PITUFANDO QUE ES GERUNDIO
@L.F./ Publicada originalmente en 1958 y por entregas bajo el título La flûte à six trous (La flauta de seis agujeros) entre los números 1047 al 1086 del mítico magazine franco-belga Le Journal de Spirou, esta historieta fue recopilada un par de años más tarde, en 1960, dando lugar al 9º álbum de la serie que llevaba el nombre de sus protagonistas, Johan y Pirluit. Pero este noveno álbum de Pierre Culilford (Bélgica, 1928-1992), conocido con el nombre artístico de Peyo, tiene una característica muy peculiar que lo convierte en el más celebrado de toda la saga, ya que en él debutan los inconfundibles pitufos.
El terremoto ocasionado por el desembarco de semejantes criaturas y la desproporcionada popularidad que alcanzaron en tiempo récord propiciaron incluso un cambio de título en el tomo recopilatorio, que pasó a llamarse La flûte à six schtroumpfs (La flauta de seis “pitufos”), en referencia a la peculiar forma de hablar de los mismos. El título definitivo en nuestro país terminó siendo La flauta de los pitufos, y la historia ha sido publicada recurrentemente en diversos formatos por las diferentes editoriales propietarias de los derechos desde 1970 hasta la actualidad. En algunas de esas adaptaciones también se llegó a cambiar los nombres de los protagonistas por Juan y Guillermo o Jano y Pirluit.
En la historieta vemos como Pirluit, el bufón de la corte medieval donde se ambienta la serie y compañero de aventuras del paje Johan, el más cabal y sensato de la extraña pareja, se hace con una flauta defectuosa de seis agujeros extraviada por un vendedor ambulante que a su vez la rescató de la casa de un brujo que los aldeanos acaban de quemar. El mágico instrumento tiene la peculiaridad de hacer bailar aun en contra de su voluntad a quién sea que la escuche, incluso hasta el punto de hacerle caer rendido de extenuación, con lo que se convierte en el juguete preferido por el gamberrete bufón, al menos, hasta que el malvado Matías Torchesac consigue robársela con la intención de desvalijar a quien quiera que se ponga por delante, llegando incluso a planear una guerra civil que favorezca sus mezquinos intereses especulativos. Es entonces cuando la pareja protagonista, preocupada por el mal uso que pueda hacerse de la flauta, se lanza a la caza y captura del villano, recabando en su camino la ayuda del maestro de las artes arcanas Homnibus, quien les hace partícipes de que los únicos conocedores del secreto de la flauta mágica son sus fabricantes, los pitufos, quienes viven en el País Maldito al cual Johan y Pirluit solo consiguen llegar tras ser hipnotizados por el mago.
Una vez allí las extrañas criaturas les explican que ellos también andan tras el instrumento de Torchesac, y que dada la imposibilidad de anular los poderes mágicos de la flauta del villano tal vez la mejor opción sea fabricar una nueva para combatirle con sus propias armas. Dicho y hecho, los pitufos elaboran otro instrumento encantado que a la postre otorgará la victoria a Pirluit en un fenomenal duelo de flautistas resuelto solo en el último instante a favor de nuestros héroes. Muy a su pesar, el bufón debe entregar de vuelta las flautas a sus propietarios originales, y aunque intenta darle el cambiazo a una de ellas por otra sin poderes mágicos al final se equivoca en su propósito y acaba entregando la flauta encantada en lugar de la inofensiva copia.
Tras su primera aparición estelar el público soberano empezó a reclamar más y más historias de los pitufos, hasta el punto que la magnífica serie original de historietas de fantasía del medievo Johan y Pirluit sucumbió (muy injustamente, según mi punto de vista) a la popularidad de las diminutas criaturas azules, quienes se la llevaron por delante mientras reclamaban cada vez más tiempo y horas de dedicación a su creador, el gran Peyo, de tal modo que este spin-off de la época, máximo exponente de la escuela belga fundamentada en una serie de gags hilarantes desarrollados a lo largo de una trama de ritmo trepidante, se consolidó como su creación más reconocida.
Esta historieta en particular dio lugar a una aceptable adaptación cinematográfica animada co-dirigida por el propio autor que fue estrenada en navidades de 1976 con el mismo título del álbum en España, La flauta de los pitufos; y los personajes dieron también nombre a una serie televisiva de dibujos animados producida y emitida por Hanna-Barbera entre 1981 y 1990. Más recientemente, en 2011 y 2013, se perpetraron un par de adaptaciones al cine que combinan imagen real, animación por ordenador y 3D de las que preferiría no hablar so pena de ser excomulgado; aunque sí me gustaría destacar el hecho de que tras el rodaje de la primera de ellas, el pueblo malagueño de Júzcar decidió en consulta popular (tal y como deben hacerse esta y otras cosas más serias) mantener el color azul pitufo con el que habían pintado todas las casas del pueblo a efectos promocionales de la primera de las películas…si es que somos la leche.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.