Reciclar. En tiempos de crisis lo más importante es el reciclaje, darle usos diferentes a las cosas destinadas antes a otros menesteres. De este trabajo de reinvención se encargan habitualmente las mentes pensantes, pero es una especie en vías de desaparición, quedan unos pocos ejemplares, y no conviene sobrecargarlas con trabajos de índole menor. En estas ocasione suele ser la misma ciudadanía la que reconvierte las cosas que ya resultan inútiles para las funciones por las que fueron creadas. Meditaba servidor sobre tan profundas cuestiones el último día lluvioso en la isla. Ver cómo los usuarios de las líneas de autobuses han reinventado la antigua e inservible delegación del Gobierno en sala descubierta de espera para el vehículo que aguardan me reconcilió con la vida y con la condición humana. Así, las dos cosas a la vez.
La ostentosa marquesina sostenida sobre sí misma, sin columnas sujetadoras que le den fortaleza, como un pecho femenino joven y turgente sin wonderbra, se utiliza ahora como paraguas y los escalones que daban entrada al edificio como si éste fuera el Senado romano se aprovechan ahora como bancos de piedra para hacer la espera más cómoda. Se acabó el plástico amarillo de los asientos del Cetis, tan caluroso en verano y tan frío en invierno. Viva la piedra viva, que en invierno revitaliza las partes del cu erpo más posaderas y en verano te las achicharra como la barbacoa de un dominguero novato.
Ya hemos rehabilitado pues uno de los edificios que la ciudad que la ciudad quería emblemático, pero que se quedó a medio camino entre casino de provincias y estación de tren con pretensiones. La antigua delegación del Gobierno ya tiene un nuevo uso y de saber actuar las mentes pensantes, bien podría habilitarse el interior como espacio para bar, venta de billetes, librería y otros servicios igualmente imprescindibles en una estación de autobuses. Habrá que desalojar el inmueble de las ratas y gatos asilvestrados que han hecho de él su hogar y habremos conseguido dar nueva vida útil a un edificio dado por muerto.
Ahora habrá que pensar en cómo dotar de idénticas ventajas a las nueve subestaciones restantes. En lugar de demoler los mamotretos que afean la ciudad, sólo hay que trasladarlos piedra a piedra e instalarlos allá donde convengan. Los anticuados juzgados, la abandonada Graduada y otros muchos puntos negros de nuestro urbanismo e incluso el Cetis, tan anbandonado y vacío ahora como lo estuvo la delegación del Gobierno. Como no se monte allí un parque temático para aprendices de conductor, no se me ocurre qué otra utilidad puede dársele a ese nuevo muerto para reciclarlo.