CIEN DISPAROS CERTEROS
@Lluis Ferrer/ Imaginad por un momento que alguien ha arruinado vuestra vida de tal modo que resulta completamente irrecuperable. Y no me refiero a ninguna menudencia, sino a algún acontecimiento grave de verdad, como la caída en la más miserable indigencia o la locura absoluta por culpa de un hecho traumático como una violación o la perdida de toda vuestra familia asesinada en oscuras circunstancias. Imaginad por un momento, que en ese instante de desesperación y shock postraumático aparece alguien como el misterioso Agente Graves, con un maletín cargado de pruebas irrefutables contra los culpables de vuestra injusta caída en desgracia acompañadas de un arma y cien balas completamente irrastreables para la policía que permitan tomaros cumplida venganza saliendo impunes del paso sin tener que pagar por las consecuencias de vuestros actos. ¿Qué haríais vosotros? ¿Aprovecharíais la ocasión para rendir cuentas? ¿O tal vez vuestra conciencia os impediría saldarlas aun a pesar de salir indemnes del trance? Un dilema moral ciertamente interesante ¿no os parece?
Aunque mucho mejor que yo, es el padre de la criatura, Brian Azzarello, quien puede arrojar más luz sobre el tema en estas declaraciones efectuadas con motivo de la publicación del arco argumental inicial de la saga, Primer impacto.
«No pasa un día sin que piense en matar a alguien. Y mi economía me dice que a la mayoría de vosotros os ocurre lo mismo. (…) Joder, si los cajeros automáticos fueran humanos, todos seríamos asesinos en serie. ¿Acaso nos convierte en seres malvados el hecho de pensar en hacer pagar a estos inútiles? No creo, ya que conocemos la diferencia entre el bien y el mal, y no está bien cargarse a la gente sólo porque nos complique un poco más la vida. Pero ¿y si te han destrozado la vida por completo? ¿Qué ocurre si hay alguien suelto por ahí que te ha hecho algo tan malo, tan devastador, que te ha cambiado la vida? ¿Qué ocurre entonces? (…) ¿qué ocurriría si tuvieras la certeza total de que no te pillarían? Hablar es muy fácil, pero ¿si tuvieras una pistola entre las manos con el dedo en el gatillo, lo apretarías? ¿Tendrías agallas para hacerlo o por qué no, para no hacerlo? En pocas palabras, de esto va 100 Balas.»
Bajo esta original premisa se nos presenta una de las sagas más aclamadas de la pasada década, y puede que la más brillante publicada bajo el sello de Vertigo Comics, la filial dirigida a lectores más adultos de la editorial D.C Comics. Las 100 Balas del guionista Brian Azzarello (EE.UU, 1962) con su narrativa plagada de metáforas y jerga urbanita actual, y del dibujante argentino Eduardo Risso (1959) con sus líneas de trazo grueso y sencillo que imprimen una ligerísima caricaturización a sus personajes violentos y oscuros de reminiscencias pulp, acapararon multitud de merecidos premios gordos de la industria como los Harvey o los Eisner durante esta macrosaga autoconclusiva de cien números (cómo no) publicada originalmente con una candencia mensual.
El impacto inicial del dilema ético propuesto por Azzarello se transforma a medida que avanza la historia en una intrincada trama en la que nada es lo que parece. La finalidad última de la entrega de los maletines es la de reactivar a los milicianos hibernados conocidos como los Minutemen y reclutar a nuevos soldados susceptibles de ser incorporados a filas de esta banda de mercenarios que en primera instancia fueron traicionados por la entidad clandestina para la que trabajaban a modo de fuerza de contención para sus excesos, la organización conspiracionista formada por trece familias conocida como el Trust. A lo largo de la serie regular, los otrora amnésicos milicianos se posicionan según sus intereses del lado de Graves o de las diferentes familias que aspiran a liderar la organización. Las traiciones, crímenes y cambios de bando se suceden de un arco argumental a otro, dando como resultado una historia que bebe directamente de las fuentes de la novela negra más clásica, pero aderezada con el impecable estilo gráfico y narrativo de Risso, quien recrea un ambiente urbano y muy moderno en colaboración con la espléndida colorista Patricia Mulvihill. Mención aparte merecen también la espléndida colección de portadas realizadas para la ocasión por Dave Johnson, dignas todas ellas de ser enmarcadas y exhibidas en cualquier museo de renombre.
Los cien balazos del celebrado equipo creativo penetraron hondo en las conciencias y gustos de los aficionados al género, dando lugar en sus páginas a un tebeo elevado a la categoría de clásico imprescindible de la novela negra (e ilustrada, en este caso) a los pocos años de su conclusión en 2009.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada recientemente en El Hondero (2013), y de los guiones de la Webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13)