Confío en que a nadie se le ocurra invitar a Ana Mato a inaugurar oficialmente el nuevo complejo sanitario de Can Misses, que bastante desgracia acumula a causa de la carencia de servicios básicos y los incumplimientos en la puesta en marcha de otros tantos. Anda la todavía ministra demasiado ocupada cantando aquello de «¡La vida es una ébola, bol, bol, ébola!» como para pensar en inauguraciones cuando su política se basa casi exclusivamente en las restricciones.
Desde luego hay que tener mala sombra para poner al frente del Ministro de Sanidad a alguien con ese apellido, Mato, que es como una amenaza de muerte para toda la población. Mala sombra tienen asimismo quienes bautizan en Balears los diferentes centros de salud. Al finiquitado Son Dureta, que parecía el nombre de un dispensador de Viagra le sustituye ahora Son Espasses, en el que parecen esperarte para desafiarte a un combate de esgrima. Sólo faltan Dartacán y los Mosqueperros para completar la sensación de peligro. En Can Misses da la sensación de que van a rezarte un responso por tu descanso eterno. Amén.
Ana Mato, por su parte, parece incapaz de poner una inyección o de recetar una aspirina infantil a un niño con fiebre. De hecho, cualquiera diría que es pariente de Belén Esteban por aquello de «¡Yo por mi hija mato», tan contundente como su personalidad arrabalera. De haberla puesto al frente del Ministerio de Defensa-Ofensa habría resultado mucho más propio y no lo hubiera hecho peor que sus antecesores, de apellidos menos sospechosos, como Trillo o Chacón.
Dios bendiga pues al nuevo Can Misses, que nos dé muchos años de salud, aunque por la amplitud de sus pasillos casi dan ganas de ejercitarse en el patinaje artístico o de disputar un partido rugby. Ojalá la eficacia de sus profesionales y la cantidad de medios disponible oculte la primera impresión que dan esos chalecitos adosados tan graciosos por fuera, pintados de color pitufo, como incógnitos todavía por dentro.
Piña, com casi sempre, ironic, original, creible i molt bon article, enhorabona