@Lluís Ferrer/ Bienvenidos a la obra que creó más división entre el fandom (y aun hoy todavía) desde el mismo día de su publicación.
A pesar de que la traducción literal del titulo La broma asesina es literalmente correcta, la intención original Alan Moore (Reino Unido, 1953) es la de hacer un juego de palabras con el nombre del villano protagonista: The killing Joke(r) (El Joker asesino) y el significado coloquial de la frase, que vendría a ser algo así como “el chiste que te mata de la risa”
El archiconocido enemigo del Hombre Murciélago se nos muestra en toda su crudeza, en una versión que muchos, entre los que yo mismo me incluyo, se atreverían a calificar de definitiva. Un Joker reivindicativo, cínico, amoral y cruel con todas sus consecuencias dispara a bocajarro a Barbara Gordon, alter ego civil de la mismísima Batgirl, dejándola paralítica y anclada a una silla de ruedas de por vida; y eso son solo las secuencias iniciales cómic. Semejante comienzo desconcertó a los seguidores de Batman, quienes descubrieron en las páginas siguientes el maquiavélico plan del psicópata más perverso de D.C Comics. Utilizando al comisario Gordon (padre de Barbara) como conejillo de indias para su propósito, el Joker pretende demostrar a su némesis que cualquiera puede volverse loco de remate con solo tener un mal día. Tras tirotear a su hija, lo encierra en un demencial parque de atracciones para que pierda definitivamente la chaveta, tal y como lo hiciera él mismo al perder a su esposa en un desafortunado y absurdo accidente doméstico.
Pero no todas las personas reaccionan igual ante situaciones angustiosas similares; puede que esa sea la moraleja de esta historia; y algunas, como el comisario Gordon, consiguen sobreponerse a sus temores haciendo lo que es correcto e instalándose en la cordura.
No es un chiste fácil
Como habéis podido observar, el titular de la cabecera no ha disfrutado hasta ahora de mucho protagonismo en la trama, pero es que esa es precisamente una de las virtudes de Moore. A través de magníficos personajes secundarios a los que podríamos calificar incluso de tridimensionales como Gordon, Barbara y la esposa de que quien más tarde habría de ser el Joker, el guionista perfila un retrato distante pero omnipresente del Hombre Murciélago, aportándole una profundidad ceremoniosa, a la par que desvela el origen de uno de los villanos más celebrados de la historia del género. La relación de estos secundarios de lujo y del propio Joker con Batman son los que marcan la pauta de un enfrentamiento que solo se resuelve, físicamente hablando, en las últimas trece páginas del cómic, y es aquí donde acontece la escena final que desató la furia de los seguidores más puretas del superhéroe.
Tras la lucha final e inevitable victoria de Batman, este conmina al Joker a acabar con su terca carrera criminal y suicida; él no piensa hacerle daño, pero se le están acabando las opciones, y le plantea que tal ha llegado el momento de abandonar su carrera de supervillano para someterse a algún tipo de terapia o rehabilitación que impida que acaben matándose el uno al otro. El Joker se lamenta contestándole que ya es demasiado tarde para eso, y que la situación le recuerda a un chiste:
«Verás, había dos tipos en un manicomio, y una noche deciden que no quieren seguir viviendo en el psiquiátrico y deciden escaparse. Así que se suben al tejado y allí, frente a un estrecho hueco entre dos bloques, ven los edificios de la ciudad recortándose contra la luz de la luna, contemplando cerca su libertad. El primer tipo salta sin problemas, pero su amigo no se atreve; ya sabes. Tiene miedo a caer. Entonces el primero tiene una idea. Le dice: “¡Hey! Tengo aquí mi linterna. ¡Alumbraré el hueco entre los edificios y podrás caminar sobre el haz de luz hasta mí!” Pero el otro mueve la cabeza y dice: “Que te crees? ¿Qué estoy loco?…¡La apagarías cuando estuviera a mitad de camino!”
Ya fuera para dar salida a la tensión tras el angustioso combate, o por cualquier otra razón que se nos escapa, lo cierto es que Batman empieza esbozando una sonrisa hasta terminar descojonandose agarrado al Joker mientras este hace lo mismo. Las últimas viñetas nos muestran un simbólico haz de luz cortado por la mitad, a modo de puente infranqueable para cualquiera de los dos. Una página final que enojó, y mucho, a los más fieles seguidores del personaje, que ya venían muy quemados tras las espantosas y definitivas consecuencias del tiroteo a Barbara Gordon.
Ya se que tengo una sentido del humor bastante peculiar, pero caramba…a mi me parece un buen chiste y una gran historia; una broma asesina que no te mata de la risa, pero casi.
No quiero finalizar sin destacar el sobresaliente trabajo de Brian Bolland (Reino Unido, 1951) a los lápices del cómic. Su estilo hiperrealista encajó sorprendentemente bien con el personaje, y dotó a todas y cada una de las viñetas de un detallismo tan afinado que a cada relectura se descubren invariablemente nuevos y sutiles matices que habían pasado desapercibidos con anterioridad. Su tratamiento de los personajes y sus expresiones son de un lirismo casi melancólico, y se ajustan a la perfección al cometido original de Moore de dotar de cierta humanidad a un Joker a la vez que paradójicamente se nos muestra más cruel y malvado que nunca.
Mención aparte merecen también la multitud de adaptaciones a la pequeña y gran pantalla de ambos personajes, y aunque mis preferencias consistan en picar un poco de aquí y de allá, me resultaría imposible decantarme por cualquiera de los tres Jokers (así de agradecido es el personaje), ya sea el televisivo Romero o los cinematográficos Nicholson y Ledger. Pero tengo una cosa muy clara, me quedo sin dudarlo un instante con las dos primeras versiones de Batman dirigidas por Tim Burton, ambas muy por encima de cualquier experimento posterior perpetrado por Christopher Nolan.
Ya veis, no fue solo el bueno de Moore quien con su hachazo al personaje consiguiera dividir a los aficionados del Caballero Oscuro. El memo de Bale también puso mucho de su parte con su ridículo modulador de voz. Ya me disculparéis (bueno, o no, tanto da…) pero mi me da mucha más grima que Michael Keaton en el papel de Bruce Wayne.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios de malvivir, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) y de los guiones de la Webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13)
Sin duda, Alan Moore es uno de los grandes y su Broma asesina una de las grandes historias del murciélago.
Yo también pienso que la mejor adaptación de Batman es la de Tim Burton, sin ninguna duda.
Nolan se toma demasiadas licencias.
Amén a todo…
Sin duda, Alan Moore es uno de los grandes y su Broma asesina una de las grandes historias del murciélago.
Yo también pienso que la mejor adaptación de Batman es la de Tim Burton, sin ninguna duda.
Nolan se toma demasiadas licencias.
Amén a todo…