Por Rebecca Beltrán:En este libro todo es pulpa. Es una autobiografía a corazón abierto, sin maquillajes que suavicen los
rasgos de una vida forjada como las que valen la pena, a golpe de error. Elena Figueras desgrana en Creímos que también era mentira (Caballo de Troya) su infancia, adolescencia y, sobre todo, su juventud, esos años entre los ‘diecimuchos’ y los ‘veintipocos’ en los que fue espectadora y actriz protagonista de la Movida Madrileña.
El relato comienza con la muerte de Franco y con Ana Cervera, la protagónica del libro, uniéndose al luto empático que le suscitan sus padres. Hija de médico, Ana es lo que aún hoy se llama ‘una niña bien’, aunque pronto descubrirá las mieles de la libertad y del peligro. Niña de colegio privado y uniforme, de las que jamás formulan preguntas incómodas en casa, de las que esconden sus errores, por pequeños que sean, y cenan cada noche en silencio, sentada a la mesa sin apoyar los codos en ella… Hasta que una amiga le invita a pasar un verano en Eivissa y el virus de lo prohibido infecta su mente:
Estas chicas salían por la noche y se podían quedar a dormir en cualquier lado, como su hermana Ilenia. Estaban acostumbradas a otro tipo de vida y sus padres no les decían nada. En Ibiza había mucha gente así, que se tomaba la vida de otra manera.
Y a partir de este momento, Ana comienza a explorar ese terreno que tanto brillaba en la Transición: lo prohibido. Tanto brillaba y tan pronto dejó de hacerlo, cubierto por la pátina de las muertes que dejaron las drogas a su paso. Ana conocerá a una familia burguesa progre como se era entonces, mucho más que ahora, ya que en aquella época había que reaccionar contra las largas décadas del franquismo. Y de ahí saltará al universo de Antonio, uno de los personajes emblemáticos de la Movida, al que se unirá dando lugar a una pareja de ícaros con las alas chamuscadas.
Elena Figueras no utilizó la primera persona para escribir este relato que es tan íntimo, tan pequeño y reservado, que da un salto a lo universal. La autora lo decidió así y fue por algo, porque supo que no podría hablar de ella sin hacerlo también de todos aquellos que encontraron en la Movida su salvación y su sepultura. Creímos que también era mentira es un libro duro pero bellísimo, que sólo cuenta con un defecto: jamás podremos hablar con la autora de esta historia tremenda y hermosa.
Qué preciosa reseña sobre esta novela, Rebecca. Coincido contigo, sobre todo en el defecto…
Mil gracias, Emi. Somos tantos los que coincidimos en el defecto…