@V. R. / Formentera vive y saborea el fútbol que merece y que durante muchos años no ha tenido. Cada quince días se produce un peregrinaje desde muchos y variados caminos de la isla con un mismo destino. El municipal de Sant Francesc es el punto de convergencia, el lugar adecuado donde charlar y compartir experiencias con amigos y desatar la pasión por los colores, por su equipo. Esta afición es un ejemplo a seguir. Lo dicen incluso sus rivales, luego no hay duda de ello. Para quitarse el sombrero. Juntar a 650 personas en un lugar tan pequeño como Formentera equivale, a grandes rasgos, a reunir a 10.000 en un estadio de Ibiza o a 100.000 en uno de Mallorca, algo impensable en la Tercera balear,
Una paella con más de 20 kilos de arroz ha sido el primer plato que han degustado los aficionados locales y con el que han abierto boca antes del caviar, escenificado en esta oportunidad en un derbi de la máxima rivalidad ante la Peña Deportiva, es eivissencs de Santa Eulària.
Desde casi una hora antes del partido ya se oían cánticos en la grada de Sant Francesc, que se ha ido llenando paulatinamente hasta que no ha cabido ni un alfiler. Los que se han quedado fuera han tomado posiciones en la banda de la tribuna y el bar, desde donde se nota el aliento y la cercanía al juego hace las veces de apoyo e intimidación.
Había buena predisposición y ganas de pasarlo bien. Y el ambiente, salvo nimiedades, ha sido todo lo cordial que debía por la emoción del marcador. La gente disfrutaba en la grada de la electricidad de un Pepe Bernal que en Formentera está acabando de hacerse jugador, que sigue creciendo, y de la entrega del pulmón del Formentera, Armando, que se las tuvo tiesas con Paolo en un duelo de titanes, de músculo.
Tras algunos intercambios moderados de impresiones por culpa de un megáfono y que un aficionado le diera la vara a Jonhy des Molí de Sal, las aguas volvieron a su cauce sin más, hasta que en la segunda parte el peñista Ramiro y la afición tuvieron sus más y sus menos cuando se producía el cambio del primero. Un aficionado dio una palmada en la espalda al futbolista y el entrenador, Mario Ormaechea, y Toni 13, del Formentera, tuvieron que intervenir para apaciguar los ánimos. Nada que pasara de la categoría de anécdota.
En una de las dos gradas que divide la cabina de prensa y el bar del estadio, la hinchada más vociferante del Formentera desplegaba y plegaba cada cierto tiempo una bandera enorme que cubría parte de los aficionados, entre ellos el presidente del Consell Insular, Jaume Ferrer, que no se pierde partido que los suyos jueguen en casa.
El presidente del Formentera, Felip Portas, ejerció de anfitrión y sufrió junto al de la Peña Deportiva, Joan Marí, Dalies. Vieron el encuentro uno al lado del otro, cerca del piloto más famoso de las Pitiüses, el formenterense Xicu Ferrer, que ha participado en varias ocasiones en el Rally Dakar cuando este se corría donde toca, en Dakar. Nada que ver la soledad del desierto con la compañía que tenía en la grada, junto a la chiquillería y en la frontera entre las dos hinchadas, que animaron sin desmayo en lo que puede catalogarse como el triunfo del fútbol humilde. Que no decaiga.