El pasado mes de mayo se publicó una convocatoria ordinaria en la que se ponía fin a la discriminación de la que han sido objeto inexplicablemente Filólogos y Traductores de las Islas Baleares.
Durante más de una década, los especialistas en lenguas extranjeras hemos tenido que esperar en las colas del paro, trabajar a media jornada o realizar sustituciones esporádicas – a pesar de nuestra especialización universitaria-, mientras docentes interinos de otras especialidades accedían a las plazas de idiomas con un exiguo B2 y una experiencia que en muchos casos nada tenía que ver con las lenguas extranjeras.
Esta decisión de la Conselleria produjo una reacción inmediata de los sindicatos que, debido a intereses que ignoramos, se pusieron del lado de los humanistas con B2 en detrimento de cientos de Filólogos y Traductores que debían esperar pacientemente, al parecer, un relevo que nunca se producía. No olvidemos que los humanistas con B2 de otras especialidades pueden ocupar las plazas, no solo de su especialidad, sino también las de lenguas extranjeras, conservando además la experiencia acumulada para ejercer en su especialidad y en la ajena, mientras Filólogos y Traductores solo pueden ocupar las plazas de su especialidad, o más bien las migajas que quedan cuando profesores de otras especialidades deciden dejar algún hueco a los especialistas.
Este asunto tan obvio al que aludimos: que los Filólogos y Traductores impartan prioritariamente las
lenguas extranjeras, parece producir una reacción virulenta por parte de humanistas que, aun ocupando plazas que no son de su especialidad, han tachado a Filólogos y Traductores de insolidarios
y les han acusado de moverse por “extraños intereses”.
Nuestros “extraños intereses” no son otros que luchar por ejercer en la profesión que elegimos vocacionalmente, nuestros “extraños intereses”, señores humanistas, no son otros que defender nuestra convicción de que somos los mejor preparados para ejercer como profesores de lenguas extranjeras, ya que nos especializamos en una carrera universitaria y realizamos un máster que, no solo nos aportó competencia lingüística, sino que nos proporcionó los instrumentos pedagógicos necesarios para llevar a término dicha competencia.
Se nos acusa de clasistas, de querer establecer una jerarquización sin sentido, pero, señores, esta jerarquización se basa en los conocimientos objetivos –no en la experiencia subjetiva evaluada por uno mismo-, en las titulaciones específicas que avalan nuestro esfuerzo y nuestra competencia, como ya ocurre en otras especialidades en las que los docentes ejercen de manera exclusiva y no prioritaria –como nosotros pedimos para la enseñanza de idiomas-.
Nuestros títulos, nuestro esfuerzo y nuestra vocación tampoco son pañuelos de usar y tirar. Resulta un intolerable desperdicio no permitir que los especialistas en lenguas extranjeras impartan prioritariamente su especialidad, un desperdicio de potencial humano, de dinero público y un desprestigio para las Universidades que han formado a sus especialistas y que ven, como un título de La Escuela Oficial de Idiomas (que establece la competencia lingüística a nivel usuario, pero que no forma a profesionales de la enseñanza de lenguas extranjeras), se equipara a 5 años de licenciatura y formación pedagógica posterior, o a un grado de 4 años más un máster en lenguas extranjeras.
No señores, no nos van a hacer comulgar con ruedas de molino y, por mucho que lo repitan, no nos
convencerán de lo contrario.
No queremos seguir siendo discriminados, no queremos seguir siendo docentes interinos de segunda
clase. Queremos que en este país la lengua extranjera deje de ser la asignatura pendiente y es por ello que, en nombre de la excelencia educativa, los Filólogos y Traductores solicitamos, desde el más común de los sentidos, tener prioridad para impartir las lenguas extranjeras en la enseñanza pública.
Unión de filólogos y traductores de las Islas Baleares
Lo de conselleria de educación es de otro mundo. Esto, junto con muchas otras irregularidades y defensa de lo indefendible, es la causa del fracaso escolar. Cabe señalar también la multitud de valencianos que vienen a trabajar aquí de forma esporádica. Si se diese prioridad a la gente de aquí que se quedaría aquí siempre los resultados serian muy diferentes
Toda esta exposición obvia que no hay Filólogos suficientes y por eso la consellería tiene que recurrir a humanistas. Y lo tiene que seguir haciendo. Ahora, los Filologos han conseguido, con su presión y presencia en la Consellería, pasar por delante en las listas, de una manera completamente discriminatoria hacia al resto de interinos de todas las especialidades, donde la experiencia es válida.