“Un testimonio visual de las cicatrices que dejan las experiencias vividas y de la fuerza silenciosa que permite seguir adelante… o, al menos, permanecer”. Así se presenta la exposición de grabados de Eva Esteban (Logroño, 1973) que, bajo el título Resistència, propone “una conversación entre el tiempo, el cuerpo y el paisaje” a través de su visión de las sabinas ibicencas.
La obra de Eva Esteban se puede ver desde este pasado viernes 21 de marzo en Erredakzioa de Bilbao, un espacio expositivo directamente vinculado a La Taller, centro de producción gráfica contemporánea de referencia, ubicado en la capital vizcaína. Esteban encontró hace diez años en este lugar comandado por Maite Martínez de Arenaza (La Taller) y Tania Arriaga (Erredakzioa), el entorno ideal para la exploración artística. Allí ha tenido la libertad de desarrollar su lenguaje visual, desaprendiendo viejas teorías clasicistas y disfrutando del proceso creativo por encima de cualquier exigencia de falsas perfecciones técnicas.

Para esta exposición, Esteban ha seleccionado “una decena de grabados de sabinas ibicencas castigadas y retorcidas por el viento” de lugares como el Parc Natural de ses Salines de Ibiza y la zona de es Codolar. Eva Esteban vivió muchos años en Ibiza y sus sabinas centenarias son también una forma de restablecer un vínculo con la isla que nunca se ha roto del todo.

Como curiosidad, Erredakzioa es también una imprenta tipográfica de pequeño formato desde la que se edita la revista Minerva-El Reportaje Ilustrado. De modo que Eva Esteban, periodista y publicista de formación, también hila otro diálogo con el espacio. “Erredakzioa quiere poner en valor la calidad del trabajo de quienes, desde la curiosidad y el amor a la cultura, se han acercado a la práctica del arte, como una actividad paralela a sus respectivas profesiones, sostenida en el tiempo”, destacan desde La Taller.

La inauguración de la exposición desbordó todas las expectativas y fue recibida con éxito de asistencia de público y muy buenas críticas. Podrá verse con cita previa hasta el 23 de mayo.
—Usted viene del Periodismo y de la Publicidad, ha trabajado como interiorista y en el diseño de moda… pero la pulsión artística siempre ha estado ahí.
—Es una necesidad, una manera de ver la vida. Estoy marcada todavía en un clasicismo, en aquella la idea de que todo se centra en si dibujas bien o haces cuadros virtuosos. Pero cuando entras en un espacio como La Taller comprendes que no se trata de eso sino de expresarte. No estás ahí para hacer un curso de aguatinta, de grabado o de linóleo. Maite, que tiene esa sabiduría, esa gran intuición y ese ojo maravilloso, sabe ver por dónde podemos ir cada uno de nosotros y nos sabe llevar por un camino diferente, por nuestro propio camino. Esto no va de hacer un carboncillo perfecto de un modelo desnudo, como a menudo se representa una clase de arte en las películas. Esto va de ser tú y expresarte.
—¿Les acompaña hacia un autodescubrimiento, de alguna manera?
—Ella considera que somos personas con un sentido de la curiosidad un poquito más despierto. La gente que se acerca aquí, aparte de la inquietud artística, tiene un punto de curiosidad por los procesos, por cómo se puede trabajar….
—Sus grabados tienen como protagonistas a las sabinas de Ibiza y Formentera, donde vivió muchos años, y también ha centrado su obra previa en sarmientos y vides, de su tierra natal, La Rioja. ¿Hay puntos comunes entre ambos motivos?
—Hay un hilo conductor entre ambas imágenes, sí. Soy riojana y he vivido en Ibiza. La Rioja de invierno, de enero o de febrero, ofrece ese paisaje con las vides limpias, súper austeras, que no tienen nada, ni hojas. Ese paisaje tan triste y gris, tan melancólico, me parece increíble. Con las sabinas me pasa algo similar. Es otro tipo de paisaje, es otra zona, pero también es un lugar donde yo he vivido y considero especial en mi vida. Al lado de un mar en calma ves a la sabina contorsionada, torcida por los vientos.




De estas conexiones me he dado cuenta con el tiempo, no ha sido algo premeditado. Íntimamente sabes por qué haces las cosas, otra cosa es que te pares a pensar en ello y que lo tengas que verbalizar y expresar, que eso es lo que realmente cuesta.
De las sabinas siempre me ha resultado interesante observarlas, a merced de la intemperie y de los elementos climáticos, pero también de los elementos de la saturación turística, de todo. Resisten en lugares protegidos como el Parque Natural de Ses Salines pero, al mismo tiempo, siguen estando expuestas.
Cuando empecé a pintar en Logroño, comencé a pintar viñas, que es una temática muy similar. Con el tiempo me he ido dando cuenta de que a mí, lo que me llama verdaderamente la atención de estas figuras son esos surcos, las huellas del paso del tiempo, el desgaste, la permanencia y la erosión.
—¿Por eso ha titulado la exposición ‘Resistència’? ¿Qué encierra este título?
—De alguna manera, el paso del tiempo a todos nos genera desgaste, mucha erosión. Esto lo enlazo con momentos personales en los que me he encontrado con desgastes relacionados con la salud: un problema de espalda, momentos vitales de ansiedad… Es un tema del que me cuesta hablar, no solo porque es algo muy personal, sino porque hay gente que realmente lo pasa muy mal con enfermedades graves y degenerativas. Yo me encuentro bien y sigo en marcha, pero no por ello dejan de afectarme. De modo que en las obras hay algo de ese desgaste, de esa falta de fuerza, de esos momentos en los que te sientes acabada, a muchos niveles. Un desgaste profundo.
En mis imágenes hay una idea del individuo que aguanta, que tira hacia adelante, que procrastina, que vuelve a empezar… o no. Igual nos quedamos estancados. Hablamos de volver a empezar o de seguir adelante, pero igual no sigues adelante, igual no puedes seguir. Sí, se trata de evitar esos términos tan categóricos. Eso de todo va a salir bien, todo va a salir perfecto. Sí, igual me adapto, igual resisto… o igual no puedo.
—Sus obras son de elaboración lenta: el proceso con la plancha es de muchas semanas y usted es minuciosa. ¿Es más importante para usted el proceso que el resultado? ¿Esa forma de trabajar es casi un acto de resistencia frente a la aceleración generalizada?
—Sí, algo tiene de eso. La Taller es como una cápsula, algo que te aísla de muchas cosas pero te conecta con tu expresión. Creo que todos tenemos pasiones que son necesarias para tomar aire y poder seguir luego con las rutinas: el que se expresa en el gimnasio musculándose, el que quiere cantar, el que toca un instrumento. Creo que todos tenemos dentro muchas cosas que expresar. Y haces un esfuerzo por sacar ese tiempo para estar allí. En La Taller he encontrado un método de expresión y, si empezase a hacer óleo, me pasaría también… el proceso va conmigo.

—También crea acuarelas e ilustración infantil. Frente al duro y minucioso proceso del grabado, ¿suelta más el trazo, se relaja con la acuarela?
—La acuarela yo también la castigo bastante [rie] No es la acuarela más suelta del mundo, precisamente. Al final, tu estilo y tu manera de expresarte es esta, puntillosa, por decirlo de alguna manera.
—Tanto La Taller como Erredakzioa son dos espacios realmente únicos. ¿Cómo llegó a Maite Martínez de Arenaza?
—Me acuerdo perfectamente del día en que la conocí hace más de diez años. Era una tarde lluviosa de un sábado de noviembre en Bilbao. Iba a la Feria Internacional de Grabado de Bilbao (FIG). En ese momento estaba centrada en la maternidad pero tenía muchas ganas de retomar la creación. Venía de pintar en Logroño y comencé a curiosear en Bilbao. Me encontré con el perfil de Maite y me pareció muy profesional. Pensé incluso que igual se me venía grande. Pero en el FIG conocí Maite, maravillosa, hablamos y me quedó claro que quería empezar con ella. En enero comencé las clases.

—¿Por qué grabado?
—Quería probar una técnica que siempre me ha llamado la atención. No es tan único como un óleo, pero sí permite a todo el mundo acceder a una obra original, única… y asequible. Cuando hablo de que considero el grabado más económico, la razón es que se hacen ediciones. Eso te permite realizar una matriz y considerar cuántas estampas vas a realizar con esa matriz. El precio lo va a marcar la edición (50, 60, 100 unidades o lo que el artista considere) y la calidad gráfica y artística de la obra.
—Esta es su primera exposición individual pero ha participado en colectivas…
—Hace tres años estuve en Eibar, en una colectiva de obra gráfica de La Taller que fue realmente muy bonita porque la sala era increíble y fue emocionante exponer con compañeros. También he expuesto durante tres años consecutivos en Bodegas Vivanco, donde seleccionaron mis obras en el concurso de grabado internacional que organizaban.

—¿Le ha costado dar el paso de exponer su obra de manera individual?
—Al principio sí, sientes mucho respeto y mucho pudor frente a los profesionales. También entra aquí el tema de la autoexigencia y el perfeccionismo, pero reconozco que ahora he sentido que lo quería hacer.
—¿Y le gustaría llevar esta exposición a Ibiza, ya que las protagonistas son las sabinas ibicencas y de Formentera?
—Sería tan bonito que surgiera la oportunidad…
Reportaje con fotografías de Eva M. García, Maite Martínez de Arenaza y Laura Ferrer Arambarri.
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