ROJO SANGRE OSCURO, CASI NEGRO
Recuerdo haber comentado ya de pasada en esta sección que soy un coleccionista/completista/compulsivo de cómics de la peor calaña existente desde que tengo uso de memoria. En 1976, con solo 4 o 5 añitos, mi padre abrió la caja de truenos al traerme durante la convalecencia en cama de cualquiera de las habituales enfermedades propias de los mocosos de esa edad, uno de los primeros ejemplares de Don Miki que aún conservo, junto a lo que me pareció un insulso cuento infantil y un fascículo coleccionable que adaptaba mediante fotogramas un capítulo de la popular y más insulsa todavía serie de dibujos animados de la época, allá por el cretácico medio. El buen hombre no sabía en que lío me había metido.
Con los años mi afición por los tebeos creció hasta límites insospechados, y si bien es cierto que el Diógenes poco encubierto y mal diagnosticado que padezco me impulsa a coleccionar también otros objetos relacionados o no con el arte secuencial, ya sean trading cards, cromos, sellos, primeras ediciones de literatura más convencional, figuras, películas, vinilos, etc, etc, etc, demostrando esto a las claras que todos los adictos tenemos algo de politoxicómanos, son mayormente comics, miles y miles de ellos y todos leídos al menos una vez los que se acumulan en las estanterías de obra del suelo hasta el techo destinadas a tal efecto que abarcan en su totalidad tres de las cuatro paredes de mi sacrosanto sancta sanctorum.
Con semejantes antecedentes y siendo público y notorio el más que evidente goce que me proporcionan las viñetas repletas de dibujos y globos de texto pudiera parecer sencillo decidirse por cual sería mi regalo de cumpleaños o navidades ideal ¿no?…pues no. A pesar de todos los volúmenes acumulados, de tener esta misma sección semanal dedicada en exclusiva a ellos desde hace casi dos años, e incluso de co-presentar Supercultura Freak Chow (SFC), un programa radiofónico/televisivo cuyo título ya debiera aportar suficientes pistas al respecto, parece que los más allegados siguen sin darse por aludidos, e insisten en regalarme lotes combinados de colonia, after shave y espuma de afeitar del todo inútiles, ya que luzco barba desde que me salió pelo en la cara; y eso por no hablar de los socorridos surtidos de malolientes calcetines sintéticos variados o los decepcionantes packs en oferta de grandes superficies con tres gallumbos estampados en su interior, antítesis absoluta del erotismo tal y como yo lo interpreto… ¿Tan difícil es comprender que lo que me gusta de verdad son los tebeos, coño?
Al menos recientemente, y gracias a las colaboraciones perpetradas en calidad de presunto “especialista” en esta misma sección y en el ya mencionado SFC, algunos inconscientes organizadores de eventos relacionados con el mundillo tienen la audacia de invitarme a soltar chapas al respecto bajo firmes promesas de compensarme con favores sexuales, alcohol, u opíparas merendolas, actividades todas ellas para las que siempre estoy presto y dispuesto. Los hay que incluso se han atrevido a regalarme cómics…algo que daba por imposible desde que mi padre me obsequiara con ese primer lote hace ya 38 años.
Uno de esos osados valientes es Federico Sejournant, a quien envío desde aquí mis más sentidas felicitaciones, tanto a él como a su pareja, por su recién descubierta e inminente paternidad. El buenazo de Fede se me plantó delante en la pasada edición del 5º Otaku Meeting Ibiza, a la que algún irresponsable iluminado nos invitó para realizar un SFC en directo sin calibrar las posibles consecuencias de semejante irracionalidad, con un volumen de la novela gráfica Beowulf del tamaño y grosor de una cama king size de suite presidencial y un peso total aproximado de 5’7 toneladas rubricado por Santiago García (Madrid, 1968) y David Rubín (Ourense, 1977), comentándome que le gustaría que lo tuviera alguien que lo apreciara y valorara en su justa medida. Según me explicó, venía incluido de regalo en un lote que superaba en mucho una cantidad indecente de centenares de euros que no reproduciré aquí, un encargo a una editorial o tienda especializada de fuera de la isla. Para que después digáis que soy el único enfermo de comics de estos lares, caramba.
Esta colosal versión en viñetas de Beowulf adapta el poema épico del mismo título de origen anglosajón escrito en inglés antiguo, anónimo y de datación incierta que suele situarse entre los siglos VIII y XII de nuestra era. Equiparándolas de algún modo, podría decirse que esta obra es a la literatura británica lo que El cantar del mío Cid a la nuestra.
En esta ocasión, tanto Santiago como David se ciñen fielmente a la epopeya original ambientada en los países escandinavos que narra las aventuras del personaje homónimo, desarrollando los enfrentamientos contra el perverso Grendel y su madre en sus hazañas de juventud y el apoteósico encontronazo final con el dragón en su vejez. Cabe destacar que su versión poco tiene que ver con la, por otra parte, meritoria adaptación cinematográfica dirigida por Robert Zemeckis con capturas de ordenador de actores reales como Anthony Hopkins, Angelina Jolie o John Malkovich. Curiosamente fue un guionista habitual de comics, el sobrevaloradísimo y empalagoso Neil Gaiman, quien se encargó de un guión demasiado hollywoodiense para mi gusto.
Santiago se encarga de adaptar sin ningún tipo de complejo una obra a la que ya intentara meterle mano sin éxito una década atrás, y David recrea esta historia de tintes épicos cediendo el protagonismo al denso rojo sangre por encima de cualquier otro color de su paleta, revisitando ambos una historia injustamente desconocida en la cultura latina pero fundamental por su enorme influencia en todas las vertientes de la literatura inglesa. Sin ir más lejos, encontraréis buena prueba de ello en la extensa novela de un chaval que está empezando ahora, El Señor de los Anillos, de un tal Tolkien, le dicen…
Espada, brujería, monstruos, dragones, héroes y proezas impensables, todo está en Beowulf. Bien lo saben los autores anglosajones que se acercan recurrentemente a sus páginas en busca de inspiración desde hace siglos. Santiago García y David Rubín acuden ahora a beber de la misma fuente para presentarnos esta odisea en una magna edición a la altura del trabajo de los autores y su legendario protagonista.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic… Como si no hubiera cosas más importantes que hacer.