@V. R. / Después de que la gloria se le haya escurrido de las manos como un pez en el agua es normal que el Formentera (futbolistas, cuerpo técnico, directiva y afición) esté dolido. Sin embargo, la temporada del conjunto que entrena Luis Elcacho ha sido para enmarcar y dibuja la mejor actuación del primer equipo de la entidad en la historia del club. Solo con el tiempo se valorará en su justa medida a donde ha llegado el bloque formenterense, que hace escasamente dos temporadas jugaba en la Regional Preferente pitiusa y este sábado ha estado a punto de dar un importante salto cualitativo en su estatus.
Jamás en sus más de 40 años de vida el Formentera había llegado tan lejos en el fútbol ni el nombre de la isla había viajado y sonado con la fuerza e insistencia que lo ha hecho este ejercicio lejos de las fronteras de la triple insularidad que le limita. Ha faltado muy poco, un gol nada más, para que el sueño se haya convertido en realidad. No obstante, el camino recorrido no ha sido en balde y la experiencia cuenta, suma y sienta las bases de lo que puede ser un hecho consumado en un futuro próximo.
Cuando la miel se queda en los labios nace una necesidad irrefrenable de saborearla, lo que augura una nueva oportunidad que endulce las penas de un pasado reciente. Si el Formentera mantiene el bloque y el hambre demostrada este curso no es de extrañar que la campaña que viene vuelva a encontrarse en una de estas, de tener a tiro el ascenso. La afición formenterense es numerosa y se desgañita por los suyos con la misma tozudez con la que a buen seguro volverá a apoyar y respaldar un proyecto para estar arriba la temporada que viene en la Liga balear y repetir por tercera vez en el play-off por el ascenso.
Y si llega el momento de luchar de nuevo por esta meta, el club y el equipo contarán con mayor experiencia, más temple y más ganas de revancha que la que han tenido nunca antes, porque estas experiencias quedan grabadas en la memoria de los futbolistas y eso aumenta los recursos de la veteranía a la hora de la verdad, que más que un grado es un seguro, sobre todo en una final como la que se ha perdido en esta ocasión y que bien podría haberse ganado, pues se ha decidido por detalles.