@D.V./ En el barrio de Cas Serres, los comercios que quedan abiertos se cuentan con los dedos de una mano: un estanco, una panadería, una carnicería y un agónico supermercado. El antiguo epicentro comercial del barrio, un sector de la calle Josep Tur i Llaneras, es ahora un paisaje dominado por las vallas metálicas bajadas y cerradas a cal y canto. La vida de los pocos que aguantan tampoco es muy boyante.
“Antes éramos dos personas atendiendo, pero las cosas no han ido muy bien y ahora estoy aquí sola”, comenta Maria Torres tras el mostrador de un Forn de Can Sans situado en Josep Tur i Llaneras. Torres toca madera: “La verdad es que en este barrio las cosas están bastante mal, la gente tiene poco dinero. Sólo espero que podamos seguir, hacer algunas ventas y ir tirando”. Torres lleva 18 años trbajando para esta empresa y vive en el mismo bloque de viviendas en el que está ubicadala panadería. “Espero que esto no cierre”, dice.
En esta calle contamos un bar cerrado, un videoclub cerrado, una tienda de todo a 100 cerrada, una serie de bajos cerrados y un supermercado de Sa Compra cerrado. Sobrevive un estanco atendido por Carmen Pérez, que tiene su teoría sobre el cierre de Sa Compra: “Es que robaban mucho. Por lo visto había poca gente que pagaba en la caja, quebraron y se cerró”. Pérez tampoco es optimista respecto al futuro del único supermercado que queda en el barrio, el Spar de la calle Felip Curtoys. “Antes abrían los domingos por la mañana y ahora ya no. Y abren menos horas. Me da mala espina”. Carmen admite que casi no vende revistas pero que el tabaco les salva: “De momento los números en la caja cuadran. Esperemos que dure siempre”.
Me acerco al Spar-cafetería de la calle Felip Curtoys. El Spar está desierto: ni un sólo cliente. La cajera está sentada en una mesa de la cafetería. Ella es la única clienta de la cafetería. La camarera de la cafetería está hablando por el teléfono móvil, hace ademán de atenderme pero cuando le digo que soy periodista prosigue su conversación telefónica y se esconde en la cocina. La espero durante un cuarto de hora y no aparece. Durante este cuarto de hora tampoco aparece ningún cliente, ni en la cafetería ni en el Spar. Abandono este lugar y me dirijo hacía el local de la Asociación de Vecinos de Cas Serres, que cuenta con un bar muy animado. De hecho, todos los clientes del barrio parece que estén metidos aquí dentro. Pregunto a los parroquianos qué le sucede al barrio.
“Yo creo que es por la crisis”, comenta Mati Muñoz mientras tira una caña y sirve un café, “cerró una panadería, cerró el videoclub, luego cerró un bar… No hay dinero. La crisis, ¿no?”. Otro cliente, Juanma Moreal, se abona a esta teoría: “Si antes me tomaba una caña, ahora me tomo media. ¡Anda que no se ha notado la crisis!”. Ambos coinciden en augurarle un negro futuro al Spar. Enrique Cabezuelo, un cliente, dice que no con la cabeza: “No es la crisis. Este barrio siempre ha sido igual. Es un barrio obrero, aquí nunca ha sobrado nada, ni ahora ni antes de la crisis. Y nunca hemos tenido mucha vida comercial. Las tiendas llevan años cerradas. Este barrio siempre ha sido así. Es Cas Serres”.