@D.V./ Biólogo de profesión, durante casi dos décadas Carlos Bravo ha impulsado desde Greenpeace campañas contra la energia nuclear y a favor del desarme. Ahora forma parte de la consultora ambiental Salvia y es coordinador de la Alianza Mar Blava. Después de muchos combates, este segoviano tiene un nuevo objetivo: parar las prospecciones petrolíferas en las Baleares y el golfo de Valencia. Con él hablamos sobre la utilidad de las alegaciones, de cómo los técnicos del Ministerio analizan los estudios de impacto ambiental, y sobre las expectativas reales de parar los proyectos petroleros que nos amenazan.
-En estos momentos, todo el mundo habla del famoso estudio de impacto ambiental sobre los sondeos sísmicos que Cairn Energy ha presentado al Ministerio de Medio Ambiente. Evidentemente, cuando una parte interesada -en este caso, la petrolera- realiza una evaluación de su propio proyecto, es de cajón que será benévolo y minimizará sus consecuencias. ¿Esto ya lo tienen en cuenta los técnicos que estudian este dossier de 800 páginas?
-Lamentablemente, dado que el Estudio de Impacto Ambiental (EsIA) de un proyecto lo paga el promotor (en este caso Cairn Energy), el EsIA concluye lo que el promotor desea que se diga. Es decir, va a decir que el impacto del proyecto es moderado, asumible, etc. aunque no lo sea ni por asomo. Esto refleja un gran defecto del procedimiento de evaluación de impacto ambiental en España. Lo ideal sería que entre el promotor y el redactor del EsIA no hubiera relación alguna y que una agencia u organismo independiente fuera el que asignara al azar la redacción del EsIA de un determinado proyecto a un cierto redactor dentro de una bolsa de empresas dedicadas a esta labor.
La inaceptable tendenciosidad del EsIA de los sondeos acústicos de Cairn Energy no es un caso aislado. Es lo que ocurre en la inmensa mayoría de los proyectos sometidos a este trámite.
-¿En qué medida estos estudios de impacto ambiental son estudiados a fondo? ¿No son más bien un mero trámite para salvaguardar las apariencias?
-El EsIA del proyecto tiene que someterse a información pública y pueden presentarse alegaciones al mismo. Tras el análisis conjunto del proyecto y de las alegaciones, el órgano ambiental (en nuestro caso el Ministerio de Medio Ambiente), que debe ser objetivo y neutral, tiene que emitir una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) sobre el proyecto. Si este análisis se hace de forma verdaderamente neutral y objetiva, el vicio de partida causado por un EsIA condicionado a los intereses del promotor no tiene porque determinar a su favor el resultado de la DIA. La clave reside, pues, en las alegaciones que se presenten y en el buen hacer del órgano ambiental.
-¿Qué pesan más: las alegaciones que han preparado los técnicos o las alegaciones masivas? ¿Pesa más la evidencia científica o el rechazo social?
-Una correcta evaluación de impacto ambiental debe tener en cuenta, además de los argumentos ambientales, el sentir de la ciudadanía donde se quiere llevar a cabo el proyecto. En un Estado democrático y de Derecho es impensable que se pueda imponer un proyecto en contra de toda la sociedad. En el caso del proyecto petrolero de Cairn Energy en el golfo de Valencia coincide además que existen abundantes argumentos científicos y ambientales de peso en contra del proyecto y un rotundo rechazo de la ciudadanía y de todos los sectores de la sociedad.
Las prospecciones en el Mediterráneo tienen un elevado coste y muchos riesgos
-En un contexto en el que las reservas de petróleo se están agotando, ¿las petroleras han iniciado una carrera a la desesperada para buscar nuevos yacimientos? ¿Puede convertirse el Mediterráneo en un mar plagado de plataformas extractivas?
-Aunque las experiencias previas desde hace décadas no apuntan a que en el Mediterráneo haya mucho petróleo, lo cierto es que desde el final de la era del “petróleo fácil”, la industria petrolera ha iniciado la búsqueda de depósitos de hidrocarburos en zonas donde hasta hace unas décadas no resultaba rentable debido a su elevado coste y riesgos: en alta mar. En este contexto es donde hay que enmarcar el proyecto petrolero de Cairn Energy en el golfo de Valencia.
Si no logramos parar este proyecto, y los otros que tratan de ponerse en marcha en el Mediterráneo noroccidental, rodeando las Baleares, y se encontrara finalmente petróleo en suficiente cantidad, habría que pensar, en efecto, en un Mediterráneo plagado de plataformas petrolíferas.
-¿Cuáles son los principales desafíos técnicos de la explotación en una zona como la del golfo de Valencia? ¿El riesgo es alto?
-Es importante recordar que se trata de prospecciones en zonas con profundidades de hasta 2.000 metros, que pueden llegar a ser similares o superiores a la de la plataforma Deepwater Horizon de BP, cuyo accidente en el golfo de México en 2010 resultó catastrófico. En este caso el pozo se perforaba bajo una columna de agua de 1.500 metros. El hundimiento y explosión de la plataforma de exploración provocó el mayor accidente de la historia de la industria petrolera en aguas marinas, con 11 muertes, 16 heridos y el vertido de 5 millones de barriles de crudo que contaminaron costas a 250 km del pozo.
Operar a profundidades elevadas añade un factor de riesgo muy elevado en las fases de la perforación exploratoria y de extracción debido a las presiones extremadamente elevadas, la baja visibilidad y la imposibilidad de acceso humano a la boca de los pozos.
En Noruega se han paralizado explotaciones petrolíferas muy parecidas a las de aquí
-¿Hay precedentes de explotaciones petrolíferas en zonas turísticas?
-Lo que sé es que en otros países de nuestro entorno se han anulado proyectos petroleros de gran envergadura por la oposición social a los mismos. Es el caso de las perforaciones petrolíferas en las aguas costeras de Lofoten, Vesterålen, Senja, More y Jan Mayen, en Noruega, zonas de gran valor ambiental, pesquero y turístico. El Gobierno conservador surgido tras las elecciones generales celebradas en septiembre de 2013 alcanzó un acuerdo parlamentario para paralizar los planes y proyectos de perforación de petróleo y gas en las Islas Lofoten y demás zonas mencionadas. Y ello a pesar de que la empresa promotora del proyecto es Statoil, la empresa estatal noruega de petróleo. Y no es el único caso.
-Resulta incomprensible la actitud de los políticos autorizando prospecciones petrolíferas en áreas turísticas, es casi como dispararse en el pie. ¿Influyen muy poderosamente las empresas energéticas sobre la voluntad de los políticos?
-Ciertamente, es incomprensible, es absurdo. Y más teniendo en cuenta que en esas mismas zonas el Ministerio de Medio Ambiente y la Unión Europea están promoviendo, por sus elevados valores medioambientales, la creación de una serie de áreas marinas protegidas. Es evidente que no hay una planificación integral estratégica ambiental y energética por parte del Gobienro central no se tiene una idea clara del modelo económico que se desea. El Ministerio de Industria, Energía y Turismo (MINETUR) tiene un planteamiento puramente extractivista y parece sometido a los dictados de las empresas energéticas y, a pesar de la tercera pata de su cometido, olvida otros modelos de desarrolo más sostenibles.
-Conociendo su experiencia en luchas en defensa del medio ambiente. ¿Cree que la Alianza Mar Blava podrá lograr sus objetivos? ¿Cuales son las claves para parar las prospecciones? ¿Donde nos la jugamos?
-En la página web de la Alianza Mar Blava hemos colgado un documento llamado “Razones para la Esperanza” donde se recogen muchos casos de victorias ambientales ciudadanas en proyectos similares al que ahora nos tiene en pie de guerra. Estamos decididos a parar este proyecto y pasar a convertirnos en uno más de esos ejemplos. Tenemos argumentos medioambientales, sociales y económicos de peso que nos asisten. No obstante, la clave para vencer es aunar a todos los sectores de la sociedad y mantener esa unidad en el tiempo, y también tener constancia y perseverancia, pues estos procesos pueden ser largos hasta que se consigue pararlos del todo. A veces basta con demostrar puntualmente que hay una oposición fuerte al proyecto, pero no suele ser el caso, y entonces hay que mantenerse movilizados permanentemente.