@Noudiari / Juan Carlos I de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Rey de España, ha renunciado al trono de Rey de España y será sucedido por su hijo, el Príncipe Felipe. Juan Carlos I fue proclamado el 22 de noviembre de 1975, tras la muerte de Francisco Franco. A lo largo de su reinado, el rey ha gozado de un elevado apoyo popular tanto en España como fuera. Sin embargo, en 2012 esta tendencia cambió de forma drástica y el apoyo se redujo hasta el punto de que, en abril de 2013, un 53 por ciento de la población desaprobaba la forma en que desempeñaba sus funciones, aunque manteniendo una valoración positiva superior con respecto a las diferentes partes del organigrama político español.
Según apuntan diferentes fuentes, el principal motivo que ha llevado a Juan Carlos I a abandonar el trono sería la difícil situación que vive la monarquía española desde hace varios años, aunque desde la Casa del Rey todavía no se ha informado de las causas que han motivado que el hasta hoy monarca traspase la Jefatura del Estado y la Corona al Príncipe de Asturias. El accidente de Botsuana, la aparición en la prensa de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien supuestamente mantenía una amistad muy cercana con Juan Carlos I, y sobre todo el caso Nóos y la imputación de su hija, la Infanta Cristina, y su yerno Iñaki Urdangarín en este proceso legal habrían acelerado la decisión del monarca de abdicar en favor de su hijo.
Cómo abdica un rey
El proceso de abdicación está compuesto por varios pasos formales, que deben seguirse a partir del anuncio de Juan Carlos I. En primer lugar, el escrito de abdicación debe estar refrendado por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien ha sido el encargado de informar de la renuncia real en una rueda de prensa sin preguntas.
Posteriormente, el presidente del Congreso actúa como presidente de las Cortes y convoca a la junta de portavoces de ambas cámaras. A este encuentro también se invita al presidente del Senado y al ministro encargado de las relaciones del Gobierno con las Cortes, en una reunión con un solo punto en el orden del día: la abdicación real y su validez jurídica. Si no hay dudas sobre este punto, el presidente del Ejecutivo nacional lee un escrito que acepta la renuncia del monarca, sin entrar en debates ni preguntas sobre la conveniencia o no de esta decisión, ni de su sucesor al trono.
El Reglamento del Congreso propone la aprobación por asentimiento de la abdicación si no han surgido discrepancias y, por el contrario, si las hay se pasaría a un proceso de votación, cuyo resultado se presume en favor de la decisión promulgada por el monarca. Finalizado este proceso, el presidente del Congreso informa del resultado al rey y ordena la publicación oficial de la abdicación, que surtirá efecto en ese mismo momento.
Vaya, cambiamos de Borbón comisionista