España ha pasado de ser una película taquillera en toda Europa a ser un film de cine negro de serie B (B de Bárcenas) en pocos años. Aquel mundo que nos vendieron los gobiernos de uno y el otro lado de la orilla del presunto mar ideológico que les separa ya no existe. De hecho –seguramente– nunca existió. Y aquellos grandes muros que nos decían azules y rojos que les diferenciaban, no eran tan grandes.
Con total certeza existe una puerta –o una ventana– en la que se observan en la lejanía como dos vecinos recelosos, pero, al fin y al cabo, cómplices de la basura que se acumula en el portal de la vivienda. Desde el otro lado de la calle, el resto de la barriada ve –con cierta preocupación– la fachada de este desordenado edificio y decide si acepta prestar dinero a la comunidad de vecinos que allí habita para resolver el conflicto que tiene con los desperdicios.
¿Usted prestaría dinero a unos vecinos que niegan vivir en la inmundicia cuando bolsas de plástico negro se amontonan en las opacas puertas del inmueble? ¿Qué sensación debe tener Europa ante un escándalo de tanta dimensión en la que no ha habido ni una sola dimisión o asunción de responsabilidad?
Como en el cine negro –cuya trama gira sobre hechos criminales– España está llena de claroscuros que pueden dejar un sabor amargo en la economía. Como en una película de serie B, los actores que intervienen en ella suelen ser de poca monta. Ante este panorama, sólo queda rezar para que la ‘Pesadilla en Génova Street’ no afecte a la credibilidad de nuestro país.
Nahuel L.A.