LA DERROTA MÁS CRUEL
Recuerdo haberlo comentado ya de pasada en esta misma sección, pero me autoformularé de nuevo la pregunta para dar pie a la reseña de esta semana. ¿Podemos nos, los frikis, ser tan superficiales como para comprar un tebeo sólo por su portada? A lo que yo mismo me contesto en nombre del gremio: ¡Pues por supuesto que sí! ¿Acaso lo dudabais?
Y es que si algo llama poderosamente la atención en este magnífico cómic realizado en su totalidad: guión, dibujo y entintado (a pesar de finalizar el trabajo con un dedo dislocado) por el genial Jim Starlin (EE.UU, 1949), es su impresionante versión de La Piedad de Miguel Ángel trasladada al mundo de los superhéroes. Una imagen recurrente que en lo personal me decidió a encargar a la artista oscense María Maza una portada similar para ilustrar la tercera parte de la trilogía ibositana original en catalán rubricada por el inconsciente que suscribe, Ibosita, cercle tancat, traducida al castellano y recopilada recientemente en El Hondero, volumen unitario que también cuenta con portada de Maza, en este caso, una versión del pensador de Rodin.
Pero dejemos de lado el autobombo y vamos a por faena. Tras darse cuenta de que Marvel Comics no contaba entre sus filas con ningún superhéroe que portara su nombre, la compañía estuvo ojo avizor y aprovechó el pleito que la Distinguida Competencia le encasquetó a Fawcett Publications por plagiar a su propio Capitán Marvel, el de la D.C. Los más listos del lugar fueron, cómo no, el icónico guionista de la Casa de las Ideas, Stan Lee, y el maestro Gene Colan, quienes en 1967 aprovecharon el impás para hacerse con el nombre cuando estaba en desuso, apropiándoselo para crear su propio personaje.
Mar-Vell nació en el planeta guerrero Kree-Lar, y ya desde muy pequeño fue instruido en las artes de la guerra, convirtiéndose en un soldado ejemplar que fue ascendido a capitán tras La Guerra Kree-Skrull, acontecimiento determinante donde los haya en el universo Marvel. Destinado a un crucero intergaláctico, toma contacto con los habitantes de la Tierra al ser enviado en una misión de reconocimiento para evaluar su peligrosidad y valorar la posibilidad de una futura invasión, pero el alienígena decide tomar partido por los humanos, luchando desde entonces junto ellos bajo su nueva denominación de Capitán Marvel, ya fuera en solitario o bien en colaboración de otros súpergrupos como Los Vengadores.
A pesar de ser creado por Lee, fue Roy Thomas quien desarrolló al personaje que llegó a hacerse con su propia y meritoria serie regular, pero el baile de autores tras su marcha y los cambios constantes e incongruentes perpetrados por sus continuadores no favorecieron en absoluto a un personaje al que costaba ganarse el favor del gran público. Fue entonces cuando llegó Jim Starlin, especialista en temática cósmica y óperas espaciales, para desarrollar la mejor etapa de la colección, especialmente durante la antológica Saga de Thanos, personaje de creación propia que muy pronto veréis como villano principal en la segunda entrega cinematográfica de Los Vengadores. Pero todo lo bueno se acaba, y tras la marcha de Starlin los antiguos y mediocres guionistas volvieron a las andadas, precipitando la serie a su cancelación por falta de ventas. El personaje languidecía en apariciones puntuales aquí y allá en otras colecciones de la compañía, hasta que el legendario editor Jim Shooter le hizo un encargo a Starlin con estas palabras textuales: ¡Termina la historia!
Por aquel entonces el flamante editor de Marvel decidió experimentar con el nuevo formato de novela gráfica, de características similares al álbum europeo, con historias de mayor calado, sin publicidad de por medio y publicadas en tapa dura con mejor calidad de impresión y papel. La muerte del Capitán Marvel fue el numº 1 de la serie Marvel Graphic Novel. De hecho, Shooter no creyó que el bueno de su tocayo se tomaría su encargo tan en serio, ya que la propuesta no implicaba necesariamente el fallecimiento del Capitán Marvel, pero una vez visto el trabajo, este satisfizo ampliamente sus expectativas, y las de todos los lectores, ya que La muerte del Capitán Marvel puede ser considerada con toda justicia la obra maestra de Jim Starlin.
No hacía mucho que su propio padre había fallecido de cáncer, y en un ejercicio para mitigar la impotencia y la frustración ocasionadas por la pérdida el autor volcó su dolor a modo de terapia en la obra, tal y como ya hiciera el maestro Eisner en circunstancias parecidas en Contrato con Dios (ya reseñado en esta misma sección) tras la muerte de su hija.
El Capitán Marvel se convertía así el primer héroe de calado que no moría accidentalmente ni en cualquier enfrentamiento contra el supervillano de turno. Era su propio cuerpo, invadido por una plaga terrestre, el que le derrotaría en su última batalla. Todos los estados del cáncer: negación, depresión, ira, aceptación…son desarrollados a lo largo de un cómic en el que realmente llegamos a sentir la desesperación del protagonista hasta que finalmente, sin que ninguna de las mentes privilegiadas del universo Marvel consiga rescatarle de su condena, cae en coma y es guiado hacia la muerte por el propio Thanos.
El apartado gráfico de la obra es espectacular y ha envejecido sorprendentemente bien para tratarse de un estilo tan peliagudo como el de la ciencia-ficción (y eso aun a pesar de alguna que otra cinta de radio cassette que aparece en el cómic). El despliegue de Starlin con su habitual estilo elegante e hiperrealista no va ni mucho menos a la zaga de la conmovedora historia. La cantidad de superhéroes y villanos que desfilan por sus páginas, ya sea en busca de algún remedio o para despedirse por última vez de Mar-Vell una vez asumido lo irremediable, resulta desbordante. Las ilustraciones a página completa, dignas todas ellas de ser enmarcadas y expuestas en cualquier galería de arte de renombre abundan por doquier, y vienen cargadas hasta arriba de personajes relacionados con el protagonista, todos ellos bien plasmados y documentados…por no hablar de la portada, ya destacada en primer término y que si todo funciona como es debido deberías ver por aquí para haceros una idea de lo que estamos hablando por vosotros mismos.
La muerte del Capitán Marvel se convertiría gracias al buen hacer de Jim Starlin en el canto de cisne de todo un personaje de culto. Un poderosísimo guerrero kree que finalmente sería derrotado por una enfermedad cruelmente humana.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.
Fe de errores: Evidentemente el texto del último pie de imagen es incorrecto, ya que la imagen se corresponde a la splash page con la galeria de superhéroes (y no de villanos) que rinden tributo al Capitán Marvel en su último viaje. Aclarado queda, disculpad el gazapo.