@D.V./ Como todo el mundo sabe, una cosa son los libros y otra la literatura. Por ejemplo: casi simultáneamente, en este país se ha publicado el libro de Belén Esteban ‘Ambiciones y reflexiones’ y el Sergi Bellver, ‘Agua dura’. El primero ha sido, sin duda, un gran acontecimiento para la industria del libro; el segundo, en cambio, es una buena noticia para la literatura. Dijo no-se-quién -¿Vila-Matas, quizás? porque Vila-Matas se ha convertido en el proveedor oficial de aforismos sobre la literatura y la creación- que la auténtica literatura es la que siembra incertidumbres, la que no ofrece respuestas sino la que te desconcierta con nuevas preguntas y la que nos permite mirar el mundo con unos ojos nuevos. ‘Agua dura’ es todo esto.
Las historias que Sergi Bellver nos cuenta en ‘Agua dura’ pertenecen a este tipo de relatos en los que no existen finales redondos, ni todas las piezas encajan, ni los acontecimientos dibujan un círculo perfecto. Esto es así no porque al autor haya sido incapaz de atar todos los cabos sueltos, sino por su convicción de que la vida es inasible e imperfecta, y que el fluir de los hechos y las historias no se someten al axioma de planteamiento+nudo+desenlace: “La narrativa no tiene por qué ser ‘sota, caballo y rey’” asegura Bellver.
Este libro es el fruto de una vocación tardía, la ‘opera prima’ de un autor que se estrena a los 42 años, aunque Bellver ya ha participado anteriormente en diversas antologías y ha editado libros colectivos como ‘Chéjov comentado’ o ‘Mi madre es un pez’. “Digamos que he tenido una vocación aletargada. Durante 20 años sólo he escrito un cuaderno de viajes. Primero he vivido y después he empezado a escribir” nos comenta Bellver, quien ha decidido adoptar la literatura como forma de vida visceral y que ha tejido una red de complicidades por toda la geografía española con otros enfermos de los libros.
Volviendo a la piel del lector, ‘Agua dura’ es un volumen que se lee del tirón -115 páginas- y en el que encontramos historias muy diversas: dos hermanos que acuden a un páramo desolado para tomar posesión de una herencia, una pareja que persigue en el Brasil de los años 70 el rastro del criminal nazi Josef Mengele, un pescadero que acude a Islandia para recoger las cenizas de su hermano ,o un sicario ruso que le escribe una carta a su antiguo amor de juventud… Historias impregnadas de una profunda voz poética, llenas de matices cautivadores y que mejoran con una segunda relectura. Unas historias que, además, se desmarcan de la omnipresente ‘literatura del yo’ que nos aqueja: “La escritura nos permite vivir otras vidas, y eso es lo que intento hacer. No necesito hablar de mi mismo, prefiero inventarme historias y contarlas”. No obstante, a pesar de huir de si mismo como alma presa por el diablo, Bellver no puede evitar que su visión del mundo se cuele entre las grietas de sus historias: “La familia, por ejemplo, siempre aparece como algo complejo y oscuro”.
‘Agua dura’ de Sergi Bellver, ha sido publicada por Ediciones del Viento. Deducimos que en Ibiza será difícil de encontrar -si no está en Hipérbole, difícilmente se podrá encontrar en ninguna otra parte- pero siempre se puede encargar a su librero de confianza -un oficio que en nuestra isla está en vías de extinción- y en pocos días estará en su casa y sabrán así que un vestido puede ser un trozo de país cosido, una patria invisible de la cual es imposible exiliarse. Vale la pena.