@Julio Herranz/ Me refiero a la Poesía, señora de mis desvelos y mis expectativas. Y en cuanto al ‘estro’, por si el lector no conoce la acepción a la que me refiero, la copio del diccionario de la RAE: «Inspiración ardiente del poeta o del artista al componer sus obras». Pues eso, que últimamente no hay manera de que la muy esquiva sea dócil a mis ruegos y tenga a bien volver a mi pluma. Y no siempre funciona aquello que decía Picasso de que para que venga la inspiración te tiene que coger trabajando. Lo intento, lo intento, por mis todos, pero de momento no hay tu tía que valga; la jodía se hace la estrecha y cede el paso la prosa, como si andara ofendida por el largo abandono en que la he tenido en estos últimos años. ¿Qué quieres, guapa, la pereza también tiene sus derechos? Máxime cuando uno está ya jubilado del curro que me daba de comer; y me sigue dando, de momento. Tocando madera, que los tiempos estos, bárbaros y casi suicidas, no invitan precisamente al optimismo.
Lo intento, lo intento, por mis todos, pero de momento no hay tu tía que valga; la jodía se hace la estrecha y cede el paso la prosa.
A ver, lo cuento a los amigos de este rincón lírico: desde hace varios meses tengo in mente un proyecto de libro con el que pretendería, en principio, poner un punto y aparte a mi trayectoria poética. Libro que vendría a ser en conjunto una especie de reflexión irónica, distante y, a ser posible, con toques leves de humor respecto a los gozos y quebrantos de mi biografía íntima. No sería, tampoco, que a la par que el curro de periodista tuviera la intención de bajar la persiana del verso, sino aprovechar la circunstancia del tiempo relajado para hacer algo así como un balance de los avatares y senderos por los que uno se ha metido en su ya largo y enrevesado oficio de vivir. Luego ya veríamos, porque, insisto, ella es muy suya y no atiende para nada a propósitos ajenos a su alma de veleta. Y que no me veo, para nada, emulando a Jorge Guillén que no paro de hacer versitos hasta al pie de la tumba, con aquel optimismo casi ofensivo que esgrimió toda su vida, como puso de manifiesto desde su primitivo Cántico, un tocho que fue creciendo y creciendo hasta el aburrimiento, para mi gusto, claro.
Mi proyecto de poemario tiene ya título, provisional: Los años resistentes, algo así como una declaración de principios. Aguanta, aguanta, que no hay que tirar la toalla por más que las circunstancia empujen en esa dirección. Título que, la verdad, podría hacer pensar de entrada en los poetas sociales de los años franquistas (Celaya, Otero y así), aunque no irían por ahí los tiros, a pesar de que tampoco le haga ascos a dar algún que otro palo a los tirios y troyanos que se me pongan por medio. Estamos tan arrebatados de indignación y mosqueos que en cualquier momento me podría saltar la crítica y el cinismo con los que balancear los sentimientos en liza. No tengo reparos en ese sentido y siempre he sido partidarios de todo tipo de mestizajes, artísticos y humanos.
De momento, y ya que la señora no visita apenas mi playera morada, estoy haciendo algo así como una labor de campo: tomo notas en prosa sobre temas que quisiera abordar en verso, un método al que no había recurrido nunca antes a la hora de escribir un poema, pero que igual puede tener su gracia; veremos. Planificar proyectos en terreno tan volátil y sutil no sé yo si es muy de fiar como estrategia de trabajo; aunque así al menos me entretengo mientras se lo van pensando las musas y se largan la musarañas. Notas en prosa salpicadas a veces de algún verso suelto caído del cielo como por encanto. Esos versos que los colegas más cursis atribuyen a regalo de los dioses.
Mi proyecto de poemario tiene ya título, provisional: ‘Los años resistentes’, algo así como una declaración de principios. Aguanta, aguanta, que no hay que tirar la toalla por más que las circunstancia empujen en esa dirección.
Por cierto, que la sequía lírica no es absoluta. En un grato fin de semana que pasé por Corona el pasado noviembre en casa de unos queridos amigos escribí dos poemas que no me disgustan al releerlos ahora. Son ‘Horizonte de niebla’ y ‘Mañana de otoño’, que se atienen bien a la línea buscada del proyecto. Igual voy a tener que pedir de nuevo refugio amistoso en el hermoso Pla, ahora que doña Primavera empieza a tirarnos los tejos. No se descarta.