@Noudiari / 13:50 horas. Municipal de Santa Eulària. Nadie allí se acaba de creer que la Peña ha perdido. Porque fue mejor que el Peralada. Porque mereció más que los gerundenses. Porque necesitaba ganar como el comer, o, como mínimo, no perder. Pero de nada sirvieron, un día más, el buen juego, las buenas intenciones, las buenas maneras. Un día más, la Peña mordió el polvo y se acerca un poquito más al abismo. El Peralada se marcha ya a 9 puntos más el goal-average. Un rival menos, una jornada menos, un drama más.
El resultado le costaría más de digerir a alguien que vio la primera parte y luego se marchara al descanso. Porque la Peña hizo, si no la mejor, una de las mejores primeras mitades del curso. Lo hizo hasta el punto de reducir al Peralada a un equipo menor. El filial del sorprendente Girona no compareció en todo el primer tiempo y dejó en estos primeros 45 minutos una sensación e inferioridad grande. Vaya por delante, eso sí, que la Peña tenía el viento a favor, un viento que soplaba fuerte y que se emperró también en ser protagonista.
Pau Pomar tuvo la primera buena ocasión, pero su remate, algo forzado, desde el punto de penatli se marchó fuera por poco. Después lo probó Marco Rosa (gran primera mitad la suya, con jerarquía, con galones, con clase) a las manos del meta Marc, y Pepe Bernal desde su propio campo estuvo a punto de anotar el gol del año, pero su disparo de unos 50 metros se perdió por poco por encima del larguero. El propio Bernal tuvo la más clara del primer tiempo, pero tampoco encontró puerta en el mano a mano. La Peña insistía e insistía, atacaba como nunca, pero fallaba como (casi) siempre. Mientras, Salinas se lo miraba una vez más desde el banquillo.
Al descanso se llegó con la sensación de haber desaprovechado un primer tiempo de notable alto, y el factor viento. Sin embargo el segundo tiempo comenzó con el mismo guión. El Peralada no la olía y la Peña seguía a lo suyo. Pero el fútbol es caprichoso, y los gerundenses, este domingo de naranja, encontraron un inmerecido premio en la primera ocasión que tuvieron. Centra Álamo y el remate con la coronilla de Manel se acaba colando en la meta de Imanol, ayudado algo por el viento. Golpe bajo y cruel a la yugular.
Era el minuto 67 y el gol mató a los peñistas. Quedaba tiempo, pero la desventaja anestesió a los de Dani Mori, necesitados de alegrías y no de puñetazos en la sien. Sólo al final, ya yendo con todo, pudo empatar, en una acción en la que Marc Fraile topó con el meta en una jugada que pareció penalti, pero el árbitro no vio, o no quiso ver. Era el último suspiro de una Peña que queda ahora como un funambulista en el alambre, penúltima con 27 puntos. En los cáclulos del míster entraba ganar 5 partidos de los 10 que quedaban… Ahora tendrán que ser 5 de 9. La semana que viene, la Peña repite en casa, donde recibirá al Hércules.