VIRTUOSISMO FUTURISTA VINTAGE
@L.F./ Todavía recuerdo con cariño el primer tebeo de ciencia-ficción que me agencié de pequeño en dura pugna con un puñado de cromañones, allá por la edad de hierro. Era un número suelto en grapa de Flash Gordon publicado por Editorial Valenciana en el que, si no recuerdo mal, los protagonistas surcaban los resecos cañones y desfiladeros marcianos por los que antaño habían discurrido ríos de agua encaramados en unas cuadrigas futuristas. No puedo aportar muchos más detalles porque este es uno de los poquísimos cómics de infancia que por algún extraño motivo que se me escapa no conservo a día de hoy.
No estamos hablando de un tebeo excepcional en concreto, ni mucho menos; el dibujo no era gran cosa y la historia tampoco iba mucho más allá (y ya sabéis lo que dice el poeta: al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver…por si acaso los chascos, añadiría yo) aunque debo reconocer que me cautivó el concepto de los hipotéticos ríos marcianos y que me abrió las puertas a un nuevo género del medio desconocido hasta la fecha, las óperas espaciales de carácter futurista. Y como quien da primero da dos veces, fue precisamente Flash Gordon el personaje con el que más me encariñé, ya no solo por los tebeos, sino también por la superproducción cinematográfica coincidente en el tiempo producida por el infame Dino de Laurentiis en 1980, la segunda intentona seria tras la versiones en blanco y negro de los años 30 con Larry “Buster” Crabbe de protagonista, pero esa ya me cae un poco lejos, que uno es viejuno, pero no tanto, leñe. La nueva versión venía firmada por el director Mike Hodges y contaba entre su elenco con actores de renombre como Sam J. Jones (Flash Gordon), Timothy Dalton (Príncipe Barin), Ornella Muti (Princesa Aura) o Alex von Sydow (Emperador Ming). Pero si algo destacaba por encima de todo el conjunto, y que a día de hoy tal vez sea lo único rescatable del lote entero, fue la espléndida banda sonora de Queen, que resultó ser otro asombroso descubrimiento para este tierno prepúber en ciernes.
Miscelánea personal aparte de esa que aburre a las ovejas (el día menos pensado os soltaré alguna del estilo: cuando yo era joven, todo esto era campo…ya veréis) centrémonos mejor en el auténtico protagonista de la semana y su autor más destacado. A principios de la década de los 30 la King Features Syndicate ofrece a Alex Raymond (EE.UU, 1909-1956), quien a su vez contrataría a Don Moore (EE.UU, 1905-1986) para que se hiciera cargo de los guiones, la posibilidad de hacerse cargo de una página dominical a color siguiendo la estela de lo que por aquel entonces era el pelotazo de la época, la también futurista Buck Rogers, una serie que con el tiempo se vería superada tanto en ventas como en calidad de producción por el trabajo de Raymond, poseedor de un estilo de dibujo precioso y realista que ha sido sin lugar a dudas el más imitado a lo largo de la historia del medio, que se dice pronto, tal fue su enorme influencia y repercusión. Flash Gordon iniciaba su singladura el 7 de enero de 1934 en el New York American Journal, y especialmente brillante resulta la etapa publicada entre 1938 y 1942.
En sus aventuras primigenias, el planeta Mongo está a punto de chocar contra la Tierra ocasionando una catástrofe de dimensiones apocalípticas cuando Flash y Dale Arden, su inevitable interés romántico, sobreviven a un accidente aéreo causado por un meteorito. Secuestrados por el enloquecido Doctor Zarkov son obligados a embarcarse en una nave de su invención para desplazarse a Mongo, donde gobierna el Emperador Ming, una suerte de sucedáneo del Fu-Manchú también muy en boga en esa misma época. Las tramas repletas de acción y el exotismo de los misteriosos parajes ideados por Raymond, quien se esmeraría en recrear con todo lujo de detalles los paisajes, flora, fauna y habitantes de Mongo, son las piedras angulares de esta serie que el autor abandonaría en 1944 para incorporarse a la marina norteamericana en plena 2ª guerra mundial para no regresar al personaje; aunque sus aventuras seguirían siendo publicadas, con menor que mayor fortuna, todo hay que decirlo, por autores como Austin Briggs, Dan Barry, Mac Raboy, etc. Raymond falleció prematuramente en un accidente de tráfico en 1956, cuando estaba inmerso en una nueva producción para King Features, la también celebrada serie detectivesca Rip Kirby.
El mejor legado que podía dejarnos fueron sin duda sus lecciones de virtuosismo y exhuberancia desarrolladas en Flash Gordon, prototipo de héroe norteamericano por excelencia de los años 30 que a fin de cuentas no dejaba de ser un Gary Cooper en rubio, fijaos bien si no me creéis, y que aun a día de hoy son hito de referencia para cualquier amante del Cómic en mayúsculas.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.
Nunca me gustó el personaje, y la película no me gusto. Aunque también tengo que decir que lo conocí tarde, y eso influye, porque uno ya tenía muy marcados los gustos en S.F.
Muy amena la reseña, Luís.
Nunca me gustó el personaje, y la película no me gusto. Aunque también tengo que decir que lo conocí tarde, y eso influye, porque uno ya tenía muy marcados los gustos en S.F.
Muy amena la reseña, Luís.
NO HE ESCRITO LUÍS HE ESCRITO Lluís
NO HE ESCRITO LUÍS HE ESCRITO Lluís