@V. R / La UD Ibiza ha cumplido con el guión. Ha eliminado al Sineu en un partido más práctico que brillante (2-4 en la ida y 1-0 en la vuelta) y ha accedido a la segunda y definitiva eliminatoria de ascenso a Tercera División. Su próximo rival en el camino a la categoría inmediatamente superior a la que milita se conocerá este domingo y será o La Unión o el Santanyí. Ante alrededor de 600 personas, el equipo que entrena David Porras ha saltado al terreno de juego del estadio de Can Misses con la ideas muy claras. Un juego pragmático de los locales en los primeros instantes del choque ha dado algo de vida a los visitantes en los minutos iniciales y de tanteo.
Sin embargo, el Sineu y el ímpetu demostrado en el arranque se han desvanecido con el tanto de Moussa en el minuto 20. El atacante local ha probado suerte con un potente pero poco colocado disparo y ha encontrado la complicidad del meta rival para que el cuero acabara en el fondo de las mallas. El cancerbero ha estado torpe en el despeje y el cuero, tras chocar en su cuerpo, ha tocado primero su palo izquierdo y después el derecho para acabar cruzando la línea.
Con el marcador del partido a favor y la eliminatoria prácticamente en el bolsillo, la UD Ibiza ha ralentizado el juego y con ello ha llevado el partido a su terreno ante un adversario que se ha agotado de correr tras el balón pero al que solo le faltado juego ofensivo para ponerse a la altura del cuadro ibicenco, correoso en ataque pero impreciso en los metros finales, en los que se deciden los partidos. No le ha hecho falta mayor esfuerzo puesto que la presencia de su portero ha sido testimonial. No ha llegado a chutar el Sineu con peligro evidente sobre su marco. Y es que de medio campo en adelante los mallorquines han carecido de fluidez, frescura e ideas.
Desborde y brújula
Rivas ha sido la brújula de la UD Ibiza desde el centro del campo, donde se ha mostrado fino y preciso en el pase a pesar de la férrea vigilancia a la que le ha sometido la línea de medios del conjunto rival, que no ha dudado en cortar su avance cuando trataba de conectar con los de arriba. Esa tarea ha recaído por tanto durante muchos minutos en Aitor, aunque el enganche con los de arriba no ha funcionado como de costumbre en esta ocasión.
Manssou ha canalizado la velocidad y el desborde en el ataque del equipo de Vila, donde Payán y Copi no han entrado demasiado en juego a la hora de apretar las tuercas a la defensa rival. Jordi Serra ha sido otros de los que acaparado parte del protagonismo tras ingresar en el campo en el minuto 16 por la lesión de Hamnza. El habilidoso jugador ha roto la zona de medios y ha sorprendido a la zaga contraria llegando desde la segunda línea para encarar a los centrales o filtrar sobre sus compañeros.
Nada ha cambiado tras la reanudación y el partido ha seguido por los mismos derroteros: posesión para los de casa y presencia ofensiva visitante en cuentagotas. Y es que los centrales de la UD no han dado opción alguna a los delanteros del Sineu. Tanto Larra como Mansour han mandado desde el eje de la defensa y no han dado lugar a la reacción de un conjunto con más voluntad que calidad en comparación con su pareja de baile en esta eliminatoria, más curtida, serena y acostumbrada por la experiencia de sus protagonistas a envites de este calibre. Han buscado los hombres de David Porras el segundo para agradar a la afición, pero más que el juego y los goles en cualquier eliminatoria por el ascenso lo importante siempre gira entorno al resultado y a la clasificación.
Oficio y futuro
Y así ha sido, con oficio y temple, como la UD Ibiza ha apeado de la competición al Sineu y se ha clasificado, como todo el mundo esperaba, para el segundo y definitivo asalto por el ascenso de categoría, una Tercera División que el curso deportivo que viene podría tener a dos representantes del municipio de Eivissa si nada se tuerce de aquí a final de campaña, puesto que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo.
De todas formas, el potencial del club que preside el máximo mandatario del Valencia, Amadeo Salvo, ofrece la confianza y garantías suficientes como para pensar que el ascenso está cada vez más cerca de ser una realidad para la entidad de Vila.