Un año más, y ya son 55, la Organización católica ‘Manos Unidas’ lleva adelante su campaña anual que, inspirada en el octavo Objetivo de Desarrollo del Milenio, propuesto por Naciones Unidas, tiene por lema ‘Un mundo nuevo, un proyecto común’.
Crear un mundo nuevo es crear un mundo donde la humanidad asuma el perdón del pecado, que obtenemos por la Redención que Jesucristo nos ha obtenido desde el árbol de la Cruz, y se organice el mundo, no de cualquier manera, sino según el plan de Dios, que es el que seamos todos una misma y unida familia, bajo la guía del Padre común, el Dios todopoderoso, y con la fuerza que nos da el Espíritu Santo.
En una familia los miembros no están simplemente unos al lado de los otros, sino que están unos con los otros, con una unión que brota del amor y se reproduce en los deseos y las acciones de cada uno siempre a favor de los demás y nunca en contra de nadie.
Mirando la realidad de nuestro mundo, vemos que hay muchos medios que puestos en acto acaban con las injusticias y divisiones y fortalecen el amor. Sin embargo, aún existen muchas, muchísimas, demasiadas situaciones en que ello no se cumplen. Ante ello, como una aportación válida y positiva, Manos Unidas potencia este año esta campaña para desarrollar un mundo nuevo, donde integralmente se proceda a, juntos en un proyecto, crear esa nueva situación de desarrollo integral que se expresión del amor y lo potencie y haga que sus frutos lleguen a todos.
Los cristianos tenemos un camino seguro en ese itinerario. Es el mandato nuevo de Jesucristo: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Es un mandato nuevo y sus resultados serán ciertamente nuevos. Un mundo nuevo será, pues, solamente accesible cumpliendo este mandato. Manos Unidas, como organización católica, está llamada a caminar en ese sentido y a ofrecerlo a los demás, nunca como imposición, siempre como proposición adecuada.
Ese mandamiento nuevo es el que nos ofrece Jesús cuando en la víspera de su Pasión, en el primer Jueves Santo de la historia, en la Última Cena, nos hace esa exhortación para inaugurar u nuevo tipo de su presencia.: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado así amaos los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, se os amáis los unos a los otros” (Jn 13,34). Se trata del mandamiento final, conclusivo y reasuntivo de la voluntad de Dios que Jesús nos había ido señalando en los años de su vida terrena: una voluntad de amor, porque Dios es amor.
Es un mandamiento nuevo porque el amor de los discípulos deberá tener como fundamento y modelo el amor mismo que tiene Cristo y nuestras actuaciones tendrán que ser expresiones de su amor. Así el amor de los discípulos deberá tener como criterio el mismo criterio del amor de Cristo (Cf. Jn 13, 14-15), es decir, darse a los demás, a todos sin exclusión, y especialmente a los más humildes y necesitados. Ha de ser, además, un amor recíproco, de los unos hacia los otros y viceversa, como tres veces repite Jesús. Donde no hay amor reciproco la comunidad humana no alcanza su madurez, su perfección; una comunidad humana, más aun, una comunidad cristiana donde no hay amor recíproco es una comunidad donde a Cristo se le separa, donde se le considera ausente, donde hay un vacío. El amor reciproco es la señal inconfundible e inequívoca de que Jesús está presente. A hacerlo, pues presente, colabora la generosa obra de Manos Unidas.
Deseo hacer presente, pues, una palabra de aprecio y aprobación de Manos Unidas en nuestra diócesis. Trata de trabajar por un mundo nuevo, un mundo como Dios lo tiene pensado y nos lo ha manifestado a través de Jesucristo. Una palabra de gratitud a todos los voluntarios que en todas las parroquias de Ibiza y Formentera, y muy especiadamente la Junta directiva, a lo largo del año trabajan para ayudar, promover y desarrollar a los hermanos necesitados en el Tercer Mundo. En muchos lugares del mundo hay servicios, proyectos, instalaciones para el bien de la gente que han sido posibles gracias a la aportación que ha salido desde aquí, desde Ibiza y Formentera. Vamos, pues, a seguir adelante con ello, vamos con renovado impulso y constante consideración a continuar así, sabiendo que practicamos de ese modo el mandato nuevo del amor, que colaboramos a un mundo nuevo, a hacer entre todos el proyecto común de más justicia en las grandes líneas de la sanidad, la educación, la promoción social y de la mujer, el desarrollo agrícola. Gracias y adelante por ese camino.
Vicente Juan Segura, Obispo de Ibiza