R. Beltrán/ Marta Robles lleva más de veinte años ejerciendo como periodista y escritora, así como otros tantos visitando Ibiza cada verano. Enamorada de la isla y de las letras, la madrileña se ha alzado con el Premio Fernando Lara gracias a su más reciente novela, Luisa y los espejos (Planeta), una historia protagonizada por dos mujeres separadas por el tiempo pero unidas por dos pasiones: el arte y el amor.
Gracias a Luisa y los espejos se ha recuperado la figura de la Marchesa Casati, una mujer adelantada a su tiempo, con un pensamiento muy moderno y una gran mecenas del siglo XX. ¿Por qué la historia, incluso la más reciente, resta importancia a personajes como ella, mujeres que cambiaron el curso de los acontecimientos?
La verdad es que es curioso como a partir de Luisa y los espejos se ha despertado un enorme interés hacia la Marchesa y hacia todas las obras que la representan. Hace poco una gouache de Beltran Masses que representaba a Luisa Casati con su boa y que hasta hace poco habría pasado desapercibida, alcanzó una cantidad más que considerable en una subasta en Madrid. En otros casos, no sabría decir exactamente a qué se debe, pero en el caso de la Marchesa Casati yo creo que su declive personal, la pérdida de su fortuna y la dispersión de toda las obras que la representaban que sirvieron para pagar deudas contribuyeron a que con el paso de los años su recuerdo cayera en el olvido. Pero además es cierto que ella fue una persona demasiado libre para su época, demasiado poco convencional… De alguna manera se la consideraba una amenaza y tal vez por eso no fue una persona especialmente querida, pese a impulsar a artistas y ayudar a bastantes personas de su entorno, incluido su propio gondolero al que ayudó a casarse con la mujer que amaba.
Una de las frases más significativas de la Marchesa Casati es “Quiero ser una obra de arte viviente”. ¿Lo consiguió? ¿Cree que algún otro personaje histórico ha conseguido convertirse en una obra viviente?
Yo creo que sí. Y no sólo por ser, según se dice, la tercera mujer más representada de la historia después de la virgen María y de Cleopatra, sino por su puesta en escena cada día de su vida. Incluso cuando perdió su fortuna siguió conservando la dignidad y se negó a aceptar la convencionalidad de su entorno. Además consiguió ser “una obra de arte viviente”, que incluso después de muerta hechizaba a todos los que se la encontraban en el camino. Y me incluyo entre ellos.
Usted conoce muy bien Ibiza porque ha visitado la isla en numerosas ocasiones. ¿Cree que es un buen lugar para escribir? ¿Acaso ha empleado alguna de sus estancias aquí para inspirarse para alguna novela?
Ibiza es una isla maravillosa, parte de mi vida, de mis recuerdos, de lo más bonito que me ha pasado… Ahora voy menos, pero la verdad es que la echo de menos. A la propia isla y a los muchísimos amigos que tengo en ella. Es un lugar mágico para escribir. Yo he escrito desde allí infinidad de artículos, relatos. Me encantaría ‘encerrarme’ en Ibiza en alguna ocasión para escribir allí una novela. Creo que no me faltaría la inspiración.
Habla de la Venecia de principios de siglo, una ciudad que respira arte y bohemia en cada vuelta de esquina. Ibiza también ha sido cuna de artistas. ¿Ve alguna similitud entre ambos lugares? ¿Se hubiera sentido a gusto la Marchesa en la isla?
Desde luego. Tanto Venecia como Ibiza destilan magia a raudales. Son lugares que reciben gentes de todo el mundo que atraen a todo tipo de artistas. En la novela se dice que en “Venecia puede pasar cualquier cosa” y realmente creo que en Ibiza también. Estoy segura de que la Marchesa Casati hubiera disfrutado enormemente en Ibiza. Ella vivió una parte importante de su vida en Capri, respirando aires mediterráneos y sin duda hubiera sido muy feliz en Ibiza. Pero no solo ella. La otra protagonista de la novela, Luisa Aldazábal seguro que también hubiera podido desarrollar su arte en Ibiza y también allí, sin duda, hubiera logrado reencontrar la pasión amorosa y la pasión por vivir
Periodista y escritora, una combinación profesional nada inusual. ¿Cree que todo periodista puede escribir una buena historia de ficción o son talentos distintos?
No. La verdad es que no. Creo que es posible que casi todos los periodistas lo crean… Pero yo creo que no es verdad. Las novelas son otra cosa. Y no necesariamente un periodista, por escribir folio a folio la realidad es capaz de inventar y desarrollar una historia completa y que tenga interés. Lo que si es cierto es que el ser periodista te hace escribir de una cierta manera que hay que controlar a la hora de escribir ficción. Por ejemplo hay que tener cuidado de no ser excesivamente prolijo en los datos.
¿Ayuda el músculo periodístico a la hora de documentarse para una novela con una gran ambientación histórica como Luisa y los espejos?
El “músculo periodístico” desde luego ayuda a saber cómo documentarse. Lo que no ayuda es a saber cuánto hay que dejar fuera…
Estamos en familia y en Ibiza, casi su segundo hogar. ¿Nos avanzaría algo de su próximo proyecto literario o todavía está gestándose?
Está gestándose. De todas maneras yo cuando empiezo a escribir suelo ser muy “misteriosa” y no comparto nada con nadie hasta que el proyecto ya es casi una realidad.
Para acabar, una pregunta que solemos trasladar a todos los escritores. ¿Alguna recomendación literaria para los lectores de Noudiari.es? ¿Qué está leyendo en este momento?
Pues yo estoy releyendo Anna Karenina en este momento, pero porque necesitaba analizar el sentimiento obsesivo que se describe en esta fantástica novela de Tolstoi; y luego me tengo que poner a leer originales de un premio de novela del que soy jurado. Pero de entre los libros que he leído últimamente recomiendo el de Rosa Montero, La ridícula idea de no volver a verte, y el de Julio Llamazares, Las lágrimas de San Lorenzo. Y, naturalmente Luisa y los espejos una novela llena de pasión por el arte, pasión amorosa y pasión por vivir, llena de excesos, de personajes irrepetibles y de sensaciones increíbles, que no dejará indiferente a nadie.