Rob Davidson ha dado el mástil; Albert Oliva, el cuerpo; Seán Mackey, el golpeador; Francis Fastfingers, los botones; Eki Hoffmann, de Formentera Guitars, ha puesto la parte técnica y ajustes; Dennis Herman ha donado una funda clásica de Fender; Miquel Botja, las cuerdas; Raúl Moya la ha decorado…. y no se descartan más aportaciones.
Todas esas piezas han dado lugar a una criatura única: la Guitarra Frankenstein, singular hija de parte de los músicos que forman la parroquia de Can Jordi Blues Station.
Rob Davison fue quien puso la primera pieza de la guitarra: un mástil que ha sido la base sobre la que se ha construido. Después, Albert Oliva aportó el cuerpo y, poco a poco, los demás músicos fueron donando las piezas que se han ido ensamblando. Un proyecto tan especial como espontáneo, que el capitán del barco de la Station, Vicent Marí (conocido como Vicent Jordi) acogió entusiasmado.
Como todas las ideas que se gestan en este local, la Frankenstein se urdió «cerveza va cerveza viene y de una manera completamente casual», explica Miquel Prats Botja a Noudiari. Él donó cuerdas y púas a la criatura. «Es un proyecto muy bonito que muestra la implicación de todos con la música en directo y con todo lo que sale de este local», destaca a Noudiari.
Muchos han sido los parroquianos que han podido testar esta creación: decenas de músicos tuvieron la oportunidad de hacerla sonar en una reciente jam session en Can Jordi, uno de los pocos lugares en Ibiza con programación constante de actuaciones en directo.
Ahora esta pieza, que es indudablemente bella, se queda de fondo de armario en el local y estará disponible para quien quiera tocarla. Es más, no se puede decir que esté del todo acabada porque siguen llegando donantes.
Para convertir en todavía más especial y única a esta pieza, el acordeonista de Moonshine Band y, además, artista Raúl Moya la ha decorado a mano. Con mucho cariño (y talento) ha creado un motivo que es todo homenaje a Can Jordi y a Sant Josep, ya que se puede ver la iglesia del pueblo al fondo y la sinuosa carretera que llega hasta la Station con todo detalle.
El buen ambiente y el sentido del humor son señas de identidad de este local, así que la guitarra no podía ser menos. Por eso han pintado el nombre del ‘monstruo’ con la inicial ‘F’ exactamente igual que la de la marca emblemática de guitarras eléctricas Fender Stratocaster.
«Los músicos de Can Jordi se apuntan a un bombardeo, porque es como el pulmón cultural de la isla. Hay una energía y una sintonía alucinante aquí, no solo con los conciertos sino con las exposiciones, jam sessions y cualquier reunión entre amigos», valora Moya.
En la misma línea se pronuncia Botja: «Es la casa de todos y Vicent es un tío que cuida la música en directo y a las personas, así que cualquier en cosa que sale de ahí nos volcamos todos y la verdad es que esto ha quedado simpático».
Y es que a los músicos de Can Jordi les encanta implicarse en todos los proyectos y aportaciones que puedan hacer a este local que mantiene vivo el espíritu y la magia de la música en directo con conciertos que, además, son gratuitos.