@C. Vidal / Fuego, el segundo libro de Mercè López y Rebecca Beltrán, es una criatura mágica y caprichosa capaz de hacer estallar volcanes y sentimientos. Es imprevisible, cambiante y roja, aunque las autoras han sabido capturar parte de su magia en un cuento para adultos pero «sin límites de edad» y que descubre en un treintena de relatos cortos los secretos de este ser tan volátil como caprichoso.
Lo primero que llama la atención es la portada de la obra: una niña fuego con aspecto travieso y con el pelo encendido en llamas, que invita a mirar en su interior. La belleza de los dibujos, obra de Mercè López, combina a la perfección con los textos, entre poéticos e hipnóticos, de Rebecca Beltrán, repitiendo la fórmula que tan buenos resultados dio en su primera obra juntas, Tu Corazón en un Cofre.
El libro, publicado por Penguin Random House Grupo Editorial, salió a la venta el pasado 20 de marzo y, en un principio, el objetivo de López y Beltrán es que sea el primero de una serie de cuatro protagonizados por los elementos primordiales: fuego, agua, tierra y aire. La ibicenca Rebecca Beltrán, escritora y periodista, es la encargada de presentar la nueva obra.
-¿Cómo definiría Fuego?
-Es un cuento para adultos, pero sin límite de edad y que también se puede leer a los niños. Es un libro dirigido tanto a la gente que le gusta leer como para aquellos a los que no les gusta tanto y les divierte más tener las ilustraciones y leer cosas cortas, que no les tome demasiado tiempo ni tenga una trama que seguir. A mí lo que me gustaría es que fuese un libro entretenido. No pretendo enseñar ni cambiar la vida a nadie. Me doy por satisfecha con que la gente pase un buen rato y así lo hemos encarado desde un principio.
-¿Cómo ha sido el proceso creativo?
-Mucho más fácil. Aquí ya nos conocíamos Mercè y yo. Si en el primer libro nos entendimos muy bien y tuvimos una buena conexión desde el primer momento, ahora que llevamos todo ese rodaje ha sido todo más sencillo. También he sufrido menos con este libro. Sigues pasando nervios, por ver cómo va a salir todo y tal, pero aquí ya no he sufrido tanto y me he soltado el pelo.
-¿Qué era primero, el texto o las ilustraciones?
-Siempre el texto. No sé por qué establecimos esa dinámica, y ya en el primer libro le dije que no me importaría que fuese al revés, porque también es interesante escribir sobre una imagen. Pero ella, que tenía más experiencia en esto, dijo que no, que prefería hacerlo de esta forma y, por mí encantada, porque cada vez que recibía una de sus ilustraciones era como decir: «Ya sé de que va» (risas). Es verdad que entiendes muchas más cosas cuando recibes el dibujo porque, aunque sea un texto tuyo, no está acabado, le faltan aún algunos flecos y son los que ella cierra con la ilustración.
-¿De quién fue la elección del fuego como tema?
-De Magela Ronda, nuestra editora. Tal y como ya ocurrió en el anterior libro. Ella es muy de poner un tema encima de la mesa y proponer ideas, pero luego dejarnos libertad creativa. En ese sentido es un gustazo, porque no es nada paternalista. Te da vía libre, aunque, obviamente, nos pone unos límites, porque a veces a Mercè y a mí se nos la cabeza, y ella nos vuelve un poco al redil. También es una editora y autora y sabe muy bien hasta dónde se puede meter sin interferir y, además, todas las ideas que tiene las hemos incorporado en el libro, porque son muy buenas.
-¿De dónde ha sacado la inspiración para relatos tan variados y de temática tan diversa?
-Para mí cada doble página es como si fuera un libro diferente. Hay lógicamente un tema común, pero es un hilo muy fino y que permite muchas variaciones. No quería pensar que tuviera una continuidad muy marcada y partía casi de cero. En verdad el único hilo común es el personaje de Fuego, entendido como un ser caprichoso, voluble e inestable, muy simpático y muy odioso, al mismo tiempo. Y, sobre todo, una criatura hermosa y que fascina. En la sección del hombre y mujer fuego está muy definido. Es ese persona a la que te quieres arrimar, porque es muy interesante, muy carismática y te atrae mucho pero, cuidado, no te acerques demasiado porque te quemas.
-¿Tiene alguien en mente cuando habla del hombre y mujer fuego?
-Sí. Cuando hacía el perfil de la mujer fuego, para mí era Peggy Guggenheim. Además estuve en su casa en Venecia y fui allí como de peregrinación. Era una mujer que vivía como le daba la gana y que hacía lo que quería siempre, me visto como me da la gana y me voy al restaurante más lujoso de Venecia con mis 26 perros y me van a dejar entrar, porque soy Peggy Guggenheim. En cuanto al hombre fuego es una especie de Frankestein. No lo veo como una persona en concreto, sino hecho de muchos pedazos. En el fondo veo al fuego como un personaje femenino y, de hecho, en el libro es ella. Hay más mujeres fuego y muchos hombres brasa (risas).
-¿De cuánto es la tirada?
-De entre 4.500 y 5.000 ejemplares. El pasado día 20 se puso en venta en toda España y ya se pueden adquirir en Ibiza. Del pasado libro, que salió hace justo un año, se vendieron unos 3.000 y lo bueno es que está todavía en las librerías, que es algo que me da mucha satisfacción, porque hoy en día un libro te dura en las librerías sólo tres meses. Tu Corazón en un Cofre se vendió muy bien en San Jordi, en los meses de abril, mayo y junio y fue entonces cuando nos convocó Magela para escribir otro libro, con el que empezamos a trabajar a partir de agosto.
-¿Ya están pensando en otros proyectos?
-Lo cierto es que este libro sale con el propósito, ojalá que salga, de hacer una serie de cuatro, que sean fuego, agua, tierra y aire. El objetivo es hablar de esos cuatro temas, que dan mucho de sí por separado. Es muy difícil, por ejemplo, hablar de fuego y no de agua, por lo que aprovecharemos para hablar de los cuatro elementos. El ritmo intentaremos que sea uno anual, aunque eso depende de las ventas. El próximo nos gustaría que fuera el agua.
Me parece una perita en dulce como el anterior, son una joya para tenerlos siempre a mano.
Me parece una perita en dulce como el anterior, son una joya para tenerlos siempre a mano.