Tenía cara de ángel pero una voz oscura. Su aspecto era frágil, pero se convirtió en una musa del underground y el punk, dos estilos nada delicados. Nico encarnó por sí sola todo un movimiento. Dejaba su firma en todo aquello en lo que participaba. El 18 de julio se cumplirán 25 años de su muerte en Ibiza, isla a la que amaba y que eligió para vivir con su hijo.
Christa Päffgen nació en Colonia el 16 de octubre de 1938. Su padre, un ferroviario, murió en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Sus amigos célebres no dejan de mencionarla en sus biografías, en las que destacan su carácter reservado, callado, observador, taciturno, quizá el fruto de una infancia marcada por una guerra cruel.
Pero tras la mujer de apariencia delicada se encontraba un torbellino artístico que conquistó la mítica Factory de Andy Warhol nada más poner un pie en el recinto. Porque Nico no fue a los dominios del rey del Pop Art sin pedigrí, sino que entró de la mano del Rolling Stone Brian Jones y con muchos tiros pegados: en 1960 había participado en La Dolce Vita de Fellini y en su faceta como modelo, además de haber protagonizado portadas de las revistas europeas más importantes, había ejercido como maniquí para Coco Chanel. Dos grandes muy grandes unidas por aguja e hilo.
Llegó, vio, venció: Nico conquista Nueva York
Nico desembarcó en Nueva York y la hizo suya. No sólo la ciudad sino lo que ésta significaba: la crema de la vanguardia cultural. El disco The Velvet Underground & Nico, con la icónica portada del plátano firmado por Andy Warhol, fue el culmen de la conquista de esta tímida alemana, que tanto cantaba como interpretaba ante la cámara.
Jim Morrison, Jimmi Hendrix, Jonh Cale, Lou Reed… Todos ellos la amaron, no pudieron huir de esa electricidad que desprendía. Alain Delon fue el padre de su hijo Ari Päffgen nacido en 1962, quien se cambió el nombre por Christian Aaron Boulogne y se ha convertido en un conocido fotógrafo francés. El actor no quiso reconocer su paternidad, pero el destino, que es un guasón, le dio un hijo idéntico a él que fue criado por la madre de Delon, Édith Boulogne.
Una personalidad de acero forjado cubierto de seda. Esa era Nico. Jamás se dejó llevar por la moda aunque la moda no podía dejar de seguirla a ella. En la explosión hippy de los sesenta ella huyó de las flores y los estampados multicolores. Cuando toda esta moda pasó, ella se calzó un kaftán y no se lo quitó durante una década. Su estilo musical era pura psicodelia, pero la abrazaron los punks como numen. La contracorriente hecha reinado y Nico sobre su trono. O, para ser fiel a su filosofía, quizá de espaldas a él.
Una muerte fortuita que entró en el imaginario de Ibiza
El 18 de julio de 1988 Nico salió a dar un paseo en bicicleta por Ibiza con su hijo Ari. Unos dicen que tuvo un accidente fortuito, otros que fue un pequeño infarto. Lo cierto es que la artista se dio un fuerte golpe en la cabeza y fue trasladada por un taxista a Can Misses, donde un diagnóstico negligente hizo que confundieran un derrame cerebral con una insolación. Al día siguiente, Nico murió y rebrotó la leyenda, porque ya había nacido, no le hizo falta morir a los 27 para que dibujaran su nombre con bombillas de colores.
Alrededor de aquel día han surgido mil leyendas en Ibiza. Muchos afirman que Nico tuvo en accidente a las puertas de su casa, pero si así fuera, Nico habría muerto en cincuenta puntos diferentes de la isla en el mismo momento. Esto evidencia lo obvio: sólo se habla de lo que importa, y Nico importaba. Por eso, el Ayuntamiento de Sant Antoni inaugurará el próximo día 18 una exposición en sa Punta des Molí, formada por una antología de discos, documentos, imágenes inéditas y proyecciones de la artista. Ese día, otros pondrán uno de sus discos y cerrarán los ojos para revivirla. Ojalá fuera tan fácil.