La gente no es como tú
Gabi Beltrán
Editorial Sloper, 2014
136 páginas
P.V.P. 14 €
Terminé el libro de Gabi Beltrán (Palma de Mallorca, 1966) el viernes pasado, día internacional de la poesía, y tuve que tirarme inmediatamente al mar (documento gráfico en Facebook). Algo que, por mucha poesía que le pongas al asunto, y a pesar de estar en Ibiza, no termina de ser una fiesta en marzo. Así que, si ya tenía los eggs de corbata tras la lectura de La gente no es como tú, ahora los tenía de corbata y del tamaño de una tarjeta SIM (Micro-SIM, ojo; no Nano-SIM). Todavía tirititando de frío me senté frente al ordenador y me puse a pensar en (que) La gente no es como tú, Gabi Beltrán. Pero me dije que mejor hoy no, que con tanta poesía y tanto mar y tanto post con versos de Benedetti salpimentados con recuerdos de la Transición y cantos de tú lo hiciste fenomenal, Suárez, Suárez, Su-Su-Suárez, no me encontraba yo en un estado óptimo para hablar de La gente no es como tú, de Gabi Beltrán. El sábado sucedió más o menos lo mismo que sucede siempre: el avión malasio no apareció, Suárez no se murió y yo no escribí la reseña de La gente no es como tú, de Gabi Beltrán. El domingo amaneció con ciertos cambios, pero yo seguía sin escribir la reseña y aquí estoy, el lunes, con el móvil apagado tras haber enviado un guasap a traición al redactor jefe de NOUDIARI en el que se leía: «Envío reseña ya mismo punto Problema con el ordenador [emoticono con cara de pillo y lengua fuera; otro con cara de El Grito de Munch; otro con pulgar haciendo gesto de OK McKey; etc., etc.]».
De modo que en esas estamos, porque sigo haciendo todo lo posible para evitar hablar de un libro duro, seco, sin concesiones y, por decirlo con todas las letras, cabrón. La gente no es como tú es una colección de relatos/microrrelatos protagonizados por perdedores de primera división. Son perdedores de primera división porque no necesitan que un burgués wannabe como servidor los defina como perdedores. Ellos mismos lo saben e incluso llegan a regodearse en ello, pero no del modo que uno esperaría; es decir, no del modo al que nos han acostumbrado las hordas de imitadores de Bukowski de este país al que todo llega tarde, mal y desnatado. No lean a Gabi Beltrán. Lean, mejor, a los imitadores de Bukowski —no necesito decir nombres, basta con que acudan a su librería de confianza y seleccionen, siempre sin abrirlo, cualquier libro de una editorial pequeña/mediana cuyo título no podría decir en voz alta delante de su abuela enferma terminal—. Lean la literatura de los perdedores de segunda división de este terruño que pende de Francia y serán mucho más felices, de verdad, y vivirán satisfechos porque sabrán que hay gente que lo pasa mal, que pasó unos días en la cárcel por pasar pirulas y luego se molestó en escribir varios libros sobre el asunto; todo está bien, señorías, los poetas siempre han sido un poco gamberretes y algunos tienen, es cierto, una cuarta cerveza muy mala, pero la palabra mierda no huele y con un poco de chusmilla literaria underground de guarnición, el Marías te sabe más rico y el Pérez-Reverte te sabe a gloria. Así que mi recomendación de hoy es que no lean La gente no es como tú, de Gabi Beltrán, porque este libro es otra cosa, the real deal, una flor (perdonen, sigo muy afectado por todos los posts del día de la poesía) entre el pedregal [del realismo] sucio que conviene mantener fuera del alcance de los niños y de los votantes de UPyD. Lo dicho, recuerden que la gente no es como Gabi Beltrán, que en este país no hay escritores malditos, que brilla el sol, que dicen que la temporada turística va a ser sexpectacular y ojalá [sic] dure el mal rollo en los países árabes. Todo va bien. Pero, mientras esperamos, un relatito de Gabi Beltrán, así, como para quitarse el gusanillo este de estar vivos:
Halloween
Pensaba en ti todo el rato, mientras mi vida teñía de rojo el agua caliente de la bañera. Pensé en ti todo el rato; antes y después de regresar de la farmacia, cargado de ansiolíticos y antidepresivos. La cajera del supermercado me sonrió al ver las botellas de vodka; las dos bolsas de cubitos de hielo; el Trinaranjus de dos litros. La cajera me sonrió y dijo:
—Hay fiesta en casa hoy, ¿eh?
—Sí —le contesté—. Hoy es Halloween. Y tengo un disfraz cojonudo.
La semana que viene: ‘Nosocomio (El diamante negro)’ de Tania Padilla (Ediciones En Huida, 2013).
Menuda reseña. Digna de un acomplejado intelectual fallido. El libro puede que sea bueno pero el que ha escrito esto es penoso.
payasa
Menudo comentario. Digno de un acomplejado intelectual. Pero sin ser fallido: este lo es de verdad de la buena. Anda, vete a rumiar El Cultural.
pa-ya-sa
Menuda reseña. Digna de un acomplejado intelectual fallido. El libro puede que sea bueno pero el que ha escrito esto es penoso.
payasa
Menudo comentario. Digno de un acomplejado intelectual. Pero sin ser fallido: este lo es de verdad de la buena. Anda, vete a rumiar El Cultural.
pa-ya-sa
Los lunes, la columna que sale los martes…
Los lunes, la columna que sale los martes…