SURREALISMO EN CIERNES
@L.F./ Personalmente siempre he sido de la opinión de que existen dos baremos inexcusables para convertir a un cómic en una obra maestra de todos los tiempos; el primero sería la cualidad visionaria de la obra y su salto cualitativo y conceptual hacia delante respecto a sus coetáneos de la época. El segundo, la influencia en otros autores y repercusión a posteriori del trabajo reseñable. Creo que a día de hoy todos los aficionados al género estaremos de acuerdo en que el primero en cumplir esas condiciones a rajatabla, convirtiéndose así en el primer gran clásico del medio, es Little Nemo in Slumberland (El Pequeño Nemo en el País de los Sueños)
Este magnífico trabajo de Winsor McCay (Canadá, 1867-1934) fue publicado en varias etapas entre 1905 y 1926, siendo la primera y más virtuosa de ellas la que abarcó el periodo entre 1905-14 del pasado siglo, fundamentando las bases del cómic tal y como lo conocemos hoy en día.
Little Nemo se publicó originalmente en el New York Herald hasta 1911, año en el que dio el salto a los periódicos del magnate William Randolph Hearst hasta su finalización tres años más tarde. MacCay retomaría el personaje en 1924 para abandonarlo definitivamente a finales del 26 sin conseguir igualar el extraordinario nivel alcanzado en su primera época. Incluso su hijo Robert, personaje real que inspiro la creación del protagonista, intentó fallidamente insuflar nueva vida a la creación de su padre en un par ocasiones en los años 30 y 40. Solo se quedó en el intento. El pequeño Nemo había dado lo mejor de si mismo en los suplementos dominicales de principios de siglo, revolucionando al medio con una hábil utilización del color y unas historias de marcado carácter onírico todas ellas que hicieron (y aun hoy todavía) las delicias de los lectores que se dejan caer por sus páginas.
El estilo gráfico de marcado art nouveau propone un soberbio escenario plagado de personajes secundarios y situaciones que se desarrollan invariablemente durante los sueños del pequeño protagonista. El virtuosismo narrativo y visual del autor consigue lo que en apariencia resulta imposible, que la lógica aparente sea la que aparece reflejada en el sueño de Nemo, quien siempre finalizará su aventura despertando tras caerse de la cama. La inquietud artística que le empuja a experimentar con el colorido formato de las sunday strip y el alarde de fantasía que el autor vuelca con acierto en sus páginas dio como resultado algo mucho más intencionado que un simple divertimento pasajero…yo me atrevería a aseverar que su arte innovador y visionario resultó claro precursor de uno de los estilos pictóricos fundamentales del siglo pasado que aun estaba por llegar a principios de los años 20, el surrealismo (sí, habéis leído bien y me reafirmo en ello).
Pero es que McCay, siempre inquieto y deseoso de aplicar los novedosos adelantos técnicos a su trabajo, no se quedó solo ahí. En 1911 rodó un cortometraje de tres minutos, mitad imagen real mitad animado, en la que aparece dibujando a su propia creación. La popularidad del pequeño Nemo fue tal que llegó a aparecer en el incipiente merchandising de la época en forma de ropa para niños, libros, postales, juegos…en 1908 disfrutó incluso de su propia adaptación teatral. Más recientemente se han realizado varias adaptaciones al cine, tanto en imagen real como animada, con artistas del nivel de Jean Giraud (Moebius) o el mismísimo Ray Bradbury implicados en los guiones. Evidentemente su influencia también se ha dejado sentir en el propio mundo del cómic, siendo destacables, por poner solo un par de ejemplos, la versión sui generis de carácter erótico titulada Little Ego firmada por Vittorio Giardino, y la nacional Los sueños del niñato, de Miguel ángel Gallardo, creador del mismísimo Makoki in person.
Las reediciones en castellano de Little Nemo in Slumberland (el título no se traduce) son pocas e incompletas, siendo las más destacada de ellas la de Norma Editorial que recoge el material publicado entre 1905 y 1908. Lo mejor y más completo que encontraréis en el mercado es el volumen único de Taschen en inglés que abarca la época de máximo esplendor del personaje, desde 1905 a 1914. Todo un lujo que aúna un trabajo innovador, visionario e influyente como pocos en la historia del cómic en particular y del arte con mayúsculas en general, y si no, que se lo pregunten a los suuuurrealistas, que diría D. Salvador.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa televisivo/radiofónico de TEF y Radio Èxit, Supercultura Freak Chow (2013-14) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.