Selfa y De Val se complementaron bien para conservar mucho tiempo el cuero y obligar a los cachorros valencianistas a rifar la posesión. La pelota le quemaba a un rival que venía de golear al Peralada pero que sufrió el acoso peñista.
Entre mordisco y mordisco, incorporaciones de los carrileros santaeulalienses, Gallardo y Marcos, incluidas, llegó el gol de Polanco, que abrió la segunda fase del duelo. A la Peña le quedaba media hora larga para pulir el diamante. Lubo Penev, aquel búlgaro que sembraba el miedo en las defensas españolas allá por los noventa, ha vuelto a Valencia para entrenar al filial y decidió entonces poner todas lo mejor de su baraja sobre la mesa.
Acompañó al gigante Rafa Mir de sus suplentes más incisivos (la joven perla Ferran Torres, campeón de Europa sub17 con la rojita pasó desapercibido y fue cambiado) y buscó el empate. Dennis Suárez sacó una mano a 20 del final en la ocasión más clara de Mir, un tanque que ha encontrado tres diamantes en las primeras tres jornadas pese a marcharse de Santa Eulària con el zurrón vacío.
Fue entonces cuando, en ese cuarto de hora final en el que había que apretar los dientes, cuando Dani Mori oxigenó el ataque con tres cambios escalonados. Núñez, Rosa y Górriz dieron el relevo a Guille Andrés, Bernal y Jandrín. Los frescos fueron mineros tan aplicados como los exhaustos que buscaron refresco en el banquillo.
La Peña siguió presionando tan arriba en el minuto 90 como en el 1, ganando pelotas en las luchas del centro del campo y conservando la posesión a tragos largos. Suficientes méritos para sumar los primeros tres puntos de un campeonato liguero que se avecina largo pero en el que la Peña, lejos de ser cenicienta, puede ser capaz de ganarle a cualquiera. Hoy, pudo con el líder.