Ahora que nuestras autoridades tratan de darle una vuelta de calcetín a la ciudad de Eivissa, desde el puerto hasta Can Misses no sé yo si cuentan con alguna mente pensante y creativa para dotar a cada espacio en vías de remodelación del lustre y el esplendor que merece por su historia y particularidades diferenciales. Apostaría lo que queda de original en el castillo-parador a que, por poner un ejemplo, a nadie se le ha ocurrido dotar al futuro edificio de los juzgados de una rampa parecida o copiada al pie de ladrillo a la de los juzgados de Palma, probablemente la rampa más fotografiada y televisada de toda la historia de España. Es una idea sobria y de ejecución barata, pero de resultados espectaculares.
Una rampa permite montones de posibilidades, según la alcurnia de quienes tienen que subirla o bajarla como testigos o imputados. Queda muy fotogénica al desnudo, sin adornos superfluos, cuando la recorre un chorizo habitual, pero puede adornarse con banderines, gallardetes y banda de música si el protagonista de la jornada tiene sangre azul o la tiene prestada, como le sucede a Iñaki Urdangarín, que si se hace una heridita en el dedo al cortar un cinco jotas la sangre le sale de un color rojo muy vulgar y plebeyo.
La entrada a los juzgados de Palma de su serenísima esposa -ahora no recuerdo bien si es serenísima, tan graciosa como su parienta de Inglaterra o simplemente una quinqui de guante y enaguas bordado por las Clarisas. Presuntamente.- se ha convertido en el tema más comentado en los medios de comunicación. Si accederá al edificio en coche o lo hará a pie desafiando como una Agustina de Aragón las probables tormentas populares con huevos incluidos ocupa desde hace semanas la mayor parte de las tertulias políticas consideradas serias y las de las salas de espera de la sanidad pública y privada.
Todo ello a costa de una rampa que ni el arquitecto que la diseñó podía imaginarse que p09día dar tanto juego como está dando. Desde la incomprensiblemente altiva Maria Antonia Munar hasta la hija del rey que rabió la han atravesado aparentando una dignidad que perdieron hace tiempo, como quien pierde el paraguas o un bolígrafo. Viva el glamour de la Justicia, que se viste de gala cada vez que algún exexcelentísimo o exexcelentísima visita estas dependencias, por lo demás tan grises e impersonales de ordinario.
No sé si al Ministerio de Justicia o a quien tenga la competencia de crear ese nuevo edificio en el solar de la antigua sa Graduada tendrá en cuenta esos detalles. Por lo menos que se acuerden de impermeabilizar los sótanos para que no fenezcan, comomo ha sucedido infinidades de veces, por ahogamiento a causa de las intermitentes inundaciones tantísimos expedientes y legajos como debe albergar un inmueble de estas características. Ya sólo faltará después la rampa para que luzcan la moda de las nuevas temporadas los imputados e imputadas con pedigrí. Pero que no se la encarguen a Santiago Calatrava, inventor de la arquitectura efímera.