El escritor y periodista barcelonés afincado en Ibiza David Ventura presentó ayer en Can Ventosa, en un acto muy distendido en el que no faltó el humor, su nueva novela Sortir a córrer, rentar-se les dents, portar-se bé acompañado por el editor de Edicions Aïllades Ramón Mayol y el periodista Fernando de Lama. El acto contó, además, con la presentación de la concejala de Cultura de Ibiza, Carmen Domínguez.
En una amena charla, el escritor explicó que, para él, el acto de escribir responde a una especie de carencia: «por un lado, porque sientes una incomodidad con respecto al mundo y con respecto a la sociedad; una insuficiencia con respecto a la vida, porque se acaba y el mundo está mal hecho. Tienes ganas como de hacer una enmienda. Cuando escribes, recreas, imaginas y proyectas un mundo que no es el real. Es una rebelión intima. Es la necesidad de dar una visión del mundo que es la tuya. Y no es ni peor ni mejor». El otro motivo que está detrás de la pulsión es «que escribes para que te quieran». «Cuando una persona sube a un escenario es porque quiere que la quieran y no hay más. Y cuando una persona se expone públicamente de alguna manera es porque quiere un reconocimiento y que le den una aprobación. Alimentar tu vanidad, ligar, por lo que sea… quien escribe, además de sentirse incómodo en el mundo, tiene un vacío emocional; un agujero en el pecho», reflexionó el autor también del libro de relatos Estic treballant per arruïnar la meva vida (2004) y de la novela Algú parla de mi (2012).
Ventura reconoció que el camino de muchos escritores no es sencillo y que es casi una carambola vender mucho, recibir atención por parte del público o simplemente publicar: «Una persona que escribe tiene que estar preparada siempre para recibir a cambio de su libro la indiferencia más absoluta, y está muy bien que así sea, porque la sociedad no ha pedido un libro mío. Tengo la satisfacción de que los dos libros que he publicado hasta ahora ha sido recibidos con una indiferencia sideral y en estas estamos», dijo entre las risas del público, que le acompañó en la Sala Villangómez de la Biblioteca de Can Ventosa.
Ventura relató crudamente un hecho habitual entre escritores, que es que una editorial te haga ilusionarte con la posibilidad de una publicación que no se materializa.
Así, la novela Sortir a córrer, rentar-se les dents, portar-se bé la comenzó a escribir hace nada menos que 12 años. Le apeteció entonces enfrascarse en una novela ibicenca, pero que retratarse la Ibiza del invierno, la más cruda y a veces cutre, como la definió Fernando de Lama en la presentación. Esa Ibiza que no es ‘the place to be’ ni sale en ninguna guía ni se ‘instagramea’ en redes sociales.
Una vez escrita, una importante editorial mostró interés, pero le hizo algo así como ghosting (vocablo inglés que define cuando alguien ignora a otro, de repente, después de haberle dado esperanzas románticas) literario. Así, tras acceder a cortar partes e incluir todos los cambios que le pidieron, desde la editorial le ignoraron durante más de un año sin más explicaciones. «Solo les faltó tirarme un plátano», dijo en relación a la indiferencia con la que muchas editoriales suelen tratar a los autores y autoras periféricos.
Ventura se presentó con esta novela al desaparecido premio literario Ciutat d’Eivissa, que no ganó y, mientras tanto, en el ordenador se le fueron acumulando relatos y más relatos y proto-novelas que parecían abocadas a ese destino final de la indiferencia.
Ahora ha podido salir a la luz con Edicions Aïllades, gracias a que el editor Ramon Mayol le preguntó casualmente un día si tenía algo en un cajón tras comentarle que le gustaban sus escritos y columnas.
Al volver a leerla, de cara a la publicación, Ventura encontró muchas cosas mejorables, de modo que hasta está contento «de que no saliera en su día» y de que lo haga ahora, cuando ya ha podido revisarla de manera intensa.
Reescribió el libro y matizó mucho a su personaje principal «que era insoportable», según sus propias palabras, con esa capacidad de reirse de sí mismo de la que hizo gala durante la presentación.
También explicó que se leyó de por medio la Teoría King Kong, de la cineasta y novelista Virginie Despentes, «que viene a decir que muchos de los personajes de la literatura femeninos escritos por hombres no son más que proyecciones del deseo de su propio autor», de modo que también pulió algunas cosas al respecto, «como las descripciones físicas del objeto de interés romántico del protagonista», confesó ayer.
Tras varias revisiones cree que, por fin, ha logrado sacar al mercado la novela que quería: «una novela que se puede vender, leer y que lleva mi nombre sin que se me caiga la cara de vergüenza. Ha costado 12 años y ahora ya puedo decir, ‘bueno, no está tan mal'», bromeó entre las risas del público asistente.