@V. R. / La Policía Judicial ha desalojado a los okupas del Apartahotel Regina Park de Plata d’en Bossa tras la orden de desahucio dictada por el juez el pasado lunes. Las 80 personas que vivían en el edificio han abandonado los pisos, en los que residían sin electricidad ni agua corriente, sin oponer ningún tipo de resistencia y los dueños han podido recuperar la propiedad casi un año después de que esta fuera ocupada de forma ilegal.
El inmueble ha quedado hecho trizas, apuntan los propietarios. «Dos apartamentos y la lavandería se han quemado por completo y el mobiliario está destrozado, no vale para nada. Hay que tirarlo todo. Incluso han arrancado los cables de una parte de la instalación eléctrica así como las tuberías de agua. También han desaparecido los motores de la piscina, entre otras muchas cosas. Está todo hecho un desastre. Estamos sacando la basura a camiones», comenta un miembro de la familia que, a pesar de todo, asegura sentirse aliviado porque ha terminado lo que relata «como una pesadilla».
Los problemas de los propietarios del apartahotel empezaron poco después de alquilar el inmueble a la empresa Hotel 17 para que lo explotara turísticamente. Las cosas no salieron como habían pactado y no solo no cobraron el dinero acordado sino que además la parte arrendataria permitió la entrada de okupas en el inmueble, que al poco tiempo, pero principalmente al inicio de la temporada de verano, ya estaba lleno por completo.
Desde ese momento, las peleas, los incendios, las broncas y la pillería fueron una constante en el Regina Park para incordio de los vecinos e intranquilidad de los dueños. Los okupas empezaron a alquilar habitaciones y apartamentos enteros a terceros que en cuanto se percataban de que no tenían ni luz ni agua reclamaban sin éxito el dinero que habían adelantado por unos apartamentos que veranos atrás se habían arrendado hasta por 200 euros al día en temporada alta.
«El problema es que el proceso se ha alargado mucho y los daños son cuantiosos. Si hubiera sido cosa de un par de meses no se habría llegado al estado de deterioro en el que hemos encontrado el edificio, pero las cosas, por desgracia, a veces funcionan así y no se puede hacer nada más que esperar impotente a que las cosas se solucionen de forma correcta», señala una de las propietarias. «Lo que nos ha quedado claro es que no lo vamos a volver a alquilar jamás», sentencia.