@David Ventura: Hoy ha muerto Stephane Hassel. Uno no puede menos que envidiarle: ha tenido una vida plena y apasionante, ha alcanzado una edad longeva intelectualmente activo y en todo momento ha vivido conforme a una moral y unos principios intachables. Su muerte es una excusa perfecta para hablar bien de él y, sobre todo, para mantenernos bien lejos de su escuchimizado panfleto ‘¡Indignaos!’: un libro con cuatro ideas muy básicas que pueden servir para abanderar en alguna tertulia de bar -o debate televisivo, que viene a ser lo mismo- pero que es insuficiente para entender nada de lo que está pasando.
Así, el mejor homenaje que se le puede hacer a Hessel y a las ideas que representa es leer a un pensador de los buenos, al británico Tony Judt (1948-2010) y, especialmente, su libro ‘Algo va mal’ (Ed. Taurus): pillen la edición de bolsillo, se lee de un tirón.
‘Algo va mal’ es una enmienda a la totalidad no sólo al neoliberalismo sino al modelo económico, social y moral que se ha instaurado en Occidente desde la década de los 80, una década en la que se instaura el pensamiento dominante actual. Judt nos recuerda que en 1968, un ejecutivo de la General Motors ganaba 65 veces más que un operario de la empresa. Hoy, un ejecutivo de Wall-Mart gana 900 veces que el trabajador medio. Hagan ese mismo cálculo en el Grupo PRISA, ya que Juan Luís Cebrián se embolsó el año pasado 13 millones de euros a cambio de hundir su propia empresa. Este es el comportamiento usual y lógico del enloquecido capitalismo actual.
En su libro, Judt recuerda las verdades del barquero, como que la pobreza es corrosiva y que destruye a las sociedades por dentro. Judt recuerda una época no tan lejana en la que en las facultades no se estudiaba cómo ganar el primer millón de euros sino cómo ofrecer lo mejor de nosotros mismos para ayudar a la sociedad. Judt se pregunta “¿cómo podemos enmendar el haber educado a una generación obsesionada con la búsqueda de la riqueza e indiferente hacia tantas otras cosas?”
Judt señala a algunos culpables de esta situación y uno de sus objetivos es el cambio cultural que provocó el Mayo del 68, el punto que marca la sustitución de una generación educada en el “nosotros” por una generación obsesionada en el “yo”, el individualismo a ultranza y educada en el descreimiento y el cinismo. Sólo desde un despojamiento absoluto de valoraciones es posible admirar a un desgraciado con camisa de marca y tirantes que con un par de operaciones hunde dos empresas, pierde varios millones de euros que no son suyos y que luego se autoasigna una indemnización millonaria.
Eso sí, es posible no estar de acuerdo con todo lo que dice Judt, pero esta también es una de las grandezas de ‘Algo va mal’, y es que nos ofrece un amplio campo para debatir, argumentar, meditar y elaborar nuestro propio criterio. No es un libro con todos los cabos cerrados y, como en todos los textos inteligentes, deja al lector con un buen puñado de preguntas.
David, no serás del PP por un casual?.. Jajajajajajajaja