(Ver vídeo de la cabalgata de los Reyes Magos en Vila). Buena parte de los pueblos de Eivissa y Formentera han disfrutado con fervor el día más esperado por todos los niños. El recibiento más multitudinario, pero igual de efusivo en todas partes, se ha vivido en el puerto de Vila. La zona de las barcas de Formentera estaba repleta de impacientes niños acompañados de sus padres. Pero la puntualidad de la organización no les ha hecho esperar mucho y a las seis y media arribaba la embarcación con Melchor, Gaspar y Baltasar saludando a bordo.
A partir de allí, la euforia se ha desbordado y sus Majestades no han parado de saludar y fotografiarse con todos los pequeños que lo han querido. Tras más de un cuarto de hora de baño de multitudes, cada uno de los Reyes Magos ha ido subiendo al trono de su respectiva carroza, todas ellas decoradas y con comparsas inspiradas en motivos orientales. Además, acompañaba a todo el séquito otras dos dedicadas a Pinocho, que este año recibe un homenaje por su 15o aniversario. Un gigantesco muñeco hecho con globos del popular personaje daba la nota más espectacular de la cabalgata.
La comitiva ha recorrido la avenida Santa Eulària, Bartomeu Rosselló e Isidor Macabich sin parar de arrojar caramelos (hasta 1.500 kilos). Una vez llegados a la iglesia del Roser, Melchor, Gaspar y Baltasar han hecho un parón para adorar al niño Jesús del templo. Una vez reiniciado el camino por la calle País Valencià y avenida España, la cabalgata ha finalizado en Vara de Rey, donde cientos de niños han colmado su deseo de ver de cerca a sus Majestades.
Santa Eulària
El leve retraso en la llegada de sus Majestades al puerto deportivo de Santa Eulària a bordo de una golondrina ha contribuido a alimentar la ilusión y ha destadado la impaciencia entre los centenares de niños que han ido a recibirlos. En su equipaje, centenares de paquetes repletos de regalos para los más pequeños, que apenas han podido contener los nervios cuando los Reyes han asomado sus barbas en el paseo marítimio. En este punto les esperaban sus engalanadas carrozas, decoradas con paquetes envueltos en papel de regalo y lueces de todos los colores.
Empujadas por potentes todoterrenos, imprescindibles para mover la pesada carga de juguetes transportada desde Oriente, han iniciado su extenso recorrido por las calles del pueblo de Santa Eulària. Los esperados protagonistas de la chiquillería han repartido miles de caramelos entre los peques que sus preocupados padres se han lanzado a recoger sin prisa, pero sin pausa, para surtir las bolsas que portaban, endulzar la sonrisa de sus hijos y engrosar la cuenta de algún odontólogo.
Desde mucho antes de que sus Majestades arribaran al puerto de Santa Eulària, numerosas personas aguardaban su llegada. Las calles llenas y los niños expectantes han poblado las aceras y han acompañado a los Reyes Magos a lo largo de su paseo real. «¿Ahí llevan mi tablet?», interrogaba a su padre un niño seguramente más hábil con las pantallas táctiles que su progenitor, que asentía para tranquilidad del pequeño.
No era el único que se preguntaba por los regalos. «¿Por qué no me lo pueden dar ahora y así no tengo que esperar a mañana?», le decía impaciente a su madre un crío cuya enorme sonrisa delataba la falta de una paleta. «Si hoy me voy a dormir pronto, ¿me traerán más regalos?», le decía otro a sus padres, que se desternillaban. Tras su ajetreado recibimiento, los Reyes siguieron repartiendo regalos en las casas de Santa Eulària y los niños, con más ganas que nunca y sin rechistar, se metieron en la cama.
Lluvia de caramelos en Sant Antoni
Los Reyes Magos vienen de Oriente, pero en Sant Antoni de Portmany han llegado con puntualidad suiza. A las seis y media de la tarde, exactamente la misma hora en la que estaba programada su llegada, Melchor, Gaspar y Baltasar han atracado en el muelle del puerto de la localidad. En tierra les esperaban tres carrozas tiradas por tractores con los que han iniciado un recorrido que les ha trasladado por el paseo marítimo y el paseo de ses Fonts hasta alcanzar finalmente la iglesia parroquial.
La cabalgata ha sido abierta por una banda de cornetas y tambores que han interpretado villancicos y han repartido los primeros caramelos. Pero la locura se ha desatado con la llegada de las carrozas de les Reyes Magos. Un enjambre de niños acompañados de sus padres se han arremolinado entorno a los vehículos reales para poder ver de cerca a sus Majestades y, principalmente, para acaparar el máximo número posible de caramelos. Los pajes se han empleado a fondo repartiendo dulces para todo el mundo, provocando momentos de euforia general.
Los niños más pequeños han asistido al espectáculo embobados, con la boca abierta, y poseídos por la magia y la estupefacción que genera lo que es puramente maravilloso. Para los niños más crecidos, ha sido una fabulosa expedición para cazar el mayor número de caramelos. Para la mayoría de los padres, ha sido la repetición del ritual anual de la ilusión. Ahora toca dormir y esperar que los Reyes sean generosos.