Por D.V: No hace falta ser adivino para deducir que ustedes no han leído ‘Los que duermen’ de Juan Gómez Bárcena ni ‘Siberia’ de Juan Soto Ivars, ya que ambos libros apenas han sumado los 500 ejemplares vendidos. A años luz, evidentemente, de la famosa ‘trilogía de Grey’ o de los últimos títulos de figuras como Eduardo Mendoza, Javier Marías o Enrique Vila-Matas, tres autores extraordinarios pero que ustedes ya conocerán de sobra -y los servicios de prensa y comunicación de los imperios de Prisa y Planeta ya se encargan de que ustedes les conozcan-.
Desde Nou Diari, en cambio, recomendamos encarecidamente ‘Los que duermen’ (ed. Salto de Página) y ‘Siberia’ (ed. El Olivo Azul). No porque sean títulos de autores de culto, raros, o para que ustedes se den el pego sino, simplemente, porque su lectura nos ha encantado y nuestra bondad natural nos empuja a hacer proselitismo de los libros que valen la pena. Mira si somos buenas personas…
Héroes, reyes, diosas y gente que duerme
La profusión de historias apócrifas sobre conquistadores del Nuevo Mundo, reinos inventados, tribus ficticias o reinvenciones de la mitología clásica, puede provocar que al leer ‘Los que duermen’ al lector le vengan a la cabeza los artificios de Borges. No obstante, Juan Gómez Bárcena no parece interesado en deslumbrar a nadie ni en parecer el más listo de la clase. De la misma manera que algunos poetas recurren a las puestas de sol, al mar embravecido o la evocación de la persona amada para emocionar a sus lectores, Bárcena lo consigue contando la historia del misterioso rey Aktasar -líder de los cairos, aquel que viajaba en el tiempo- o la del conquistador Juan Gómez de Carandía, que en el siglo XVI contactó con una civilización ameríndia en el que no existía el dinero sino que se poseían las palabras, o las vicisitudes de la historia de los presos del campo de concentración nazi de Theresienstadt que interpretan una pantomima ante una comisión de derechos humanos.
A través de sus sutiles metáforas, de su sentido del humor y de su poderoso aliento poético -la historias de los robots abandonados que esperan la llegada de su Creador, o a la de los hombres que pidieron ser criogenizados y que despiertan en un mundo futuro, extraño, hermético y hostil, son de una belleza conmovedora- Gómez Bárcena agarra de la mano al lector y le abre la puerta a un universo de pasillos concomitantes donde pasado y futuro se confunden.
Las 140 páginas de ‘Los que duermen’ se leen de una sentada y Juan Gómez Bárcena (1984) es un autor con un futuro extraordinario. No lo duden.
Siberia no es un país
Ni siquiera una región. Siberia es un estado mental, un momento vital en el que hace mucho frío, las pulsaciones se desaceleran y en el que todo sucede más despacio y en silencio. Juan Soto Ivars le llama Siberia a este estado que algunos le podrían llamar depresión, tedio o náusea. ‘Siberia’ nos cuenta la historia de Jonás, un aspirante a escritor que se acaba de recuperar de una grave enfermedad y que trata de escribir una novela pero que se encuentra sin palabras ni ideas. Mientras, deambula por Madrid, intenta acostarse con una chica que le rechaza constantemente y comparte cubatas y rayas de cocaína con conocidos y saludados.
‘Siberia’ es una novela en la que aparentemente no sucede nada pero en el que todo sucede entre líneas. ‘Siberia’ es la crónica de un año perdido, de un lost weekend y de una redención fallida, una novela que se debe leer despacio, en el que las palabras se saborean y en el que cada escena no sólo se lee sino que se respira. ‘Siberia’ es un libro que se debe leer en invierno, con el anorak puesto y con guantes para pasar las páginas, ya que el aliento de sus personajes nos cubren los dedos de escarcha. ‘Siberia’ es también la opera prima de Juan Soto Ivars (1985), un autor con una inteligencia despierta, un humor agudo y un talento insultante y a quien, evidentemente, hay que seguir muy de cerca.