R. Beltrán/ Josep Rosales (Eivissa, 1971) ha reunido 38 obras en Es Polvorí que resumen los 17 años que atesora entre pinceles. La muestra ‘Supermixtes’, que se inaugura el viernes 14 de febrero a las 20h y permanecerá abierta al público hasta el 30 de marzo, recoge piezas de varias de las series que han salido del taller de este pintor autodidacta y muy prolífico. Desde los Grattage numerados hasta las Oxidaciones, pasando por el collage y sus colecciones más novedosas, Tenebrismos y Costellades. Cómo no, en las paredes de Es Polvorí también lucirán trabajos de la serie Variaciones, que han sido creados con Las variaciones de Goldberg de Bach como banda sonora.
“Es como si volviese a empezar”. Rosales, que llevaba tres años sin ofrecer una exposición individual, ha definido así el sentimiento del artista a pocas horas de abrir las puertas de esta exposición. Centrado en los temas que ha tratado siempre (las tinieblas, las cruces…), el artista ibicenco sí reconoce una cierta evolución técnica en su obra, así como una predilección más acusada por las sombras, y sigue decantándose por la madera como el soporte en el que se encuentra más cómodo. “Sobre todo en los Grattage, donde la madera me permite ser más agresivo, me da mucho más juego”, matiza Rosales.
Un pintor que enmarca sus propios cuadros
El rojo, el negro y el óxido líquido centran la producción creativa de este pintor que escoge la noche para encerrarse en su taller. Carpintero y padre de dos hijas, sus otras ‘ocupaciones’ diarias también se inmiscuyen en su obra pictórica. Así, Rosales ha sido el encargado de manufacturar los marcos de casi todas las obras que penden de las paredes (sólo se muestran sin enmarcar cinco pequeños cuadros para los que el artista ha preferido encargar un cristal). En su faceta como padre, cuando las hijas del pintor se adentran en su estudio, éste destierra el rosa, tan típico de la infancia, para hacerles trabajar con sus colores característicos. Nada como tener un padre artista para descubrir que existen otra línea cromática diferente a la comprendida entre el ‘color piel’ y el fucsia.
Rosales, además, tiene una pared en su estudio en la que garabatea textos a medida que pinta. En ella anota a vuelapluma todos los pensamientos que van surgiendo mientras se maneja entre los pinceles, los lienzos, las maderas y los cartones que contienen su producción pictórica. Y a partir del día 14 de febrero, todos los ibicencos tienen una oportunidad magnífica de disfrutar en Es Polvorí de la obra de este artista tan fértil y original. No hay excusa, ni para los más perezosos: cada 15 minutos parte de Vara de Rey un autobús que sube hasta Dalt Vila y acerca a los pasajeros la posibilidad de disfrutar de estas sugerentes 38 piezas.