Les quiero contar, así, de entrada, algo que me ha gustado mucho de Nosocomio: el diamante negro. Y no tiene tanto que ver con el libro en sí (que también, claro) sino con el panorama editorial español. (Léase aquí una generosa pausa brechtiana, siempre necesaria después de decir “el panorama editorial español”.) Lo que me ha gustado mucho es lo siguiente: se trata de un golazo de una editorial pequeña (o no muy grande, en cualquier caso) frente a la maquinaria de los grandes grupos que anda siempre buscando, según tengo entendido, precisamente esto: autor joven (autora, además), con una literatura rompedora, divertida, atrevida y dinámica. Es decir, para entendernos, esta novela, que ha sido publicada en Ediciones En Huida (cuya labor saludo, aplaudo y debo/quiero agradecer) “tendría” que haber sido publicada en alguna editorial cuyo nombre (o nombres varios) no mencionaremos hoy. Y cuando digo “tendría”… (Vamos a ponerle otro par de comillas, mejor.) Decía que cuando digo «“tendría”» estoy celebrando, precisamente, que no sea así; que de un tiempo a esta parte algunas de las mejores novelas y algunos de los mejores poemarios de autores españoles se estén publicando en editoriales pequeñas o medianas, gracias al trabajo de pocas personas que cobran poco o nada (lamentablemente) y que están manteniendo a flote una idea de la literatura y de la edición que nunca debería desaparecer. Salud, pues, a Ediciones en Huida, editores de Tania Padilla (Córdoba, 1985), una de las mejores (sino la mejor, con permiso de Jenn Díaz y mandándole un beso grande a mi querida María Zaragoza) autoras nacidas en los ochenta.
Nosocomio es una novela muy loca. Muy gamberra. Muy inteligente. Si tuviéramos que decir de qué va, podríamos recurrir a la misma respuesta que ofrece su autora: es una novela sobre la frustración, una novela cargada de historias truncadas. Buena parte del argumento ocurre en un único espacio, en un hospital o nosocomio, transformado después en Facultad de Filología. Diferentes personajes transitan, pues, un mismo edificio pero en diferentes momentos históricos: asistimos a hilarantes conversaciones entre Don Luis de Góngora y un joven vendedor de chorizos; a una delicada operación en la garganta practicada durante un bombardeo en plena Guerra Civil; a las insinuaciones sexuales de un catedrático en los pasillos académicos… Saltamos —sin dificultad alguna— mediante un artificio de capítulos cortos e imprevisibles de una época a otra, de un espacio a otro y, poco a poco —y aquí es donde interviene la fe del lector o, en otras palabras, esa cosa medio olvidada que llamamos literatura— van apelmazándose, buscándose y encontrándose para darle sentido al conjunto. ¿Una historia fragmentaria? No: una historia muy bien contada, que no es lo mismo.
Y ahora que he mencionado la escena de la operación (que ocurre, como he dicho, en medio de un bombardeo): se trata de un episodio memorable, de una precisión extraordinaria, cómico-gore que bien podría haber transcrito aquí entera, en vez de aburrirles con mis opiniones, para que vieran de qué clase de escritora estamos hablando. La he tenido que leer varias veces para intentar olvidarla.
¿Una historia fragmentaria? No: una historia muy bien contada, que no es lo mismo.
Tania Padilla es, también, una gran dramaturga y eso se nota en la fluidez de los diálogos —uno de los puntos más peliagudos en una novela que los contenga, como afirma el mismísimo John Banville—. Se atreve con todo: el habla propia del siglo XVII —impresionante ejercicio de estilo y una brillante demostración de sus conocimientos filológicos—; las argumentaciones monjiles de una esposa de Cristo muy retórica; las incongruencias de un tartamudo con cierta discapacidad intelectual. Todo suena natural. Y ya es decir.
Es esta una novela de campus pero no lo es en absoluto. Es una novela barroca pero no podríamos aceptar esta definición de ninguna manera. Es una sátira sobre el mundo académico pero es, también, la dramática historia de una mujer, la tía abuela de la voz narradora, que podría incluso interpretarse como metáfora de la historia de la España de posguerra. (Pausa brechtiana.)
No me extenderé más, pero sí que querría apuntar un par de cosas: es una historia dividida en muchos planos, sí, pero es también una historia que contiene una intriga importante y muchísimo humor. En este sentido resulta difícil no pensar en Eduardo Mendoza y preguntarse hasta dónde llegará la joven Tania Padilla, que en su primera novela, que está agotando su segunda edición, ya ha demostrado tanto. NOTA: En mi opinión el libro, que tiene casi 500 páginas, no podría ser más económico —baratísimo, vamos—. Pueden realizar su pedido (sin gastos de envío) a ventas[arroba]edicionesenhuida.es
Ediciones En Huida, 2013
489 páginas
P.V.P. 12 €