LA RAZA SUPERIOR
L.F./ A finales de 1954 acaeció la debacle de las popularísimas líneas de terror, crímenes y suspense de E.C, de las que ya hablamos en esta misma sección con anterioridad, propiciadas por la cuña ejercida a la par por la competencia de otras editoriales junto a una serie de políticos reaccionarios iluminados que señalaron al género del cómic como el culpable de todos los males habidos y por haber entre los jóvenes prepúberes norteamericanos. Bill Gaines (1922-1992), mandamás supremo de E.C y creador del invento, intentó dar salida a nuevas publicaciones englobadas bajo el sello New Direction donde las antiguas historias de horror, vísceras e higadillos daban paso a otras más moderadas con médicos, periodistas, psicoanalistas, aviadores o piratas en su papel protagonista. Esta nueva línea, que debía acatar las estrictas restricciones del Comics Code Authorithy, nuevo órgano regulador (por no decir directamente censor) de contenidos, que le prohibía entre muchas otras cosas utilizar siquiera palabras como “horror”, “crimen” o “terror” en sus tebeos, fue el canto de cisne de la editorial; un fracaso absoluto que desembocó en la cancelación de todas las series, poniendo punto y final a una de las etapas más brillantes, sino la que más, de la historia del cómic de todos los tiempos.
Pero entre las páginas finales publicadas por E.C se escondía toda una joya que aun a día de hoy sigue siendo considerada la mejor historia corta jamás publicada (que se dice pronto) y máximo exponente junto a Judgement Day! de la línea editorial desarrollada durante cinco fabulosos años por la mítica compañía en cualquiera de sus épocas, ya fuera la en primigenia Trend o en la mencionada New Direction.
Master Race (La raza superior) vio la luz por vez primera en el número 1 del total de cinco que finamente se publicaron entre marzo y diciembre de 1955 de la revista Impact!, tal vez la que mayor relación mantenía con las defenestradas propuestas anteriores de la editorial. Aunque la rebaja en el tono debido a la censura del Code era más que evidente, el formato físico de la publicación y el altísimo nivel artístico de sus colaboradores seguía siendo el mismo; sus historias aun conservaban algo de truculento y seguían aportando como marca de la casa un sorprendente final en todas y cada una de ellas. Y aunque no resultaba inusual que los guionistas de E.C se basaran en sucesos reales para recrear sus historias lo cierto es que esta en particular causó cierta controversia ya que en 1955, sólo una década tras la finalización de la 2ª Guerra Mundial, muchas eran todavía las heridas abiertas y rara vez se plasmaba en un medio popular de comunicación como es el cómic algo tan serio como el Holocausto.
En la historia se nos presenta a Carl Reissman, un alemán residente en Estados Unidos diez años después de la finalización de la guerra. Durante su viaje en metro se rememora la conocida vorágine y ascenso nazi que desembocó en el mayor desastre humanitario del siglo XX, dándonos a entender que el protagonista sufrió en sus propias carnes las consecuencias de la guerra al ser encarcelado en el campo de concentración de Belsen. Pero no todo es lo que parece, y Reissman empieza a sentirse inquieto tras reconocer a un pasajero recién subido al vagón. Su miedo va in crescendo hasta que el extraño personaje le reconoce también a él, y este le recuerda la promesa que le hiciera de matarle si algún día se presentaba la oportunidad tras sobrevivir a las penurias que había pasado en Belsen, el campo de concentración del que Carl Reissman era comandante en jefe, y no un prisionero, tal y como a lo largo de la historia se nos había dejado entrever. El nazi fugado de la justicia emprende la huida por el andén para acabar cayendo a las vías en el preciso instante que otro tren se acerca.
Una de las claves del éxito fenomenal de una obra de tan reducido formato fue el buen hacer de su dibujante Bernie Krigstein (EE.UU, 1919-1990), quien insistió en ampliar hasta doce el argumento original de sólo cinco páginas del recientemente desaparecido guionista Al Feldstein (EE.UU 1925-2014). Al final se quedaron en ocho, más que suficientes para recrear una maravilla donde el ilustrador experimenta sobrepasando los encorsetados límites de la planificación gráfica habitual en los tebeos de E.C, quienes no tuvieron inconveniente en aumentar el número de páginas de la revista para dar cabida a Master Race. El innovador e influyente Krigstein las aprovecha al máximo elaborando una serie de fascinantes secuencias mudas repetitivas de carácter puramente visual que parecen dilatar el tiempo mientras se recrea magistralmente el movimiento del tren en marcha. El gran Art Spiegelman (Maus) definía el efecto a la perfección en una sola frase en The New Yorker: Krigstein condensa y distiende el tiempo mismo…la vida.
Un par de curiosidades a destacar. La historieta fue concebida para ser publicada originalmente a color, y de ese modo la leí por vez primera en una selección publicada en la Historia de los Comics de Toutain Editores coordinada por Javier Coma a principios de los 80. Existe una versión más reciente de 2005 editada por Planeta de Agostini que la recoge en un formato más reducido a blanco y negro en una colección que venía a rescatar todo el material publicado bajo la línea New Direction. Por aquí mismo podéis ver la portada dibujada por Jack Davis (que por cierto, no fue del agrado de Krigstein) con una escena inspirada en la historieta recopilada en ese primer volumen en castellano que reúne los cinco números de Impact!. Curiosamente existe una segunda portada para Master Race dibujada por Jack Kamen, que también veréis por aquí, y que fue publicada en el numº 26 y penúltimo de la legendaria Crime SuspenStories con fecha de diciembre de 1954. Era precisamente en ese tebeo donde en un principio debía haberse publicado La raza superior, pero por caprichos editoriales la revista llegó al mercado con una cubierta que no se correspondía con ninguna historieta publicada en el interior.
Sea como fuere, con una portada u otra, lo que importa es la historia en si misma, una genialidad absoluta que lo acaparó todo, eclipsando cualquier otra historieta publicada en la década de los 50, la edad de oro del cómic norteamericano.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.
http://cacb.wordpress.com/2008/12/03/ec-comics-master-race/
Espléndido enlace por cortesía de Alderaan donde podréis disfrutar de la edición original íntegra de Master Race. Que lo disfrutéis.