@Noudiari/ El que fuera obispo de Eivissa de 1988 a 1991, Manuel Ureña, fue obligado por la Santa Sede a renunciar a su cargo de arzobispo de Zaragoza el pasado 12 de noviembre al conocerse que éste había autorizado el pago de una indemnización de 60.000 euros a un diácono al que había decidido no ordenar como sacerdote.
Según ha avanzado el Heraldo de Aragón, Ureña arguyó problemas de salud para justificar que dejaba de forma repentina el arzobispado zaragozano. No obstante, la decisión provino de la Santa Sede al tener noticia de este pago, que el joven cobró ‘en limpio’ después de que el arzobispo se comprometiera a abonar la cuantía correspondiente a Hacienda, otros 45.000 euros. Así, la cantidad abonada asciende en total a 105.000 euros.
Llamada directa desde el Vaticano
Al parecer, el arzobispado se cuestionó los motivos que habían suscitado este pago, según detalla el Heraldo de Aragón, realizado por transferencia bancaria y en concepto de nómina de noviembre. Por este motivo, se informó al Vaticano de la actuación de Ureña y la Santa Sede reaccionó con rapidez, llamando al arzobispo para invitarle a dejar de forma inmediata su cargo.
Por su parte, Ureña aseguró que entendió que este pago era justo y que con él ayudaba al joven, que no podía ordenarse, a reorganizar completamente su vida. Asimismo, el exobispo de Eivissa afirmó que la cantidad de 60.000 euros se debía al cálculo que él realizó de cuánto le costaría costearse los estudios de una licenciatura de cuatro años. En el momento de su renuncia forzosa, Ureña llevaba ejerciendo como arzobispo de Zaragoza durante nueve años.
Pues «El Mundo» dice que en realidad le fulminaron por haber encubierto un caso de pederastia, el peor de los crimenes.
Rectifico, «El Mundo» habla de «acoso sexual a un diácono», no de pederastia, pero vamos, vaya tela con los curas.
poco creía en los curas y con lo de robar dinerito y follarse niños en todas partes del mundo en nombre de dios me han hecho ver la luz…
Yo estuve en IBIZA, durante el «imperio» de ese señor Obispo, como dispensador gratuito de clases de religión. De allí fui desterrado: «fuera de mi isla» me dijo, y ahora, en estos momentos vuelvo a estar bajo su batuta, aquí en Zaragoza… Así que, como puede verse, directa o indirectamente implicado no en el caso, sí en las circunstancias que provoca dicho caso. y sólo quiero comentar que no odio al señor Ureña, ni mucho menos y que siento que la «Santa Sede» (que no tiene derecho a llamarse «Santa») tenga que usar mano dura en vez de promover el evangelio de la Misericordia, desde una posición de NO-PODER.