@David Ventura/ Rafa Cervera es una enciclopedia musical andante. Desde que, en su adolescencia, fuera herido fatalmente por Lou Reed y la Velvet Underground, Cervera ha dedicado su vida a divulgar música. Conocido por sus artículos en la revista Ruta 66 -donde ejerció de educador musical de toda una generación de lectores- o en el periódico El País, su trabajo va más allá de ser un mero reseñador de las últimas novedades discográficas. De la misma manera que un músico se expresa a través de sus canciones o un escritor a través de sus libros, Cervera intenta también expresarse o explicarse a sí mismo a través de ese amplio magma que es la música pop. Como diría Nick Hornby: “Si no te gusta esta canció, no te gusto yo; porque yo soy esta canción”.
Una de sus artistas de cabecera es la alemana Nico, y este es el motivo por el cual está en Ibiza, ya que ha colaborado en la exposición ‘Nico Tributo!’ que se muestra entre el 18 y 27 de julio en Sa Punta des Molí, en Sant Antoni. Además, este jueves 18, a las 20 horas, realiza también en Sa Punta des Molí una conferencia sobre el legado musical de Nico en el que intentará contagiar su pasión por esta artista incomprendida.
-Mi disco favorito de Nico -y el de casi todo el mundo- es el primero, ‘Chelsea Girl’, aunque a ella no le gustaba nada. Decía que no soportaba sus arreglos.
-Es cierto, que no soportaba “las flautas”, pero a mi también me gusta mucho ‘Chelsea Girl’. Fue el primer disco que tuve de Nico porque también era el más fácil de conseguir. En el año 1977 el sello Polydor editó por primera vez en España algunos de sus títulos de los años 60. Con diez años de retraso, publicaron ‘The Velver Underground and Nico’ y ‘Chelsea Girl’. Es un disco al que tengo un cariño especial aunque Nico, obviamente, se identificaba con la música de los dos siguientes: ‘Marble Index’ y ‘Desertshore’.
‘Chelsea Girl’ nos muestra a una artista que está buscando su camino. Cuando abandona la Velvet porque Lou Reed no le deja cantar sus canciones, ella inicia un proceso un poco errático y eso lo encontramos en los créditos de las canciones. En el disco hay títulos de Jackson Browne, de Lou Reed, de John Cale, de Bob Dylan… Incluso hay una canción que podría haber sido de la Velvet, ‘It was a pleasure then’. Pero Nico no es ella misma hasta los dos discos siguientes.
-‘Marble Index’ y ‘Desertshore’. Dos discos exigentes, difíciles.
-Sí, lo son. Además, evocan estados depresivos y muchos oídos se asustan ante esta propuesta. Su escucha es complicada porque sus canciones no provienen del rock, no parten de la herencia rítmica del rhythm and blues, sino que es una música que viene de la tradición europea, de la música clásica. Debo confesar que son dos discos que a mi me impactaron, me fascinaron. Son discos que contienen todo un mundo. Ella, además, era un personaje muy complejo, y esto se refleja en su música.
-Las versiones que canta de ‘The End’ de los Doors o del himno alemán ‘Deutschland über alles’ son estremecedoras, pero ella, como compositora, no realiza propuestas nada sencillas.
-Creo que Nico es una compositora muy interesante. Ella componía y cantaba con su harmonium y, posteriormente, John Cale sobreponía esos arreglos tenebrosos que encajaban como un guante. Sí que es verdad que no es una esclava del estribillo y ahí está esa herencia clásica. Esos fraseos largos como el de ‘Janitor of lunacy’ parecen compuestos por monjes medievales.
Sin embargo, algunos artistas han tomado estas canciones y le han sabido encontrar un lado pop. Por ejemplo, la versión que Patrick Wolf ha realizado de ‘Afraid’ es maravillosa.
-Hoy en día, la gente unas cantidades de información desorbitadas. En la época anterior a google, youtube y spotify, encontrar noticias de un grupo ‘raro’ era muy complicado. Y, en los años setenta, encontrar sus discos una auténtica proeza. Para tí, que fuiste un adolescente de los setenta, ¿qué supuso el encontronazo con esta música tan diferente, tan radical?
-Te cambiaba la vida. Recuerdo que los amigos del colegio que les gustaba el rock escuchaban Genesis o Rick Wakeman, y que en la prensa musical de la época se hablaba del rock sinfónico y de la música ‘seria’. Descubrir por ti mismo a gente como a Nico o a la Velvet Underground era como un aprendizaje y escuchar sus discos un acto iniciático. Además, yo creo que los pocos que compartíamos aficiones musicales teníamos como una especie de telepatía porque enseguía establecíamos conexión. Era todo una aventura, y estoy contento de haber vivido esa época.
-Supongo que no se disfrutan igual los discos ahora, cuando no tenemos tiempo para escuchar todo lo que llega a nuestras manos, que en esa época, cuando se pedía un disco por correo y podía tardar meses en llegarte.
-‘Marble Index’ y ‘Desertshore’ tardaron seis meses en llegarme a casa y cuando me senté a escucharlos… ¡los absorbí! Estás atento, escuchando, con todos los sentidos abiertos. De adolescente, yo tenía sólo 15 discos, pero esos 15 discos eran sagrados. Me pasaban horas escuchando esa música e intentaba interiorizarla, entenderla, comprender lo que estaba escuchando.
En esa época, la música de Nico me cautivó, pero si hubiera nacido más tarde y la escuchara ahora por primera vez, no sé que caso le hubiera hecho porque es una música que no quiere prisas, que requiere atención. En aquel momento, escuchar estos discos eran algo muy privado. ¡Recuerdo que ‘Marble Index’ no lo soportaba nadie! Sin embargo, para mí, esta música tiene una tristeza con la que me identifico mucho.
Mi favorito es ‘Desertshore’ y, por cosas de la vida, he terminado viviendo en una desert shore, delante de la playa del Saler, en Valencia, que durante nueve meses al año está desierta. Me gusta pasear solo por esa playa inmensa durante el mes de noviembre y entonces las canciones de Nico vienen a mi cabeza [tararea all that is my own]. Esta música me acompañará siempre.