Laura Ferrer Arambarri / Llegaron del campo de Kutupalong destrozados, bloqueados. Alberto Martos y Luna Alcántara mostraron a sus compañeros de la productora ibicenca Pauxa el material que traían de los refugiados rohingya en Bangladesh y todos acabaron con lágrimas en los ojos. Era el verano de 2019.
TRAILER | VIVIR SIN PAÍS, EL EXILIO ROHINGYA from PAUXA FILMS on Vimeo.
El productor, Pablo Alcántara, enseguida comprendió que tendrían que luchar mucho para conseguir que ese material viera la luz y llegase a todos los rincones. Los temas tan duros son difíciles de vender a las televisiones y más ahora que todo el mundo está saturado de noticias tristes.
Pero los rohingya no se merecen ser ignorados por el mundo.
Ahora Living without a country. The rohingya exile ya es un documental que busca, sobre todo, dar a conocer la tragedia de cuatro millones de personas.
Han intentado no incluir las partes más sórdidas de los testimonios pero no ha ocultado nada. «Lo que ha pasado con esta minoría musulmana ha sido un auténtico genocidio cometido por Myanmar (Birmania)», relata Alcántara. Un conflicto en el que la comunidad internacional no ha actuado con suficiente fuerza a pesar de que Naciones Unidas cataloga a los rohingya como la etnia más discriminada del mundo.
Cuando uno ve Living without a country. The rohingya exile lo primero que piensa es en cómo podemos vivir ignorando una tragedia de semejantes dimensiones. El ejército birmano ha asesinado bebés tirándolos al fuego y ha violado a miles y miles de mujeres rohingya con un nivel de ensañamiento difícil de asimilar. Eso por no hablar de los asesinatos masivos y de las aldeas quemadas y arrasadas.
No hay que olvidar un detalle importantísimo: La Consejera de estado de Birmania, Aung San Suu Kyi, y todo el gobierno lo han consentido y alentado.
Suu Kyi es Premio Nobel de la Paz.
Objetivo: Visibilizar para concienciar y actuar
Visibilizar es el primer paso para dar a conocer y movilizar y eso es lo que ha hecho la productora ibicenca Pauxa, que va dando importantes pasos para que este documental llegue al público. Ya tiene prácticamente cerrada su emisión en La Noche Temática de Televisión Española.
Llegar a más televisiones internacionales, proyectarse en más festivales y, en suma, que se conozca esta tragedia es el objetivo de esta producción que además ha puesto en marcha un crowdfunding para sufragar parte de los 97.000 euros invertidos en el proyecto.
La factura del documental, impecable, cuenta además con alicientes como unos bloques de animación de Jesús de las Heras para recrear algunos episodios de las masacres y con una estupenda banda sonora del compositor Miquel Àngel Aguiló
Myanmar, Londres, Bangladesh y La Haya
Alberto Martos, el director, y Luna Alcántara, directora de fotografía, viajaron en junio de 2019 a Kutupalong, en Bangladesh, el mayor campo de refugiados del mundo, que alberga a un millón de rohingyas en condiciones insalubres y sin apenas seguridad (especialmente para las mujeres). Trajeron de vuelta a Ibiza una historia tan dura como necesaria «porque lo peor que se puede hacer con unas personas a las que se les ha arrebatado la dignidad es silenciarlas», explican.
Así, una parte de los casi 4 millones de rohingya exiliados malviven en este gigantesco campamento, del tamaño de la isla de Ibiza (unos 500 kilómetros cuadrados): Hacinados, sin los servicios mínimos más básicos y con zonas tremendamente peligrosas donde es frecuente que se produzcan violaciones y secuestros de niños y niñas para negocios de trata.
Otra parte de la comunidad está en campos dentro de la propia Birmania «a los que es imposible acceder y donde no se sabe qué sucede», relata Luna Alcántara.
Nada bueno ocurre en estos campos, si se tiene en cuenta las aberraciones que el propio ejercito de Myanmar ha cometido contra esta población con el salvoconducto de que están luchando contra el Arakan Rohingya Salvation Army (Arsa, por sus siglas en inglés) un presunto grupo terrorista.
Los autores del documental ponen en entredicho que sea un grupo terrorista como tal. Consideran que es más bien «una resistencia contra las aberraciones que han cometido contra su pueblo», además «son pocos y mal dotados en lo que respecta a medios, armas…».
«Si hay un ataque el ejército birmano, entra y aplasta a la comunidad entera sin distinguir si hay alguien el Arsa o no, arrasan con todo», relata Martos.
En el juicio del tribunal de la Haya de diciembre de 2019, también grabado por el equipo de Pauxa, Suu Kyi llega a decir que son daños colaterales de la respuesta del ejército birmano contra el Arsa. «¿Niños quemados vivos y mujeres violadas se puede considerar daños colaterales?», se pregunta Pablo Alcántara, escandalizado.
Un desastre urdido en la colonización británica
Para entender qué ha pasado con la comunidad rohingya, el documental se abre con una necesaria explicación de los estragos que causó la colonización británica en la zona: anexionó el antiguo reino de Arakan, el país rohingya, a Birmania.
Tras la descolonización, los birmanos, de mayoría budista, consideraron a los musulmanes rohingya como un peligro para la unidad de la nación y comenzó su acoso y derribo. Quemar sus aldeas, asesinar a miles y miles de personas y provocar un exilio de cientos de miles de supervivientes hacia Bangladesh fue el método. A pesar de la pobreza de este último país, han acogido a una gran comunidad que estaba entre la vida y la muerte.
¿Por qué una productora de Ibiza llega a los rohingya?
Todo comienza por el interés personal de Alberto Martos en la zona, ya que previamente había rodado dos documentales en India.
Por su parte, el productor Pablo Alcántara también conocía la tragedia de los rohingya, así que juntos empredieron este proyecto, que sabían que era arriesgado.
«En noviembre de 2018 comenzó todo», relata Martos. «Viajé solo a Birmania e hice una ruta para conocer el país. Unas imágenes que ahora nos han servido para mostrar el mosaico cultural del país y hacer una introducción geográfica e histórica del documental», relata.
Después establecieron contactos con representantes de la comunidad rohingya en el exilio, que se han convertido en la piedra angular sobre la que pivota el documental, ya que son ellos en primera persona los que narran los hechos y articulan también las intervenciones de mujeres, hombres y niños que han sufrido en sus carnes una violencia difícil de entender y digerir.
Personas heridas física y mentalmente que más que comida y alimentos lo que precisan es ayuda psicológica para afrontar traumas por sucesos espeluznantes.
Así, el documental se construye a partir de los testimonios de Nurul Islam, presidente de la Arakan Rohingya National Organization (ARNO) y de Razia Sultana, abogada y presidenta de Rohingya Women Welfare Society, condecorada por su labor en la International Women of Courage Awards por el departamento de Estado de EE.UU. «Ella trabaja especialmente con mujeres que han sido violadas o que han presenciado cómo mataban ante ellas a sus bebés e hijos pequeños», relata Alcántara. Se le humedecen los ojos al recordar lo que sintió cuando vio y escuchó por primera vez los testimonios de esas mujeres que habían recogido Alberto y Luna.
Otros temas, como los intentos de dar educación y la sanidad en los campos, vienen de mano de los testimonios de la especialista en educación de UNICEF Mouri Chowdhury y del médico Musfiq bin Amin de la organización Internacional de la Migración de Naciones Unidas (IOM).
¿Hay una solución?
El equipo de la productora Pauxa cree que la única solución a este tremendo problema «es que se ejecuten sanciones económicas drásticas contra Birmania y que estas personas puedan volver a su tierra y a sus aldeas como ciudadanos de pleno derecho y, así, tener acceso a educación o sanidad».
¿El problema principal? Pues que Estados Unidos, Rusia o China tienen importantes intereses económicos en la zona. «Myanmar es un país emergente, en un lugar estratégico, con posibilidades de desarrollo turístico y rico en recursos naturales. Nadie quiere darle caña», lamenta Alcántara.
La sentencia del tribunal de La Haya, que salió a principios de 2020, obliga a Myanmar a proteger a la comunidad rohingya «pero no lo están cumpliendo en absoluto», denuncian desde Pauxa. Al contrario, casi cada día con la excusa del Arsa, sigue habiendo ataques a las aldeas con miles de nuevos desplazados.
Es una historia dura y eso ha provocado que algunas distribuidoras no se interesen en ella. «Nos dicen que como idea es maravillosa y que hay que contarla, pero no les viene bien en este momento. Nos dicen: la gente ahora con el Covid está muy agobiada y no quiere ver cosas tristes», lamenta Alcántara. Entiende que la gente no quiera ver cosas tristes pero al mismo tiempo advierte de que no se puede dar la espalda a lo que pasa en el mundo.
Hay que picar piedra y aunque ya han sido finalistas en un festival necesitan un espaldarazo más importante para poder entrar en las televisiones. También buscan madrinas y padrinos y por eso han contactado con personas sensibles a la tragedia de este pueblo como la periodista Marta Robles, el actor Sergi López, y las actrices Ana Vide o Barbara Hermosilla para dar voz a estas personas a través de las redes.
«El día a día nos arrastra, pero hay temas muy importantes enquistados durante años, que no se solucionan. Nos olvidamos de ellos, pero no podemos olvidarnos de los rohingya», concluye Alberto Martos.