Y resulta que sacamos tiempo de donde sea para tener la casa en orden, la comida hecha, la ropa limpia. Rascamos tiempo para atender a nuestros hijos, a nuestra pareja, a la familia. Hacemos que los minutos se alarguen para llegar en hora al trabajo, al médico, al banco. Encontramos ratos sueltos para que venga el fontanero o el electricista. Y haciendo magia conseguimos tener momentos para pensar. Para pensar en lo que aún nos falta por hacer y en si nos dará tiempo de hacerlo. Y usando aún más la magia conseguimos unos segundos para dejar incluso la mente en blanco y que piense en lo que le dé la gana. Y lo que le da la gana es vaguear y recordar tonterías como la marca de un champú, que en algún momento vio anunciado, o la cara de un actor del que no nos dice el nombre. Y entonces caemos en la trampa de intentar recordar cómo se llama ese tipo. Y no podemos ni siquiera pedir ayuda porque tampoco recordamos el título de ninguna de sus películas y sabemos que los demás tampoco tienen tiempo de escuchar algo tan largo como “ ese actor que salía en una peli en la que hace de un tío normal y aburrido. Es así de mediana edad, pelo castaño…¡Es muy famoso!” ¿Hoy en día, quién tiene tiempo para descifrar todo esa retahíla absurda un martes cualquiera? Por ejemplo. Por eso ya ni lo preguntamos y seguimos haciendo y haciendo, con la mente puesta en ese actor que ni siquiera nos gusta, pero que hoy ha decidido ser protagonista de nuestro día.
Lo que le da la gana es vaguear y recordar tonterías como la marca de un champú, que en algún momento vio anunciado, o la cara de un actor del que no nos dice el nombre. Y entonces caemos en la trampa de intentar recordar cómo se llama ese tipo.
Y resulta que al irnos a dormir estamos tan cansados que procuramos no recordar todo lo que hemos hecho, porque aunque fue mucho, no fue todo, y sabemos que como le demos importancia a ese tema, la cabeza, en vez de vaguear y recordar un champú, nos va a dar la noche con eso de “Pues te creerás que has cumplido, pero no hiciste tal, ni hiciste cual…” Así que damos media vuelta, cerramos los ojos, nos acurrucamos en el edredón y cuando parece que la cosa va bien, nos viene de golpe el nombre del actor ese que nos ha amargado el día. Y entre la euforia de “¡Por fin!” y la rabia contenida de tanto desgaste cerebral por su culpa, nos desvelamos.
Y resulta que no hay nada peor que desvelarse cuando ya era tarde para acostarse y tenías esas horas, de supuesto descanso, bien contadas y cuadradas al milímetro. Cada minuto despierto ahora, será sueño echado en falta mañana. Y mañana hay mucho que hacer. Y el bucle se agranda, se alarga, se expande. Y entras en ese insano sueño de soñar que estas despierto y que no puedes dormir. En ese sumidero en espiral que consigue confundirte para que no sepas qué es sueño y qué es realidad. Y pierdes la cuenta de la noche. Ya no sabes si dormiste o no, pero sí que notas el cansancio. Mucho cansancio. Agotamiento.
Mañana hay mucho que hacer. Y el bucle se agranda, se alarga, se expande. Y entras en ese insano sueño de soñar que estas despierto y que no puedes dormir.
Y resulta que suena el despertador cuando aún pensabas que era ayer y que el mañana estaba por llegar. Y entonces, de pronto, entiendes que el mañana no llega nunca, que siempre es hoy, pero sabes que no habrá tiempo de comentar esto con nadie, porque nadie tendrá tiempo de escuchar algo tan largo como “¿Qué es el tiempo? ¿Qué es el ayer y qué es el mañana? Al final vivimos siempre en el hoy y hoy es….”
Y resulta que hoy es miércoles. Un miércoles cualquiera. Un miércoles normal. Por ejemplo.
Muy bien guapa,as definido mi día a día como sí estuvieras conmigo, eres adorable.
Tú si que eres adorable
Eres una filósofa doméstica de toma pan y moja, si te atreves. Tiempo al tiempo hasta que que olvidemos que sólo somos el tiempo que nos falta para dejar de ser. Molt be.
El estrés de la vida moderna. Tan absurdo. No somos tan inteligentes como pretendemos, si una hormiga vive más bien que un humano. Y eso se debe a que las hormigas sólo trabajan si es preciso, y para ello se apoya en la colectividad, mientras que el hombre se enfrenta solo a un mundo feroz. Tenemos un extraño sentido de lo que es vivir en sociedad. Sociedad, que viene de socios, de aunar esfuerzos para solucionar problemas.Una hormiga trabaja sólo el 20% de su tiempo, el hombre puede estar el 100% del suyo sin tener tiempo ni para pensar. ¿Qué sociedad está más avanzada, la de las hormigas o la de los humanos?