@Noudiari / La Cueva de Miro abrió sus puertas por primera vez en 1996, cuando Maria Rita Manca y Miro Michele inauguraron en Dalt Vila su tienda de Antigüedades y Joyas Artesanales. El éxito del negocio hizo que abrieran una segunda tienda en 2005 en la calle Baleares 11 C, junto al Parque de la Paz, e incorporando un taller de orfebrería.
En el exterior un enorme cartel de madera señala que nos encontramos en un taller artesanal. En los escaparates se aprecian numerosos collares y anillos y destaca un expositor que habla del poder de la piedras y en el que se puede averiguar, por ejemplo, que la Aguamarina «ayuda a superar momentos tristes y calma el dolor de muelas y trastornos del estómago», que el Espinell «rejuvenece» o que el Citrino «absorve y tranforma la energía negativa».
Ya en el interior de la tienda nos atiende la propia Rita, propietaria de la tienda y del taller donde realizan reparaciones, modificaciones y elaboran diseños propios y de sus clientes, ya sea en plata o en oro. Miro se encarga de la tienda de Dalt Vila, que está cerrada fuera de la temporada veraniega. No es un local muy grande, pero está abarrotado de vitrinas que muestran joyas relucientes y de gran belleza y colorido. Más que la Cueva de Miro, parece la Cueva de Ali Babá, por todos los tesoros que contiene.
«Tenemos joyería italiana lista para vender, pero también realizamos diseños propios, dependiendo de los gustos de los clientes. Por ejemplo, en estas fechas empiezan a pedirnos anillos de boda y este año pensamos hacer una colección diferente, de manera que cada pareja puede elegir lo que más le guste: oro blanco, pero también oro amarillo y plata, aunque todo con diseños únicos y exclusivos. Ahora, por ejemplo, lo que también hacen muchas parejas es utilizar las alianzas de los padres o de los abuelos para fundirlas y volver a utilizar el oro de sus antepasados para hacer nuevos anillos. Nos lo piden mucho», afirma Rita.
Una de las principales joyas del establecimiento es el taller que hay en el interior. Ahí es donde Gianluca y Rita pasan gran parte de su tiempo realizando nuevas creaciones o reparando las piezas rotas que les traen los clientes. Aquí nos encontramos los productos químicos, como el ácido para limpiar la plata, o máquinas como la pulidora, la galvanizadora, el ultrasonido, el PUK o láser y varias lupas, entre otras.
«El taller funciona de dos maneras: hacemos producción propia y también reparaciones. Nosotros ideamos cosas, sobre todo el orfebre Gianluca. Luego están las reparaciones, las emprendadas y el enhebrado de collares, de lo que me ocupo yo principalmente. Hay precios para todos los bolsillos y no tiene por qué ser caro», añade la propietaria de la tienda.
En la Cueva de Miro venden joyas y piedras preciosas, pero se consideran sobre todo artistas. «Nuestra filosofía se basa en un dicho de San Francisco de Asís, que dice que ‘quien trabaja con las manos es un trabajador; quien trabaja con las manos y la cabeza es un artesano, pero quien trabaja, con las manos, la cabeza y el corazón es un artista’. Nosotros somos las tres cosas, pero quizá más lo tercero», señala Rita.