La pintora y profesora honoraria finlandesa Anita Snellman (1924—2006) que residió en la isla en los años 50 regresa a Ibiza este año gracias a una exposición en el Museo Puget que abre sus puertas este viernes 5 de julio a las 19 horas.
Snellman descubrió la isla de Ibiza en 1955, animada por sus compañeros artistas Maija Isola y Jaakko Somersalo.
La isla se convirtió en su amor duradero. Al principio vivió con su hija de 5 años en la parte más antigua de la ciudad, en Dalt Vila. A principios de los 60 la ciudad se volvió demasiado ajetreada para ella y se trasladó al campo ibicenco. El calor del sur, los habitantes autóctonos, la vida primitiva y los artistas internacionales la inspiraron, así como lo barato de las necesidades básicas de la vida.
En aquella época, según sus propias palabras, buscaba el “drama humano”, como podemos observar en los retratos a gran escala del Guitarrista Pepe, de 1958, y de la paralítica Doña Lucía, de 1956. Este fue su período de paleta oscura, en el que mostraba la influencia de Pablo Picasso en el tratamiento expresivo pero empático de las figuras. En una entrevista de 1958, declaró a un periodista: “Me siento muy a gusto en España. Hay sol, tan necesario para un pintor, y aire, y además España es un país barato para vivir. Pero también es otra cosa, algo aún más importante: es primigenia, primitiva, salvaje, si se puede definir así. Todo esto me inspira en mi trabajo. Siento que anhelo y necesito un entorno así y unas circunstancias sencillas para poder trabajar a pleno rendimiento.”
Anita Snellman era una artista decidida y audaz; la profesión de pintora fue para ella una elección inevitable. Era la hija mayor de una familia de profesores; nacieron después de ella dos hermanos menores. Se presentó a la Escuela de la Academia de Arte Finlandesa sin que sus padres lo supieran, y fue aceptada en la Academia en 1944, a pesar de que los hombres que regresaban de la guerra tenían prioridad. A pesar de las dificultades materiales, el ambiente de la escuela era inspirador y Snellman obtuvo buenos resultados entre otros estudiantes de arte con talento. En otoño de 1948, tras abandonar la Academia Finlandesa, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo, donde estudió hasta febrero de 1949. Después se fue a París, el lugar por excelencia para los artistas de la época.
En París, Snellman estudió en la Académie Julian en 1950. Dio a luz a su hija y se casó con el artista francés George Gonneau. Vivió principalmente en París hasta 1954, aunque participó con regularidad en exposiciones que se desarrollaban en Finlandia. En 1951 celebró su primera exposición individual junto a Tuulikki Pietilä en Helsinki. Los cuadros de sus primeros años en París tienen una atmósfera íntima, con motivos tomados directamente de su vida y su entorno. Aunque la escala de colores fue oscura durante todo este periodo -en definitiva, París continuaba bajo la sombra de la Segunda Guerra Mundial-, los cuadros de Snellman eran multicolores y en su mayoría de tonos cálidos.
Entre 1951 y 1958, Snellman realizó un total de siete exposiciones privadas en Finlandia, cinco de ellas en Helsinki, y una en Estocolmo. Su cuadro más antiguo en una exposición del Museo Puget es Autorretrato. Probablemente fue pintado en Francia en 1954, tras recuperarse de una grave enfermedad. A pesar de los colores claros, su rostro tiene un aspecto severo, y el fondo es inusualmente sencillo.
Luego vino el descubrimiento de la Cataluña española. Primero, Barcelona y Mallorca; luego, Ibiza donde Snellman echó raíces, aunque nunca olvidó Finlandia, especialmente las oportunidades de exposición que allí se le ofrecían. Palma de Mayorca, de 1954, muestra su habilidad para pintar líneas, sombras y colores con una precisión casi matemática. La mujer de aspecto serio del cuadro titulado La Ibicenca pertenece al primer año de estancia de la artista en Ibiza. Apreciaba a los ibicencos y a menudo se fijaba en sus bellos atuendos.
En Sant Carles, en el campo de Ibiza, Snellman compró su finca, una pequeña y modesta casa de campo, en 1963. Su pareja entonces, tras divorciarse de George Gonneau en 1958, era el artista noruego Paal Kvevik. La vida en el campo le gustaba, y la naturaleza y los animales domésticos se convirtieron en sus temas principales. Vivía de forma primitiva: al principio la casa no tenía electricidad, y hasta los años 80 no instaló una célula solar en el tejado para cocinar. Disfrutaba de una vida sencilla y natural; apenas llevaba ropa, pues creía que pintaba mejor desnuda. Según sus propias palabras, únicamente cuando vivió en esta casa de campo descubrió plenamente la naturaleza y, sobre todo, la luz, la impresionante luz del sol y el significado que tenía en sus cuadros.
Los almendros, el jardín, las flores, el mar, los gallos, las gallinas, los gatos y las ocupaciones agrícolas con los nuevos amigos del lugar fueron sus temas. Estaba muy unida a sus animales domésticos y lloraba cuando mataban a su gallo favorito para dar de comer a los payeses. Muchos de sus retratos incluyen animales, como el elegante retrato sentado de Elena y Petit, de 1967. El perro Petit debió de ser la mascota de Elena, porque Snellman era ante todo una amante de los gatos. El Almendro, de 1969, le inspiró ensoñaciones de felicidad paradisíaca ante los poderes creativos y la belleza de la primavera. Se puede ver cómo el árbol interactúa con el cielo y celebra su propia existencia. Anita se encontraba casi en estado de trance, como demuestran sus cartas, cuando encontró estos árboles en flor al regresar a su finca desde Helsinki. Más tardes este interés se disparó hacia el cosmos y las estrellas de la Vía Láctea. Las criaturas míticas se colaron en sus cuadros, además de las vivas, sobre todo en sus trípticos.
Snellman fue elegida profesora de la clase de pintura de la Escuela de Arte de la Academia Finlandesa en 1971, puesto que ocupó hasta 1979. La enseñanza consumía gran parte de su energía, pero también disfrutaba con los jóvenes estudiantes. Paal Kvevik murió en 1970, por lo que la enseñanza era un nuevo reto que se adaptaba bien a su situación. Aun afligida por la pérdida de Paal, pudo pintar obras que reafirman la vida, como Sunshine (Sol) y Happiness to See / Le Bonheur de voir (La felicidad de ver). Durante su época de profesora, las jóvenes estudiantes de arte destacaban entre la multitud, y sin duda el ejemplo seguro de sí misma de Anita creó confianza entre ellas, aunque sólo se dieran cuenta más tarde. Durante sus estancias estivales en su finca, Anita también se dedicaba activamente a la pintura. En esa época pintó obras tan poderosas como Rojo, Ilse y Cardos. Dialogan claramente con Matisse aunque con un acento diferente. El delicado retrato de María, de 1974, es una de las exquisitas composiciones en color que rinden homenaje a esta joven. Ilse era una fotógrafa y amiga de la zona que tomó maravillosas fotos de Anita y su entorno.
Snellman fue elegida Artista Finlandesa del Año en 1976 y se expuso una gran retrospectiva de su obra en el Kunsthalle de Helsinki. Fue muy bien recibida: la gente quería ver algo que no fuera arte político o abstracto, y aún no habían visto toda su gama. Su forma desinhibida de lanzarse al encanto de la luz y los colores envolvía al público en su visión, y animaba a los visitantes a entablar con ella un diálogo con maestros del arte occidental como Picasso, Matisse, Gauguin y van Gogh. Casi todos estos cuadros fueron pintados en Ibiza. La exposición también contenía tres sensuales trípticos que atestiguaban la audacia de la artista y su capacidad para controlar incluso cuadros de gran tamaño.
Poco después de su exitosa exposición retrospectiva, Snellman creó en 1979 una fundación que lleva su propio nombre. Su objetivo es apoyar las artes visuales y mantener vivo su propio arte. Desde la década de 1980 hasta su muerte, Anita organizó sus exposiciones sobre todo en su propia casa de Helsinki. En la década de los 80, pintaba sobre todo en Ibiza. Aquí afloró su lado romántico, como puede verse en Cesta roja, Amarillo fantástico y Rosa y Luna nueva. Manteniéndose cerca de la fuerza verde del vigor de la Naturaleza, llenó sus lienzos de sentimientos y pensamientos exuberantes y sensuales, celebrando la vida y su inagotable vitalidad. Cuadros como Primavera I, Primavera VII y Después de la lluvia demuestran la capacidad de Snellman para captar el movimiento y la energía de la naturaleza. Sus últimos años, sin embargo, se vieron ensombrecidos por la enfermedad. Amante del sol toda su vida, ahora tenía que evitarlo; ferviente nadadora al aire libre, ahora tenía que conformarse con piscinas cubiertas.
Esta exposición en el Museu Puget de Eivissa (Ibiza), en honor al centenario del nacimiento de Anita Snellman, es la primera exposición individual que se celebra en su querida isla. La Fundación Anita Snellman se une en este caso al Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa (MACE) para exponer veintiuna pinturas de una isla que le proporcionó su mayor inspiración.
(El texto de este artículo es una traducción del original de la historiadora del arte finlandesa Leena Ahtola-Moorhouse)