@D.V./ Caminar durante cinco o seis horas, sin prisa pero sin pausa. Quemar kilómetros, reseguir caminos de tierra y pistas forestales, atravesar colinas, siluetear acantilados, alcanzar miradores y descubrir rincones y vistas inéditas de un isla que no deja de ofrecerte sorpresas. Dedicar todo el día al placer de caminar y, a ser posible, hacerlo con buena compañía.
La fiebre por el trekking ha alcanzado Ibiza. Si la crisis económica ha provocado que la gente abandone las clases de los gimnasios y se dedique a la actividad gratuita de correr por la calle -el ‘running’ o el ‘ir a correr’ de toda la vida- el desgaste que provoca en el físico una actividad tan exigente como puede ser el correr, ha convertido al trekking en una alternativa magnífica para aquellos que quieren continuar quemando kilómetros. Ibiza es el lugar perfecto para su práctica: un espacio con una infinidad de posibles rutas, todas ellas de una espectacular belleza natural y con desniveles suaves y aptos para todos los perfiles.
La isla cuenta también con una gran cantera de practicantes: gente en paro o que sólo tiene trabajos de temporada y que, cuando termina la temporada de verano tiene ante sí seis largísimos meses que hay que llenar de alguna manera. Y… ¿qué mejor manera que pasar el invierno en Ibiza que andando?
De Sant Llorenç a Sant Llorenç, atravesando Morna
He quedado en el merendero de Sant Llorenç con Israel, Víctor, Raúl, tres amigos que cada miércoles, acompañados de la fiel mascota de uno de ellos, Chispi, dedican sus 5 o 6 horas a caminar. Me explican la ruta de hoy: rodear la colina donde se sitúa el merendero, ascender otra colina, bajar hasta una hondonada y alcanzar el camino de Can Toni d’en Jaume Negre, atravesar la carretera de Sant Joan y seguir por el camino donde se encuentra Can Pere Sord, ascender la sierra de Morna, bajar por el otro lado siguiendo el cauce del torrente de Morna, alcanzar el camino de Atzaró, volver a la carretera de Sant Joan atravesarla en dirección a Balàfia y desde ahí retornar a Sant Llorenç por Can Pere Mosson. Les pregunto si han sido ellos quienes han confeccionado la ruta. “¡Qué va! Ha sido el Wikiloc, una aplicación de smartphone que te encuentra rutas de trekking por todo el planeta” responde Raúl”.
“Ahora hay el primer repecho fuerte. Luego todo es suave hasta que lleguemos a Morna, y ahí empieza la subida fuerte de verdad”, comenta Israel. Las rutas hay que realizarlas siempre por caminos de tierra y, si es inevitable pasar por un camino asfaltado, la consigna es abandonarlo tan pronto como sea posible: “Ir por caminos asfaltados atenta contra la esencia del trekking”. Israel trabaja como fijo discontinuo en una empresa de alquiler de coches y ahora disfruta de sus seis meses de vacaciones al año. Víctor está en el paro y acaba de regresar a Ibiza tras dos años en Alemania donde conoció de primera mano el fenómeno de los ‘minijobs’. Raúl trabaja en turno de fin de semana. Mientras esperan que llegue el frenesí veraniego, los miércoles se han convertido en el día del trekking en grupo, unas caminatas en las que mantienen largísimas charlas sobre lo divino y lo humano.
“Me leí el libro ‘Nacidos para correr’, en el que se habla de una tribu de Méjico, los tarahumaras, que pueden correr varios días seguidos y que han desarrollado una resistencia prodigiosa. Para ellos, correr es algo místico” comenta Israel que, de los tres, es el más imbuído en la mística del corredor. El resto de la semana aprovecha las tardes para realizar largísimas caminatas en solitario: “Ahora estoy interesado en los tipos que corren descalzos o con una zapatilla especial llamada ‘fivefingers’ y que es casi como un guante, de manera que tu contacto con la tierra es más directo. Dicen que eso cambia completamente tu forma de caminar y que quien lo prueba ya no lo deja”.
Alcanzando las cimas de Morna
Dos horas de camino. Tras superar los primeros repechos, hemos regresado a la llanura de Sant Llorenç. El invierno ibicenco luce en todo su esplendor: el verde de los campos brilla con intensidad y el silencio es casi total. Las cosas se complican cuando, tras atravesar la carretera de Sant Joan, se inicia la ascensión a la sierra de Morna. La subida es dura. Alcanzamos la zona afectada por el incendio y el bosque de pinos desaparece para dar paso un paisaje desbrozado, con troncos puestos de través para evitar la erosión de la ladera, arbustos de un verde intenso que han vuelto a brotar y pequeños pinos que regenerarán el área, Cuando alcanzamos la cima, sudorosos y exhaustos, el paisaje es fabuloso: a un lado, la llanura de Sant Llorenç; por el otro, toda la zona de Sant Carles, el mar y el perfil del islote de Tagomago.
“Llevo unos cuantos años aquí y Ibiza no deja de sorprenderme” comenta Raúl, “aunque pienses que te conoces toda la isla, continuamente estás descubriendo nuevos caminos. Siempre que vamos de trekking veo una casa nueva, un paisaje nuevo, algo que me deja con la boca abierta”. El camino ha sido duro, pero ahora toca la bajada: “Suelo decir que el miércoles es mi día favorito de la semana. Antes te juntabas con los colegas para beber en un bar. Ahora nos juntamos para caminar. Supongo que todo son épocas”.
El último en apuntarse al grupo ha sido Víctor, quien comenta que el pasado fin de semana pasó también por este camino y se encontró con bastante gente conocida: “Todo el mundo hace trekking y los fines de semana te encuentras aqui a tanta gente com en s’Alamera” comenta. Tras un descenso suave alcanzamos la llanura de Atzaró y Víctor nos comenta que unos tíos de su madre tienen una casa cerca: “Creo que és por aquí, una casa pagesa… Si la veo la reconozco”. La encontramos y los parientes nos ofrecen naranjas. La ruta está empezando a hacer mella en nuestra resistencia y el avituallamiento se agradece.
Atravesamos Atzaró y alcanzamos Baláfia. Veinte minutos más tarde ya hemos regresado al merendero de Sant Llorenç. La caminata ha durado cinco horas y media. Tenemos los pies doloridos pero todavía podríamos seguir charlando unas cuantas horas más. El siguiente plan es buscar un sitio donde ir a comer pero esa es otra historia. El trekking, en si mismo, termina aquí. “¿Qué te ha parecido? ¿Tienes ganas de volver?” me comentan. Cuando llegue a casa casi ni podré subir las escaleras por las agujetas… pero ya miro el calendario un miércoles que pueda librar. El trekking es altísimamente adictivo. Avisados estáis.
Buen artículo y, es cierto, hay muchas y muy buenas rutas en Ibiza, podríais empezar a escribir rutas en noudiari 😉
Me parece fantástico el reportaje.
Yo también practico el «na a caminar» y es totalmente cierto que engancha
Tenemos una isla preciosa para la práctica del trekking,debemos potenciarlo para que nuestros visitantes puedan disfrutar de todos nuestros paisajes de mar y montaña ,ya que la naturaleza nos ha obsequiado con tan bondadoso regalo.
Ahora más que nunca debemos luchar para poder preservarlo
EIVISSA DIU NO
Por cierto es muy facil seguir rutas , ya que en la web de los ayuntamientos hay muchas señalizadas