disfrutan in situ del combate del siglo.
Así, entre los aficionados que ocupan las abarrotadas gradas podemos reconocer a dos presidentes norteamericanos como Gerald Ford y Jimmy Carter acompañados de sus respectivas Primeras Damas. El propio Don King aparece en el margen izquierdo de lo que seria la imagen frontal (para incluirlo defenestraron al mismísimo Mick Jagger a última hora!). Si os fijáis bien podréis distiguir a otros personajes reales como Pelé, los Beatles (acompañados de Yoko Ono y Linda McCartney), los Jackson 5 al completo con un Michael pre-decoloración permanente, Sonny Bono y Cher, Christopher Reeve con gafas (como no podía ser de otro modo), Frank Sinatra, Raquel Welch, Peter Falk en su papel de Colombo, Woody Allen, John Wayne (¡con bigote!) y Andy Warhol junto a gente del gremio comiquero como Wally Wood o los propios responsables de la historia, Neal Adams y Dennis O’Neil en compañía de William Gaines, Gil Kane o Joe Orlando y los padres de la criatura en primer término, los míticos Jerry Siegel y Joe Shuster. De entre los personajes de ficción pertenecientes a la casa merece la pena destacar a Flash (Barry Allen), Batman, Plastic Man, Linterna Verde (Hal Jordan), el genuino Clark Kent y Lois Lane, Alfred E. Newman (recurrente chico de portada de la revista MAD) el insoportable Jimmy Olsen, Wonder Woman (Diana Prince) y Green Arrow (Oliver Queen) entre muchos, muchos más.
Lo que en un principio parecía ser una extravagancia más de la época ha terminado por convertirse en un clásico impepinable de todos los tiempos gracias a un par de valores seguros que por separado ya eran dos grandes marcas, pero que juntos resultaron ser imbatibles…aunque (afortunadamente, desde mi punto de vista) uno de ellos resultó ser más desvergonzado e imbatible que el otro.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa de Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.